Amar o morir #2 - Libertad

Capítulo 19 - A TODA COSTA

Los rayos de sol que entran por la ventana del vagón me despiertan. Entrecierro los ojos hasta que me acostumbro a la claridad. Hace mucho tiempo que el sol no me despierta, estar enterrado bajo tierra al final acaba pasando factura.

Un peso sobre mi cuerpo se mueve lo que me hace mirar en esa dirección, encontrándome con la melena negra de Clove. Sonrío como un tonto al recordar la noche que hemos pasado. Por fin, después de tantos meses estamos juntos y aun me parece que es irreal.

Aparto con cuidado el pelo de su cara y disfruto viéndola dormir. Mis dedos acarician su mejilla y van descendiendo hasta toparme con la piel descubierta de su hombro.

Clove inconscientemente sonríe ante mis caricias y poco a poco abre los ojos. Sonrío al ver su cara y aparto el pelo de su frente con cariño mientras se despierta. Alza la mirada para ver mi cara y con el brazo que tiene rodeando mi cintura ejerce fuerza para pegarse más contra mi pecho. Deja un beso sobre mi piel y otro en la curva de mi cuello lo que provoca que se me erice la piel. Clove se ríe y se incorpora un poco, apoyando una de sus manos en el colchón y dejando la otra descansando sobre mi pecho.

  • Buenos días – hablo al fin mientras una de mis manos rodean su cintura, pegándola más contra mi cuerpo si es posible.
  • Buenos días – medio susurra porque aun sigue adormilada.
  • ¿Cómo has dormido? – pregunto sonriendo acariciando su espalda desnuda.
  • Muy bien – me responde - ¿Y tú? – me pregunta deslizando uno de sus dedos por mi pecho.
  • ¡Joder, mejor que nunca! – suelto de repente y ella me da un golpe suave en el pecho por la manera de expresarme -¿Qué? ¡Es verdad! – digo medio riendo – El sitio en el que he estado no es que fuese una villa de lujo – explico.
  • Pues me alegro de que esta noche pudieras dormir bien – me dice colocándose por completo encima de mí.

Clove acerca su cara a la mía y termina juntando nuestros labios en un beso dulce. Saboreo con mi lengua su labio inferior y lo muerdo, haciendo que suelte un leve gemido. Me incorporo y consigo tumbarla en la cama, colocándome encima de ella. Mis labios se alejan de los suyos y deposito un beso en la punta de su nariz, lo que provoca que suelte una carcajada que hincha mi corazón de alegría. Escucharla reír es todo lo que necesito.

Mis manos viajan por los laterales de su cuerpo y sin que ella se lo espere comienzo a hacerla cosquillas. Clove se retuerce bajo mi cuerpo y ríe a carcajada limpia. Es tan contagioso que termino también riendo con ella.

  • Para por favor – me pide intentando sujetar mis manos para que deje de hacerla cosquillas.
  • No quiero – respondo como un niño pequeño – Me lo estoy pasando muy bien – sigo picándola.
  • ¡Cato! – chilla riéndose e intenta hacerme a mí también cosquillas.

Aflojo mis ataques y dejo que ella tome un poco el control. Se coloca sobre mí e intenta hacerme cosquillas pero la pego contra mi cuerpo y dejo un par de besos sobre su cuello. Clove deja de forcejear al sentir mis labios sobre su piel y entonces aprovecho para volver a colocarla sobre la cama. Me acerco a su cara con una sonrisa y la beso.

Estamos durante unos minutos así, disfrutando de nuestros besos. Clove recorre con sus manos mi cuerpo y me hace estremecer.

  • Si seguimos así, no salimos de la cama hoy – digo con voz ronca para después terminar riendo contra la curva de su cuello.
  • Bueno… - me dice nerviosa y yo me aparto de ella para mirarla – Será mejor que me vaya a la ducha – sonríe.

Dejo que se levante y veo como camina desnuda hasta la puerta del baño, antes de traspasar la puerta se da la vuelta, se apoya en el marco y me mira.

  • ¿Vienes? – me pregunta con cara angelical y una sonrisa enorme en su cara.

Abro los ojos por la sorpresa de su invitación pero no me lo pienso dos veces. Me levanto rápidamente y camino decidido hasta el baño. Al llegar veo que Clove ya está dentro de la ducha. Entro con ella y cierro la puerta de cristal tras mi espalda. Me acerco hasta ella y me pego a su espalda sintiendo como el agua comienza a caer sobre nuestros cuerpos. Dejo un beso en su omóplato y se estremece. Mis manos comienzan a recorrer su cintura y suben hasta alcanzar sus pechos. Los amaso con mis manos mientras mis labios dejan besos en todas las zonas que encuentro de su espalda. Clove gime levemente haciéndome sonreír. Una de mis manos desciende hasta su parte íntima y me dedico a recorrerla de arriba abajo. Sus caderas se mueven y se pega más a mí, buscando más atención. Se remueve contra mi entrepierna intencionadamente, encendiéndome aun más. No la hago esperar más y mis dedos se entierran dentro de ella sin aviso previo.

  • ¡Dios! – exclama con voz grave Clove.

Suelto una carcajada y sigo con mi labor. Se gira y junta sus labios con ansias contra los míos. Nos devoramos mutuamente mientras la siento estremecerse. Saco mis dedos y la doy la vuelta para empujarla contra la pared y la alzo con fuerza. Sus piernas se enrollan en mi cintura y me entierro dentro de ella. Primero comienzo despacio mientras me acerco a ella para besarla pero después mis movimientos aceleran. Clove se separa y gime contra mi oído con libertad.

Clove me mira fijamente a mis ojos al separarnos para poder respirar y clava sus uñas en mi espalda. Cansado de esa posición, la bajo al suelo y la hago girar. Hago que se incline un poco y vuelvo a adentrarme dentro de ella. De la fuerza de mis movimientos, Clove tiene que apoyar las manos contra la pared para no caerse. Con esta postura puedo entrar y salir más fácilmente por lo que las embestidas son más rápidas y bruscas, buscando alcanzar nuestro límite.

El placer nos inunda por cada poro de nuestra piel. Salgo de ella y me siento en el suelo frío de la ducha. Clove se acerca a mí y se sienta justo encima, enterrándose ella sola en mí. Sus manos se colocan sobre mis hombros para ayudarse a impulsarse y mis manos van hasta su cintura, recorriendo a mi antojo su espalda desnuda y mojada. El agua sigue cayendo sobre nosotros pero nos da igual. Mis manos ahora pasan hasta su nuca y muevo su cabeza para que sus labios se encuentren con los míos. Nos volvemos a devorar con ganas. Clove no para, es más, acelera aun más sus movimientos, volviéndome completamente loco.

  • Estoy… estoy… - me dice entrecortadamente por la agitación.
  • Yo también pequeña – respondo juntando su frente con la mía.




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