Me levanto de la cama a regañadientes y voy hasta el baño. Cojo la toalla y me quito el pijama para después entrar en la ducha. Dejo que el chorro de agua caliente caiga por mi cuerpo, relajándome y a la vez despejándome. Lavo mi cuerpo y mi pelo, cuando estoy lista salgo de la ducha. Me enrosco en la toalla y entro en la habitación para buscar algo que ponerme.
Tres pares de ojos me miran de arriba abajo y yo me quedo sorprendida de verlos allí. Frente a mí están Elron, Alia y Sia, mi estilista y sus ayudantes. Ellos se acercan y yo retrocedo lentamente hacia atrás hasta que me topo con la pared.
Acepto su mano y hace que gire sobre mí misma. Los tres me evalúan y piensan. Las chicas se van a por las maletas, dejándonos a Elron y a mí solos en la habitación.
Elron no vuelve a decirme nada y cuando me quiero dar cuenta las chicas ya han vuelto a la habitación. Me ayudan a vestirme y me hacen todo tipo de tratamientos para hacerme ver estupenda. Después se vuelcan en mi pelo, haciendo una coleta alta con tirabuzones. Finalmente me visten con unos pantalones ajustados y un jersey de cuello alta. Encima me colocan un abrigo largo, tipo gabardina.
Bajo las escaleras de casa cuando estoy lista para reencontrarme con Annia, Brutus y Enobaria. Saludo a cada uno con un abrazo y me siento en el sofá de casa.
Asiento con la cabeza. Me había olvidado por completo de Katniss, ella… tiene que estar igual que yo o parecido. Perder a Peeta… Dejo a un lado los pensamientos de angustia y me despido de mis padres y de mi hermano. Dejo que Elron me arregle la ropa y el pelo para las cámaras, ya que van a grabar toda la gira. Es el cuento de nunca acabar.
Salgo de casa y las cámaras me acechan. Annia me pide que sonría y lo hago, al menos lo intento, probablemente habrá salido una mueca. Me coloco en un punto para que se me vea bien y una pantalla aparece al lado de la cámara que me está grabando. La cara de Caesar aparece en ella.
Y ahí está, el Capitolio recordándome lo que perdí y lo que sé que jamás va a volver, que no volveré a verle. Aunque haya salido de la arena, los juegos aun no han terminado, no lo han hecho. Es un constante recuerdo de que están ahí y de que somos prisioneros de ellos.
Annia me mira aterrada, balbucea intentando decirme algo para que salga del paso, pero miro hacia la cámara.
Las cámaras se apagan y mi sonrisa forzada desaparece de mi cara. Respiro profundamente y dejo de tensar los músculos, intentando relajarme un poco. Veo como Annia comienza a dar órdenes a la gente y Enobaria se acerca a mí.