Salgo de casa corriendo, necesito que me dé el aire. Mis padres me gritan algo pero no los entiendo. Las calles van pasando una a una mientras dejo que el viento golpee fuerte contra mi rostro. No me inmuto, lo único que quiero hacer es escapar.
Al final termino en un parque, la oscuridad de la noche me envuelve permitiendo que pase desaparecida ante los ojos de los curiosos. Me siento en el suelo, apoyada contra el tronco de un árbol y me desahogo. Rompo a llorar.
No puedo creer que vaya a tener que ir otra vez a ese infierno. Se supone que si ganábamos una vez estábamos exentos de volver a ir. Salíamos de las urnas de la Cosecha y teníamos una vida llena de lujos.
Y ahora esto. Las tarjetas no están escritas desde que comenzaron, no lo están, es demasiada casualidad que ahora, con los levantamientos y con el desafío que hicimos Katniss y yo, sean los tributos vencedores quienes tienen que volver a la arena. Ha sido idea del Presidente Snow, nos quiere ver muertas y por mucho que haya más vencedoras mujeres en mi distrito, estoy segura al cien por cien que me va a tocar ir a mí.
No sé cuánto tiempo llevo sentada en este parque llorando, los músculos los tengo agarrotados y el frío se cuela bajo mi piel. Me limpio las lágrimas y me levanto dispuesta a volver a casa y enfrentar a mi familia.
No puedo hacer nada al respecto, es algo inevitable, pero lo que sí puedo hacer es volver a la Academia y entrenar todos los días como si no hubiera un mañana. Tengo que llegar a la arena en la mejor condición física porque todos ellos son asesinos profesionales, ganaron sus juegos, y no van a tener piedad.
Las semanas han pasado y no he dejado de entrenar ni un solo día. Si hecho la vista atrás puedo decir que estoy mucho más preparada y capacitada para ir. Sobre todo si lo comparamos a cómo estaba hace un año. Soy más fuerte, más rápida y más letal, no tengo compasión ni empatía. Mis sentimientos y emociones han quedado atrás, en ese árbol a las tantas de la noche.
A unos metros de mí diviso a Enobaria acabando su entrenamiento. Todos los vencedores han vuelto a ponerse en forma y muchos de ellos, como Brutus, quieren presentarse como voluntarios. Sobre todo los hombres. En cuanto a las mujeres, muchas de ellas ya son de edad avanzada y otras tienen hijos de los cuáles hacerse cargo. Por lo que si salen irán pero si no salen no van a presentarse voluntarias. Aunque hay una excepción y estoy caminando hacia ella.
Salimos de la sala y Enobaria me guía por los pasillos hasta que llegamos a un vestuario. Por lo que parece solo debe usarlo ella, porque es pequeño y tiene sus cosas ahí.
Enobaria me abraza y yo lo devuelvo gustosa. Ahora sé que ella estará al otro lado, velando por mí y haciendo todo lo posible por traerme de vuelta a casa.
Las nubes negras comienzan a opacar los últimos rayos de sol del día. Camino entre las tumbas hasta que llego al lugar. Me agacho y me quedo contemplando su lápida.
Los minutos y las horas pasan pero no me importa, estoy tranquila y en paz, como cada vez que estaba con él. Una gota impacta en mi cara y después le siguen unas cuantas. La lluvia ha comenzado pero no me importa. Quiero estar con él el máximo tiempo posible, puede que no lo esté nunca más.