Amar o morir #2 - Libertad

Capítulo 8 - VOLVER

La vuelta a casa fue horrible, no quería separarme de Katniss. Es la única que me entiende, que sabe por lo que estoy pasando. Estar con ella me ayuda a estar cuerda. Pero es imposible, somos de Distritos diferentes. ¿Quién nos iba a decir hace unos meses cuando nos conocimos que al final íbamos a ser amigas? Probablemente nadie apostaría por esta relación, pero los acontecimientos nos hacen cambiar y atarnos a personas opuestas a nosotras.

Los meses van pasando y nos encontramos a medio año de la Cosecha que me llevó a los juegos. Los rumores sobre una rebelión cada vez son mayores. Lo sé porque mi padre trabaja en el Hueso, la base de agentes de la paz que sirve al Capitolio. Mi padre comenta las novedades con mi madre durante la cena, cuando piensa que no les puedo escuchar. Hay varios Distritos que se están sublevando, uno de ellos es el Distrito 8. Creo que las cosas allí están bastante mal, las fábricas están cerradas y la gente en la calle. Hay antidisturbios y los castigos son duros, así como público. Todos los habitantes deben asistir a las ejecuciones.

  • Clove, cariño – me llama mi madre entrando a la habitación.
  • ¿Sí? – pregunto mientras me incorporo de la cama y la miro.
  • Te están llamando – me dice para después irse.

¿Quién podría llamarme a estas horas? Normalmente suelo hablar con Cloe o con Katniss pero no a estas horas de la noche. Me pongo las zapatillas y bajo las escaleras para ir al despacho. Es el único sitio dónde hay un teléfono. Llego y me siento en la silla detrás del escritorio. Respiro profundamente y me llevo el teléfono al oído.

  • ¿Diga? – pregunto interesada por saber quién me está llamado.
  • Hola Clove – me devuelve el saludo la voz de Katniss.
  • ¡Katniss! – exclamo sorprendida - ¿Ocurre algo? No esperaba tu llamada – le pregunto algo preocupada.
  • Oh no, tranquila – me dice – Está todo bien, dentro de lo que cabe. Ya sabes que han aumentado la seguridad aquí. La gente habla y bueno ya me entiendes – sé lo que quiere decir, ha comenzado allí, la gente está pensando en sublevarse y no tardará mucho tiempo en ocurrir.
  • Te entiendo – respondo porque no podemos hablar de más cosas, las líneas están pinchadas y todo lo que hablamos seguro que alguien más lo está escuchando.
  • Hoy es la noche – me dice – Hoy es el anuncio sobre el Vasallaje de los Veinticinco – suspira.
  • Lo sé – intento pensar en otra cosa - ¿Tú también lo sientes no? – pregunto.
  • Sí – afirma – esa sensación de que algo malo está a punto de ocurrir – yo también siento lo mismo.
  • Esto no se va a acabar nunca – se me encoge el corazón – Aun sigo pensando en él – admito.
  • Yo también pienso en Peeta de vez en cuando, pero mi hermana me ayuda a centrarme – creo que sonríe con la mención de Prim.
  • Seguro que solo es por ella – me río – o por cierto chico moreno de La Veta – intento pincharla.
  • Ya sabes que entre Gale y yo no hay nada, solo somos amigos – me rebate.
  • Seguro que sí – sigo riendo.
  • Oye tengo que dejarte – me dice – Mi madre me acaba de avisar de que va a empezar el show. ¿Hablamos mañana vale? – se despide.
  • Claro, mañana hablamos – me despido y cuelgo la llamada.

Salgo del despacho y me reúno con el resto de mi familia en el salón, dónde la pantalla se acaba de encender. El primer plano que aparece es Caesar Flickerman, el presentador de los juegos.

  • Este año se celebra el setenta y cinco aniversario de los Juegos del Hambre, ¡y eso significa que ha llegado el momento del Vasallaje de los Veinticinco! – anuncia entusiasmado Caesar.
  • Van a proceder a la lectura de la tarjeta – me dice mi padre mirándome y yo asiento nerviosa.

El himno suena y se me forma un nudo en la garganta cuando veo al presidente Snow subirse a un escenario. El odio y el asco que siento por él incrementa con cada segundo que lo veo. A su lado un niño vestido con un traje blanco lo sigue. Sostiene una sencilla caja de madera y se coloca unos pasos por detrás de él.

Termina el himno y el presidente comienza a hablar para recordarnos a todos los Días Oscuros en los que nacieron los Juegos del Hambre. Cuando se elaboraron las reglas de los juegos, se determinó que cada veinticinco años el aniversario se conmemoraría con el Vasallaje de los Veinticinco. Sería una versión ampliada de los juegos en memoria de los asesinados por la rebelión de los Distritos.

  • En el veinticinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por culpa de su propia violencia, todos los Distritos tuvieron que celebrar elecciones y votar a los tributos que los representarían – sigue hablando el Presidente.

Eso es horrible, que tus propios vecinos voten tu nombre para llevarte a la arena… Es mucho peor eso que ver cómo sacan tu nombre de la urna en la Cosecha.

  • En el cincuenta aniversario – vuelvo a prestar atención – como recordatorio de que murieron dos rebeldes por cada ciudadano del Capitolio, todos los Distritos enviaron el doble de tributos de lo acostumbrado – sigue recordando las anteriores ediciones.

Cuarenta y siete enemigos a los que abatirse, ya es complicado con veintitrés, como para pensar en el doble. Peores posibilidades de volver a casa con vida. Aunque ahora que lo recuerdo ese año ganó los Juegos, Haymitch. Debió de ser muy difícil para él.

  • Y ahora llegamos a nuestro tercer Vasallaje de los Veinticinco – hace una pausa mientras espera a que el niño se acerque a él y abre la caja en su dirección. El Presidente saca un sobre y lo abre, las manos me sudan y mi corazón se acelera – En el setenta y cinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que ni siquiera sus miembros más fuertes son rivales para el poder del Capitolio, los tributos elegidos saldrán del grupo de los vencedores.




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