Amar o morir #2 - Libertad

Capítulo 17 - HOGAR

Mis ojos comienzan a aguarse sin poder evitarlo. Lo miro de arriba a abajo sin saber qué hacer. Está vivo, es de carne y hueso.

  • Bueno… - comienza a hablar Annia pero se le entrecorta la voz. Está igual de sorprendida que todos – ¡Vaya giro de los acontecimientos! – intenta retomar el control mientras mira a Cato de refilón – Los tributos del Distrito 2 de este año son Clove Kentwell y Cato Hadley – dice con voz angustiada.

Ya no puedo controlarme y comienzo a llorar. Ambos vamos a ir a la arena. Otra vez se va a repetir la misma historia. Otra vez podemos volver a morir. Esto es demasiado para mí.

  • Podéis daros la mano – nos mira Annia con una leve sonrisa.

No puedo moverme, mi cuerpo no reacciona. Solo siento como mi corazón va a un ritmo fuera de lo normal. Quiero caminar hacia él, comprobar por mí misma que es real, pero las instrucciones que manda mi cerebro no llegan a mis piernas.

Cato se acerca lentamente hasta mí, coge una de mis manos entre la suya y deposita un beso en el dorso de mi mano. Su mirada sigue clavada en mis ojos haciéndome estremecer. Después baja nuestras manos y las entrelaza. Así unidas, las levanta mirando al frente, dando un claro mensaje: somos un equipo fuerte, que está unido y que vamos a ir a por todas en la arena.

De repente la gente comienza a gritar y a abalanzarse hacia el escenario. Todo es un caos, comienzan a gritar cosas como que detengan los juegos o cómo es posible que Cato esté vivo. Busco a mi familia y me miran preocupados, intentan acercarse a mí y es entonces cuando reacciono. Suelto la mano de Cato y comienzo a bajar las escaleras en su dirección pero dos agentes de paz se interponen en mi camino. Me cogen de los brazos con fuerza y me llevan hacia dentro del edificio.

  • ¡No esperan! – grito para que me dejen - ¡Tengo que despedirme de mi familia! – intento soltarme pero son mucho más fuertes en este momento que yo.
  • Cambio de planes, directos a la estación – me dice uno de los agentes.

No pueden hacerme esto, no pueden. Necesito despedirme de ellos, decirles al menos unas últimas palabras.

Estoy en la puerta del Edificio de Justicia cuando consigo girarme y veo a mis padres y a mi hermano intentando hacerse paso entre la gente. Los miro horrorizada y ellos se dan cuenta de que es demasiado tarde, me voy y puede que nunca más me vuelvan a ver.

  • ¡OS QUIERO! – grito con todas mis fuerzas con la esperanza de que me oigan con tanto alboroto.

La última imagen que veo de ellos me hace saber que me han escuchado, pero ver sus rostros llenos de lágrimas me provoca un dolor fuerte en el pecho.

Los agentes de paz me arrastran entre los innumerables pasillos hasta que salimos por la parte trasera del edificio. Me hacen subir a un coche que sale rápidamente en dirección a la estación. A mi lado se encuentra Annia que me mira consternada, sin saber qué decir y con los ojos como platos.

Miro por la ventanilla y veo pasar con rapidez las casas y los árboles. Al llegar nadie nos está esperando y me obligan a ingresar en el tren con bastante brusquedad. 

Entro y voy hasta el comedor sin necesidad de guía, conozco perfectamente este tren. Cuando las puertas se abren veo que todos están allí, Brutus, Enobaria y también Cato. Doy un par de pasos hacia él pero me quedo clavada en el suelo mirándolo. Está tan guapo que parece irreal.

Cato se mueve hacia mí lentamente, mirándome con precaución pero con amor en los ojos. Llega a mi altura y me rodea con sus brazos fuertes mi cuerpo. Mi cabeza se apoya en su pecho y dejo que me abrace. Respiro su aroma y tiemblo ligeramente. No sé cuántas veces había imaginado que esto ocurriese pero está pasando.

Me separo un poco de él y veo que los demás se han alejado de nosotros para darnos algo de intimidad. Las manos de Cato se posan sobre mi cintura y me mira sonriendo.

  • ¡Dios, no sabes las ganas que tenía de verte y de que supieses que estaba vivo! – dice con entusiasmo mientras pasa una de sus manos por mi mejilla.
  • ¿Cómo… cómo es posible? – pregunto dubitativa – Te vi morir Cato – le digo recordando ese día – Te vi morir entre mis brazos – se me entrecorta la voz mientras una lagrima traviesa surca mi cara y él se encarga de borrar con rapidez con su pulgar.
  • Me encantaría poder explicártelo todo Clove – me dice – pero no es un buen sitio para hablar – entiendo a qué se refiere, los vagones están vigilados.

