Amar o morir #2 - Libertad

Capítulo 28 - SOBREVIVIR UN POCO MÁS

 

SOBREVIVIR UN POCO MÁS

 

  • ¡Arriba, Clove! ¡Vamos! – oigo la voz de Cato gritando y me revuelvo aun dormida por el suelo, el bebé me hace dormir más de lo debido - ¡Clove! – le oigo otra vez gritándome y esta vez más cerca.

Unos brazos me levantan del suelo casi con fuerza y entonces abro los ojos con fuerza.

  • ¡¿Qué…?! – miro a todas partes hasta que mis ojos se encuentran con los azules de mi chico.
  • Tienes que correr, Clove. ¡Ahora! – me ordena mientras agarra de mi brazo y tira de mí.
  • ¿Qué ocurre? – pregunto asustada.
  • La niebla – me dice sin más.
  • Es venenosa – contesta Finnick acercándose a mí con Mags a su espalda.

Miro hacia atrás y veo como una niebla blanquecina se alza tras nosotros y acorta el espacio acercándose peligrosamente.

  • ¡No pares! – me urge Cato.
  • No puedo ir más deprisa – respondo con la voz ahogada.

Se acerca a mí y me agarra de la mano para ayudarme a bajar por una cuesta bastante pendiente.

  • ¡Ahhh! – un grito resuena y al girarme veo que Peeta se retuerce en el suelo, la niebla lo ha alcanzado.
  • ¡Clove, no! – me  grita Cato cuando suelto su mano y me dispongo a ayudar a Peeta a levantarse.

No me da tiempo a llegar para ayudarlo, aunque Katniss sí, lo alcanza con más rapidez, por lo que me giro dispuesta a seguir corriendo, pero una rama grande  se interpone en mi camino, haciendo que caiga al suelo. Intento incorporarme y entonces lo noto.

  • ¡Ahhhh! – grito angustiada por el dolor, un dolor que arrasa todo mi cuerpo, que me paraliza.

Caigo al suelo y más niebla se acerca a mí cuerpo. Sé que tengo que moverme, sé que tengo que salir de aquí, sé que tengo que luchar por mi bebé, pero el dolor es tan intenso que no puedo moverme.

  • Te tengo, pequeña – la voz de Cato me hace abrir los ojos.

Me quejo de dolor cuando siento sus brazos bajo mi cuerpo, alzándome contra su pecho. Lo siento tensarse.

  • ¡JODER! – grita y sé que la niebla ha llegado a él.

Cato echa a correr ladera abajo y yo solo puedo sentir su cuerpo y el dolor de mi cuerpo.

  • ¡No puedo! – oigo la voz de Katniss y Cato se para.

Abro los ojos y veo a Katniss con Peeta en el suelo y a Finnick a su lado con Mags a su espalda.

Mags se baja de la espalda de Finnick, le da un beso en los labios y se interna sin más en la niebla. Todos nos quedamos petrificados, sin saber qué hacer, ni qué decir. Ha sido raro, sobre todo ver la cara descompuesta de Finnick, así como sus gritos, al ver que su compañera y antigua mentora, ya no está. Se ha sacrificado por Peeta, ¿qué está pasando?

  • Cato… - susurro mientras mi cuerpo tiembla.
  • Voy a sacarte de aquí, pequeña – me dice inclinándose hacia mí – ¡Tenemos que irnos! – les grita a los demás.

Cato vuelve a correr y solo espero que salgamos de aquí, pero no me entero de mucho, estoy medio inconsciente por el dolor.

  • ¡Ahhh! – gritan todos de dolor y yo solo siento como el cuerpo de Cato oculta el mío, protegiéndome, pero pierde el equilibrio y comenzamos a caer ladera abajo.

No sé cuántas vueltas doy, pero cuando paramos miro hacia arriba y veo como la niebla se acerca. Estamos perdidos, es el fin. Pero antes de poder buscar a Cato, veo como la niebla llega a una zona, pero no pasa, como si una barrera invisible supusiera un obstáculo para ella.

La niebla se detiene allí, no avanza y eso me hace suspirar aliviada. Por ahora, podremos vivir un poco más.

Un cuerpo pasa arrastrándose por mi lado y distingo la cabellera castaña de Katniss. Se acerca a un pequeño estanque y grita de dolor cuando mete su mano.

  • Funciona – la oigo decir – El agua funciona – y sé lo que quiere decir, el agua ayuda a mitigar el dolor producido por el gas de la niebla.

Imito a Katniss, dejando a un lado el dolor que me atraviesa cada vez que avanzo, pero finalmente llego al agua y me voy metiendo poco a poco. Se me escapan quejidos de dolor, pero al ver que las ampollas de mis manos desaparecen tras el contacto con el agua, sigo y termino metiendo todo mi cuerpo dentro del estanque.

  • ¡Qué bien sienta! – me dice Katniss mirándome.
  • Sí – respondo.

Al terminar me levanto como puedo, controlando el mareo que tengo y llego hasta Cato.

  • ¿Amor? – le llamo mientras le doy la vuelta para que mire al techo – Sé que te duele, pero tienes que ir hacia el agua, va a ayudarte – agarro uno de sus brazos e intento levantarlo, pero pesa tanto que no puedo – Ayúdame, por favor, no puedo contigo.

Cato gruñe pero lo hace, se levanta con mi ayuda y a trompicones llegamos hasta el estanque. Lo meto poco a poco, echando agua por su cuello, por su mentón, el pelo… Él se agarra a mis piernas mientras se estremece del dolor y gruñe, pero deja que le quite todas las ampollas que tiene.

Cuando deja de temblar me pongo de rodillas y le paso mi mano por su mejilla, haciendo que me mire. Sus ojos me recorren entera, buscando alguna señal de herida.

  • ¿Te encuentras bien, pequeña? – me pregunta y veo que su mirada baja a mi vientre.
  • Estoy bien, no te preocupes – respondo intentando que entienda que los dos estamos bien.
  • Te quiero – me dice y me coge de la nuca para apoyar sus labios con los míos.
  • ¿Qué ha sido eso? – Peeta nos interrumpe y miramos en su dirección.
  • No lo sé – responde Cato.
  • Es como si hubiera una barrera invisible y de allí no ha pasado – hablo.
  • ¿Y ahora qué? – dice Katniss.
  • No lo sé – respondo.
  • Necesitamos beber agua y pensar qué vamos a hacer. Voy yo a por agua – dejamos que Peeta se vaya hacia un árbol con la espita y yo dejo que Cato me arrope con sus brazos, descansando mi cabeza sobre su pecho.




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