Amar o morir #2 - Libertad

Capítulo 4 - NO MÁS MENTIRAS

Aún sigo estática, en el sitio, sin poder moverme. La imagen del anciano al caer al suelo sigue pasando por mi cabeza una y otra vez.

De repente oigo pasos que se acercan a nosotras, pasos apresurados.

  • ¿Qué ha pasado? – pregunta Annia acercándose a mí.
  • Yo… - intento decir pero no me salen las palabras.
  • Estábamos viendo el precioso discurso de Katniss – habla ahora Effie – cuando de repente la señal se ha cortado. Haymitch cree haber escuchado un disparo pero eso debe de ser imposible – habla con rapidez y con tono preocupado.

Miro a Haymitch, a Brutus y a Enobaria preocupada, estos dos últimos me miran interrogantes y algo preocupados.

  • Nos os preocupéis – comienzo a hablar mirando a Annia y Effie – Ha sido el tubo de escape de un camión viejo – intento que no se preocupen aunque la voz me tiembla de lo nerviosa que estoy.

De repente suenan dos disparos más que me hacen estremecer. Miro horrorizada a Enobaria porque no entiendo nada, no sé qué está pasando.

  • Voy a ver qué está pasando – habla Brutus y desaparece por el pasillo.
  • Vosotras dos – habla ahora Haymitch en tono autoritario mirándonos – Os venís con nosotros – termina de decir mientras se señala a Enobaria y a él.

Ninguna de las dos dice una sola palabra, seguimos a nuestros mentores por las miles de escaleras, pasillos y puertas. Se nota que a dónde nos llevan no pasa mucha gente porque las puertas hacen bastante ruido al abrirlas. Después de un par de minutos llegamos a unas escaleras que dan a una trampilla. Al subir nos encontramos en una bóveda de cristal con aspecto abandonado y con una cantidad de polvo que hace que arrugue la nariz por el olor ha cerrado.

Haymitch cierra de una patada la trampilla y se gira para mirarnos. Aquí nadie nos va a escuchar.

  • ¿Qué ha ocurrido? – nos pregunta Enobaria.
  • No sabría cómo… - comienzo a hablar pero tengo la cabeza hecha un desastre – Al acabar el discurso Katniss se hizo un silencio en la plaza. Después se oye la melodía de tres notas que Katniss y Rue utilizaban en la arena, lo hizo un anciano – comienzo a relatar lo que ha ocurrido – Inmediatamente, como si hubiera estado planeado, comienzan a dar un beso a los tres dedos centrales de su mano izquierda y a levantarlos. En ese momento dudamos y nos quedamos quietas hasta que unos agentes de la paz nos comienzan a llevar arrastras de vuelta al edificio. Antes de cerrar las puertas colocaron al anciano que silbo la melodía de rodillas, frente a todos y le pegaron un tiro – intento serenarme y sacarme de la cabeza esa imagen.

El reducido espacio en el que nos encontramos se queda en silencio, nadie dice nada y eso comienza a desesperarme.

  • ¿Qué está pasando? – pregunto desesperada.

Enobaria y Haymitch se miran seriamente para este último terminar fijándose en Katniss.

  •  Va a ser mejor que se lo cuentes tú – dice el hombre a mi compañera.

La miro fijamente sin entender nada, ¿por qué ella sabe algo que yo no? ¿Qué narices está pasando aquí?

  • El día antes de comenzar la gira, el presidente Snow vino a verme a mi casa – empieza a decirme y la miro horrorizada, esto no pinta nada bien – Cuando sacamos las bayas en la arena inspiramos a mucha gente – me dice.
  • ¿Inspiraron el qué? – pregunto interrumpiéndola sin entender nada.
  • Se están produciendo levantamientos en los distritos – me responde – Lo ven como un acto de rebeldía contra el sistema, contra el Capitolio, contra él. Sabe que me besé con Gale y cree que lo que sentía por Peeta fue mentira, que todo lo que hice en la arena fue una mentira para sobrevivir – me mira – Amenazó a mi familia, todos estamos en peligro por culpa de las bayas – se caya.

Intento retener toda la información que me ha dicho, intento entender todo lo que está pasando.

  • ¿Por qué no vino a visitarme a mí? – pregunto sin entender nada – La idea de las bayas fue mía – intento comprenderlo.
  • Sí fue tuya – es ahora Enobaria quien habla – Pero tú lo hiciste porque estabas enamorada de Cato, se notaba que estabais enamorados. Además perteneces al Distrito 2, se supone que lo del 2 son leales al Capitolio – se acerca a mí para posar su mano en mi brazo.
  • Pero… - dudo – Katniss también quería a Peeta – mi cabeza me va a explotar.
  • Lo quería sí, pero no de la misma forma que tú a Cato – me responde la aludida.
  • ¿Cómo? Pero sí yo os vi – recuerdo la forma en la que Katniss gritó cuando vio a Peeta en el suelo lleno de sangre. Lo quería.
  • Solo intentaba sacarnos a los dos con vida de allí – me explica – Se supone que tenía que arreglar las cosas en esta gira y conseguir que todos los que dudaban creyeran que había actuado por amor. Calmar las cosas. Pero está claro que hoy solo he conseguido que maten a tres personas, y ahora castigaran al resto de los asistentes – se sienta en el sofá mohoso y destartalado con la cara desencajada y llena de preocupación.
  • Entonces yo también lo he empeorado todo al ofrecerles el dinero – me echo las manos a la cara – Se acabó. No podéis seguir manteniendo al margen, no podéis dejar de decirme las cosas – digo algo furiosa – Como si no fuera a ser capaz de afrontar esto, no soy débil – contengo mi furia mirando a Enobaria.

Sé que estos meses he estado ausente por la pérdida de Cato pero puedo con esto, no pueden dejarme al margen, no es justo.

  • No eso Clove – me dice Katniss levantándose del sofá y se acerca a mí – pero estabas tan destrozada que yo… - sé lo que quiere decir pero estoy cansada.
  • Yo también tengo familia Katniss – recrimino – Amigos a los que quiero y tengo que proteger. No debisteis ocultarme esto – intento tranquilizarme.
  • Lo sé, ahora lo sé – me responde Katniss algo culpable.
  • Ahora hay que tener cuidado con lo que hacemos y decimos. Habréis salido de la arena pero los juegos no han terminado – dice Haymitch.




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