Los días pasaban así como los distritos que visitábamos. Los escoltas nos esperaban en cuanto bajamos del tren y no se separaban de nosotros. Me sentía atrapada, encerrada, sin poder respirar. Los únicos momentos donde podía sentirme un poco yo eran por la noche, cuando me acostaba en la cama e intentaba dormir, si las pesadillas me dejaban.
La tensión se palpaba en cada sitio, la gente nos recibía entre gritos, pero no de alegría por vencer, sino con gritos de protesta. Los discursos que dábamos no se salían de lo pactado con el Capitolio, a pesar de que nos recriminaban que no dijéramos lo que pensábamos en realidad. Pero no podíamos hacerlo, por nuestras familias, por nosotras, por seguir vivas.
Miro el mono azul oscuro que llevo puesto en el espejo. Cloe me ha peinado con una trenza haciendo de diadema y dejando el resto de mi pelo suelto y con ondas. Mi maquillaje es sutil, como durante toda la gira. Quieren hacernos parecer personas frágiles, niñas que hicieron lo que hicieron por amor.
Salgo de mi habitación y voy hasta el comedor para reunirme con todos. Al cabo de unos minutos llegamos a nuestro destino. La puerta se abre y el sol me da de lleno en la cara. El clima es caluroso, no hay nubes en el cielo y el olor que me llega no se compara con ninguno otro. El Distrito 4 es totalmente diferente a todos los que hemos visto hasta ahora, probablemente se deba al mar que se ve a lo lejos.
Los agentes de la paz nos escoltan hasta el Edificio de Justicia donde vamos a realizar el discurso. Caminamos todos juntos y el alcalde nos presenta. Comienza a hablar Katniss aunque en realidad no me entero muy bien qué dice. Me da un codazo devolviéndome a la realidad y cojo las tarjetas para leer el discurso que Annia me ha escrito. Lo leo en voz alta, de forma monótona, sin ganas. Pero no puedo hacerlo de otra forma, no me sale.
Cuando acabamos unas niñas se acercan a nosotras y nos entregan unos ramos de flores. Una de las niñas lleva una trenza de lado, igual que la que llevó Katniss en la arena. La niña nos sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.
Entiendo perfectamente a esa niña. El Distrito 4 es uno de los profesionales, aquí los niños se entrenan y se presentan voluntarios para ir a los juegos. No están entrenados tan bien cómo los del 2 o los del 1, pero aquí se ve bien ir a los juegos. Te da honor y gloria, sobre todo si ganas. En el 12 es una condena y una muerte segura.
Al terminar en la plaza nos llevan de recorrido por el distrito pero siempre rodeados de los agentes, pero las cámaras nos siguen. No se están perdiendo nada de nuestra gira.
Sin darme cuenta estamos paseando cerca de la playa. Miro el mar y me siento en paz. Creo que es la primera vez que sonrío, que un sitio que visito me gusta realmente.
La visita acaba y volvemos al Edificio de Justicia para la cena. Como en todas las anteriores no presto atención a nada, me limito simplemente a comer y a pasar desapercibida. Cuando acaba la cena, mi dolor de cabeza ha aumentado considerablemente, el agobio hace que mis manos suden. No quiero estar más tiempo aquí.
Miro la sala y veo que todo el mundo está concentrado en lo suyo por lo que busco una salida. Al ver una discreta y que está poco vigilada voy directamente a ella. Cruzo la puerta mirando en todas direcciones. Apoyo mi espalda contra la pared y camino a paso lento. Al llegar al jardín corro hasta la verja, sin mirar atrás.
Consigo llegar y traspasarla. Me parece raro pero no he encontrado ningún agente, aunque siendo sincera, a mí me viene bien. Intento recordar la visita de esta tarde así que voy hasta la playa. Necesito aire fresco.
Al llegar entro en la playa y camino por la arena por primera vez. Los granitos se meten por dentro de mí calzado por lo que termino por quitármelos. Siento la arena bajo mis pies y camino hasta la orilla. Allí me siento y observo el mar, la tranquilidad que transmite. Respiro profundamente sintiéndome libre por primera vez en mucho tiempo.
Una lagrima traviesa cruza mi cara.
Duele, duele mucho seguir viva, intentar vivir y saber que él no. ¿Cómo puedo seguir con mi vida si él ya no está?
Me levanto y me sacudo la arena. Sigo contemplando el agua y voy acercándome. Quiero saber cómo se siente sentir el agua sobre mi piel. Las lágrimas siguen recorriendo mi cara pero ya no hago nada por detenerlas. Estoy rota aunque intente hacer ver a los demás que no.
Sigo adentrándome más y más en el mar. Quiero que el agua del mar me acaricie, me tranquilice. Así paso unos minutos o quizás horas. Cuando quiero darme cuenta la luna está en su cenit y la marea ha crecido. Las olas son mucho más fuertes y grandes por lo que decido que ya es hora de volver. Me giro y caminando como puedo intento llegar hasta la orilla pero no puedo.
Una ola grande impacta contra mí haciéndome perder el equilibrio. Me arrastra y me hunde. Giro y doy más vueltas bajo el agua, intento salir a la superficie pero no puedo. El agua intenta entrar a mi cuerpo cuando por fin consigo salir a la superficie. Cojo aire con fuerza pero otra ola me arrastra, llevándome al fondo y provocando que me dé un golpe en la cabeza contra el suelo. Veo como la sangre sale y después todo se vuelve negro.
Unos brazos me sostienen. Intento abrir los ojos pero solo los entreabro. Todo se ve oscuro y no consigo ver bien quién es. Mi cabeza me duele del golpe, intento tocarme la zona pero no tengo fuerzas. Mi cuerpo se topa con una tela mojada. Giro mi cara y en lo que me apoyo es en el pecho de la persona que me sujeta.