Amar o morir #2 - Libertad

Capítulo 2 - SOBREVIVIR

Me levanto de la cama  a regañadientes y voy hasta el baño. Cojo la toalla y me quito el pijama para después entrar en la ducha. Dejo que el chorro de agua caliente caiga por mi cuerpo, relajándome y a la vez despejándome. Lavo mi cuerpo y mi pelo, cuando estoy lista salgo de la ducha. Me enrosco en la toalla y entro en la habitación para buscar algo que ponerme.

Tres pares de ojos me miran de arriba abajo y yo me quedo sorprendida de verlos allí. Frente a mí están Elron, Alia y Sia, mi estilista y sus ayudantes. Ellos se acercan y yo retrocedo lentamente hacia atrás hasta que me topo con la pared.

  • Hola Clove – me dice Elron – nos alegra verte de nuevo – sonrío.
  • Hola chicos – respondo algo tímida - ¿qué hacéis aquí? – pregunto sorprendida.
  • La gira – me responde Sia.
  • Venimos a dejarte hermosa – me responde ahora Alia.
  • Genial – digo irónicamente.
  • Ven – me habla Elron – deja que te veamos – me tiende una mano.

Acepto su mano y hace que gire sobre mí misma. Los tres me evalúan y piensan. Las chicas se van a por las maletas, dejándonos a Elron y a mí solos en la habitación.

  • Tienes mal aspecto Clove – me dice preocupado - ¿estás bien? – me pregunta.
  • Bueno… - respondo sincera – intento sobrellevar los días – hablo mientras me siento en la cama – Desde que volví de la arena no he vuelto a dormir bien – confieso.
  • ¿Lo echas de menos verdad? – me pregunta mientras se sienta junto a mí.
  • Todos los días – respondo honestamente.

Elron no vuelve a decirme nada y cuando me quiero dar cuenta las chicas ya han vuelto a la habitación. Me ayudan a vestirme y me hacen todo tipo de tratamientos para hacerme ver estupenda. Después se vuelcan en mi pelo, haciendo una coleta alta con tirabuzones. Finalmente me visten con unos pantalones ajustados y un jersey de cuello alta. Encima me colocan un abrigo largo, tipo gabardina.

Bajo las escaleras de casa cuando estoy lista para reencontrarme con Annia, Brutus y Enobaria. Saludo a cada uno con un abrazo y me siento en el sofá de casa.

  • ¿Qué hacéis aquí? – pregunto a Brutus y  Enobaria.
  • Vamos a acompañarte durante la gira – me responde Enobaria mientras aprieta con su mano mi pierna.
  • Gracias – respondo porque sé que lo hacen como muestra de apoyo.
  • Tenemos que salir en cinco minutos Clove, así que despídete de tu familia – me dice – hay que llegar esta noche al distrito doce para recoger a Katniss – me explica.

Asiento con la cabeza. Me había olvidado por completo de Katniss, ella… tiene que estar igual que yo o parecido. Perder a Peeta… Dejo a un lado los pensamientos de angustia y me despido de mis padres y de mi hermano. Dejo que Elron me arregle la ropa y el pelo para las cámaras, ya que van a grabar toda la gira. Es el cuento de nunca acabar.

Salgo de casa y las cámaras me acechan. Annia me pide que sonría y lo hago, al menos lo intento, probablemente habrá salido una mueca. Me coloco en un punto para que se me vea bien y una pantalla aparece al lado de la cámara que me está grabando. La cara de Caesar aparece en ella.

  • Buenos días Clove – me dice sonriente – Me alegro un montón de verte de nuevo – me saluda.
  • Hola Caesar, yo también me alegro de verte – respondo sonriendo como puedo, ya que mis ganas de este circo son nulas.
  • ¿Preparada para esta nueva aventura? – me pregunta.
  • Bueno, un poco sí – miento – tenía ganas de volver a ver a toda la gente – sigo mintiendo.
  • Esa es mi chica – dice y la gente vitorea sus palabras – Estas semanas nos van a ayudar a conocerte aun más y a saber cómo es tu vida ahora, como vencedora de los juegos – me dice.
  • La verdad es que no hay nada nuevo – respondo intentando quedar bien – pero supongo que aun así queráis conocerme – sonrío falsamente.
  • Eso es – me dice – la despedida fue un tanto agridulce – dice entristecido – saliste vencedora pero perdiste al valiente Cato – se hace un sonido sepulcral tras mencionarlo.

Y ahí está, el Capitolio recordándome lo que perdí y lo que sé que jamás va a volver, que no volveré a verle. Aunque haya salido de la arena, los juegos aun no han terminado, no lo han hecho. Es un constante recuerdo de que están ahí y de que somos prisioneros de ellos.

Annia me mira aterrada, balbucea intentando decirme algo para que salga del paso, pero miro hacia la cámara.

  • Sí Caesar – digo tras unos minutos en silencio – La vida sin Cato ya no es lo mismo – termino de decir de manera fría y distante.
  • Bueno… - se rasca la cabeza nervioso Caesar – seguro que durante la gira te lo pasas bien y disfrutas – sigue hablando – te esperamos aquí dentro de un par de semanas en el Capitolio. Que tengas un buen viaje Clove – se despide de mí con una sonrisa.
  • Con ganas de veros – sonrío falsamente y me despido con la mano.

Las cámaras se apagan y mi sonrisa forzada desaparece de mi cara. Respiro profundamente y dejo de tensar los músculos, intentando relajarme un poco. Veo como Annia comienza a dar órdenes a la gente y Enobaria se acerca a mí.

  • Lo has hecho muy bien – me dice y yo solo asiento.




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