Nota aclaratoria: los acontecimientos que se narran en este capítulo ocurren simultáneamente con los narrados por Clove en el primer capítulo.
Estar aquí encerrado sin poder salir me pone malo, necesito aire, aire fresco. Necesito salir de aquí aunque sean diez minutos nada más. Pero por más que pido que nos dejen salir, la presidenta no lo considera oportuno. Nadie del Distrito 13 sale por lo que nosotros no vamos a ser las excepciones que hagan cambiar las cosas así porque sí.
Otra de las razones por las que siento que me hundo cada día más es porque no sé nada de Clove. Me dicen que está bien pero eso no me sirve porque no puedo verla y eso me mata. Necesito saber que está bien para poder seguir con todo esto. Sé que no puede saber que sigo vivo pero… No puedo seguir así.
Lo tengo decidido, llevo varios días pensando la forma en llevar a cabo y hoy es ese día.
Me escabullo como puedo de la gente, sobre todo de los guardias y llego sin ningún percance hasta la zona de despegue de los aerodeslizadores. Veo que uno de ellos está a punto de irse por lo que sigilosamente me meto dentro de la zona de carga.
Me escondo entre unas cajas que hay y me siento en el suelo. No tengo ni idea de a dónde va pero me da igual. Cuando aterrice hallaré la forma de llegar al Distrito 2.
El aerodeslizador aterriza después de un par de horas. Salgo sin que nadie me vea y me escondo entre unos contenedores. Me fijo en lo que tengo a mí alrededor y me doy cuenta de que estoy en el Distrito 7, en cuanto veo el número siete en grande en una pared. Desde aquí hasta mi destino no hay mucho y creo recordar haber oído que salen unos trenes hacia allí.
Cuando llego al Distrito 2 la noche ha caído. La ciudad está desierta, no hay gente por la calle aunque de vez en cuando veo patrullas de agentes de la paz recorriendo las calles. Por lo que veo se han vuelto más estrictos y han puesto un toque de queda. Por una parte así es mejor para mí. Es mucho más fácil sumergirse en la oscuridad y no ser detectado pero… un movimiento en falso y todo se irá a la mierda.
Camino entre las sombras y por fin llego hasta la casa de Clove. Nada ha cambiado, todo sigue igual. Salto la valla del jardín con cuidado de no despertar a nadie. Voy hasta la parte de atrás y miro arriba, a su ventana. Las luces están apagadas, debe de estar dormida ya. Mejor para mí, así será más fácil, si estuviera despierta querría hablar con ella.
Subo por la enredadera de la pared hasta llegar a su balcón. Con movimientos agiles me encaramo en la barandilla y piso el suelo del balcón con facilidad. Los entrenamientos en el 13 están surgiendo efecto, aunque siempre he sido capaz de hacer todo.
Me acerco lentamente hasta la puerta y cojo el pomo. Este se gira lentamente dándome paso a su habitación. Miro la oscuridad de la estancia, solo iluminada por el reflejo de la luna y me doy cuenta de que todo está hecho un desastre. ¿Qué ha pasado aquí? Clove no es así, ella es muy ordenada.
Me acerco lentamente hasta su cama mientras mi corazón se acelera. Ahí está, tan preciosa como siempre, mi Clove. Tan pequeña, tan frágil pero a la vez tan fuerte y valiente…
La veo moverse y mi cuerpo se queda estático. ¿Me habrá visto? Si lo ha hecho estoy perdido.
Clove sigue moviéndose sin parar y a murmurar. Me acerco más a ella y veo que aún está dormida. Está soñando aunque más bien creo que es una pesadilla. Me imagino sobre qué, yo las tengo desde que salí de la arena. La sola idea de pensar que puedo perderla… Entonces caigo en la cuenta de que ella me vio morir, ella se cree que yo estoy muerto.
Me acerco aun más, quiero despertarla, quiero acunarla entre mis brazos y decirla que no pasa nada, que estoy aquí, que no me voy a ir a ningún lado, que no la he abandonado. Pero no puedo, no puedo hacerlo y se me parte el alma verla así, tan desprotegida.
La rabia y la frustración me carcomen por dentro, aprieto mis manos contra el colchón de su cama y finalmente formo con ellas puños. Mi mano viaja hasta su mejilla pero antes de tocarla, aunque solo sea un leve roce, me aparto. Dejo mi mano quieta a escasos milímetros de su piel.
De repente comienza a moverse con más ahínco por lo que me alejo de ella.
Mi corazón se acelera y nervioso miro por la habitación hasta que me oculto entre las sombras, detrás de la puerta de su armario. No creo que pueda verme aquí.
Por la pequeña abertura de la puerta veo como Clove se incorpora de la cama, está sudando y llorando. Ojalá poder acercarme a ella, abrazarla y consolarla. No soporto verla así.
El nudo que tengo en el estómago cada vez es mayor.
Me quedo ahí quieto, mirándola, sin poder hacer nada. Puede que haya pasado una hora o quizás más, pero siento que se calma por fin. Su respiración se vuelve regular y sé que se está durmiendo por lo que salgo de mi escondite sin hacer ruido.
Vuelvo a acercarme lentamente hasta su cama y me inclino sobre ella, para poder verla mejor antes de irme.
Mi mano vuelve a acercarse pero esta vez no la detengo, necesito sentir el contacto de su piel con la mía. Aparto un mechón de su cara con suma delicadeza y acaricio con mi pulgar su mejilla, en una suave caricia.
Se está quedando dormida y atrás han quedado las lágrimas que antes debían de surcar su precioso rostro. Ahora refleja calma.