Prólogo

Dolor.

Una simple palabra pero tan llena de significado.

He llegado a entender que el dolor es la emoción más fuerte que alguien puede llegar a sentir. Al contrario que cualquier otra emoción, es la única que todo ser humano tiene asegurado sentir en algún momento de su vida, y no hay ninguna ventaja en el dolor, no hay aspectos positivos que puedan hacerte verlo desde una perspectiva diferente…, solo existe la abrumadora sensación del propio dolor.

Ese que llega a tu vida y ya no sale, ese dolor que cala los huesos y te invade un frío glaciar. Ese dolor que a pesar de que estés rodeada de gente, está más sola que nunca y caminar por las calles, lo único que hace es recordar los momentos vividos que no se volverán a repetir más.

Han pasado dos meses ya, dos meses y aún tengo grabado a fuego en mi mente el momento en el mi mundo se desplomó. Ahí entre mis brazos, despidiéndote de mí. Desde entonces te sueño cada noche, que estás a mi lado. Luego abro los ojos y me doy cuenta de que ya no estás, nunca más estarás.

Intento que los días no se hagan cuesta abajo pero es muy difícil. Mi hermano y Laila intenta distraerme todo lo que pueden pero solo quiero estar sola. Sola con mi dolor porque perderte ha sido el causante de que mi corazón se rompa en mil pedazos.

No sé si algún día podré superar esto y poder vivir mi vida sin tu constante recuerdo en mi mente, pero solo sé que por ahora, no puedo. Mi vida sin ti no tiene ningún sentido. Eras el aire que respiraba porque estar junto a ti era como sentirse libre, capaz de hacerme olvidar todas mis preocupaciones. Pero ahora que no estás… ¿Cómo voy a ser capaz de olvidar los juegos? ¿Cómo voy a ser capaz de vivir sabiendo que no solo te deje morir allí, sino que también mate a todas esas personas? ¿Cómo voy a hacerlo si eras el único capaz de hacerme olvidar?

No sé cómo voy a hacerlo, lo único que sé a ciencia cierta es que tu ausencia me duele, me desgarra por dentro. Estaré viva sí pero por dentro estoy muerta. ¿Y lo peor de todo? Es que voy a revivir una y otra vez la arena, todo lo que pasó en los juegos. Cada año se repite la misma historia y ahora, como mentora, me tocará llevar a otras dos personas al matadero. Eso es lo que es.

Pero te juro que nos la van a pagar. Esto no se va a quedar así, el Capitolio pagará por este dolor.

Estés donde estés… No olvides que te amo Cato.

Me levanto del suelo, sacudo mi ropa de la tierra que se ha quedado pegada, doy un último vistazo y me vuelvo dirección a la Villa de los Vencedores, el lugar donde ahora resido.

Atrás dejo su lápida con una promesa por cumplir.

Esta vez la suerte no estará de nuestra parte, esta vez seremos nosotros quienes buscaremos nuestra propia LIBERTAD.