Mi mirada vuelve a viajar a nuestros acompañantes. Brutus mira a Cato con verdadera sorpresa, está confuso igual que todos. Después poso mi mirada en Enobaria esperando lo mismo pero no es así. Su cuerpo está en tensión y su mirada es dura. Sus ojos conectan con los de Cato y veo preocupación en ellos. Enobaria sabe algo, estoy segura de ello. Pero por ahora lo dejaré pasar, primero necesito hablar con Cato y que me explique qué es lo que está pasando.

  • ¿Por qué no os sentáis en los sofás un rato a descansar? – nos dice Annia – Hoy ha sido un día lleno de emociones – su tono se vuelve comprensivo.
  • Me parece bien – responde Cato y se gira para mirarme.

Aun me cuesta reaccionar, han sido demasiadas emociones en muy poco tiempo. La mano de Cato se entrelaza con la mía haciéndome reaccionar. Él tira de mi mano y nos guía juntos hacia uno de los sofás. Nos sentamos y posa las manos unidas en su pierna, dejándolas descansar ahí.

 

Al cabo de un par de horas Cato se levanta del sofá y se gira para mirarme, me tiende una mano y yo la agarro sin dudar. Comienza a caminar y simplemente me dejo llevar. Sus dedos se entrelazan con los míos, como ha hecho desde que nos hemos visto, mientras andamos por los pasillos. Finalmente nos detenemos en una puerta. Lo miro sin entender nada hasta que el tren frena. Cato pulsa un botón y la puerta se abre. Juntos la traspasamos y comenzamos a caminar. Poco a poco nos vamos alejando del tren pero no demasiado como para que nos pierdan de vista.

  • ¿Qué ocurre Cato? – pregunto parándome.
  • Tenemos que hablar – me dice en tono bajo parándose frente a mí – Dentro del tren no podemos así que aprovecho que han parado a repostar para contarte todo – acaricia mi mejilla con dulzura.
  • Vale – respondo poniéndome nerviosa ya que al fin voy a tener respuestas.
  • Quiero que sepas que he querido hacer esto desde que desperté de la arena – me dice agarrando mis mejillas con sus dos manos y mirándome a los ojos para que sepa que está siendo sincero – Pero no podía acercarme a ti, no quería ponerte en peligro, más de lo que estás – sigue hablando – No puedo contarte todo Clove – lo veo realmente preocupado y frustrado.
  • Vale – vuelvo a repetir, entendiendo que no voy a tener respuestas a todas mis preguntas - ¿Cómo sobreviviste? – pregunto.
  • La lanza no logró dañar ningún órgano vital y pudieron curarme – me explica.
  • ¿Dónde? – vuelvo a preguntar - ¿Dónde estuviste todo este tiempo? – insisto posando mis manos en su pecho y arrugando su camiseta entre mis dedos.
  • No… - mira a todas partes nervioso – no puedo decírtelo Clove, por tu bien – me mira ahora otra vez.
  • Está bien – comprendo lo que me quiere decir - ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? – sigo preguntando.
  • Estuve un tiempo recuperándome de las heridas, después rehabilitándome y entrenando, poniéndome otra vez en buena forma física – me dice sin darme demasiados detalles.
  • ¿Por qué no volviste al Distrito 2? – subo y bajo mis manos por su pecho.
  • No podía volver, era muy peligroso – me dice – Aunque me he escapado varias veces para venir a verte – sonríe tontamente.
  • Espera – alzo la mirada - ¿Tú me sacaste del agua en el Distrito 4? – lo miro sorprendida.
  • Sí – afirma colocando un mechón de mi pelo tras la oreja - ¿En qué estabas pensando? – me pregunta – Me diste un susto de muerte – me estrecha contra su pecho mientras sus brazos rodean mi cuerpo.
  • Entonces no me lo imaginé, eras tú de verdad – sonrío apoyada contra él.
  • ¿Viste la camiseta que te dejé en el tren? – ante su pregunta lo miro anonadada.
  • Sí – se me corta la respiración al saber que ha estado tan cerca de mí y yo sin darme cuenta – Ayer en el cementerio también eras tú – ni siquiera le pregunto porque ya sé la respuesta.




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