Capítulo 30– EL VERDADERO ENEMIGO
EL VERDADERO ENEMIGO
Las horas pasan y el momento del plan se acerca peligrosamente. Me acurruco más contra el pecho de Cato mientras vemos el atardecer. Me giro para mirarlo y él me pasa una mano por el pelo, el cuello,… haciéndome estremecer.
- Pase lo que pase estaré contigo, ¿vale? – me dice en voz baja.
- Lo sé – respondo con una leve sonrisa – Pero, ¿cómo vamos a matarlos?
- No lo sé – me dice depositando un beso sobre mi sien.
- Son nuestros amigos, no…
- No lo haremos pequeña, ayudaremos en el plan y cuando lo hayamos conseguido nos iremos por nuestra cuenta. Que se maten entre ellos primero y luego solo quedará uno. Será fácil.
- No dejarán que vuelva a pasar lo de los últimos juegos, no dejarán que salgan dos con vida – se me encoje el corazón.
- Lo sé. Saldrás con vida de aquí.
- ¿Qué? ¡NO! – niego con la cabeza repetidas veces – No voy a dejar que lo hagas, no puedo.
- Tienes que sobrevivir, Clove – me acaricia la mejilla con delicadeza.
- No puedo, tienes que salvarte tú. No puedo vivir en un mundo donde tú no estés.
- Amor – me dice apoyando su frente contra la mía – tienes que salir de aquí. Tienes que vivir, hay gente que te espera en casa.
- Tú también tienes gente – lloro sin poder evitarlo.
- Clove – me alza el mentón para que lo mire a los ojos – No me lo perdonaría en la vida si tú no sales de esta arena. Nunca, ¿me oyes? Tienes que… tienes… - la voz se le entrecorta y me mira suplicante mientras una de sus manos se posa en mi vientre – Tienes que hacerlo, por los dos. No puedo perderos a los dos. Por favor – me suplica y veo como una lágrima traviesa surca su cara.
- Yo…
- Por favor.
Asiento derrotada con la cabeza al pensar en nuestro bebé, en que si yo muero él no solo me perderá a mí sino también a nuestro hijo o hija.
Cato se inclina y me besa con delicadeza, entregándome todo su amor. Le correspondo de igual forma, haciéndole saber que soy toda suya. Sus dientes muerden mi labio inferior y yo solo puedo gemir de placer, pegándome todo lo posible a su cuerpo y tocando allí donde mis manos pueden posarse. El beso se vuelve intenso y termino a horcajadas sobre él, dejando que sus brazos me envuelvan y dejando suaves besos sobre su mentón y su cuello.
Respiramos con fuerza, acariciándonos, sintiéndonos y mirándonos a los ojos, siendo nosotros, olvidando dónde estamos y si alguien nos observa.
- Te amo, pequeña.
- Yo también te amo, amor.
Cato vuelve a juntar nuestros labios y disfruto de este momento con él, pensando en el ahora, en nosotros.
- Tortolitos es la hora – oigo que nos llama Finnick y yo me separo de los labios de mi chico.
- No quiero – susurro contra su boca – Tengo un mal presentimiento – rozo su mejilla con mi nariz.
- Lo sé – me responde – yo también tengo esa sensación. Pero no te preocupes, no me voy a apartar de tu lado.
Asiento con la cabeza y Cato me besa castamente. Me separa de él con delicadeza y se pone de pie. Como siempre, me tiende la mano y me ayuda a levantarme.
Agarrados de la mano llegamos hasta el resto del grupo y comenzamos a caminar hacia el árbol. Nadie dice nada, todos estamos en silencio y con los sentidos alerta, buscando cualquier indicio del paradero del resto de tributos.
Al llegar vemos con Beetee comienza a inspeccionar el lugar, el resto nos quedamos observando sin saber muy bien qué hacer.
- Calcinación mínima – comenta Beetee – Es un conductor impresionante. Empecemos.
Se acerca al árbol y el resto lo seguimos.
- Un rayo tiene la energía de 100.000.000 de julios – habla mientras va pasando el alambre alrededor de una de las ramas – Mejor no estar cerca cuando caiga. Vosotras tres marcharos ya – nos acerca la bobina a Johanna, a Katniss y a mí – Toma – se lo tiende a Katniss – Desenrollarlo con cuidado. Que toda la bobina esté en el agua antes de que caiga. Después ir al árbol del sector dos y nos encontraremos allí.
- Iré con ellas para protegerlas – habla Cato y Peeta asiente de acuerdo con sus palabras.
- No, no – habla Beetee – Tú te quedas aquí para protegerme a mí y al árbol – miro a Cato asustada. No entiendo nada. ¿Por qué quieren separarnos? ¿Lo estarán haciendo aposta para matarnos con facilidad?
- No, tengo que ir con ella – dice con ese tono furioso que emplea cuando alguien lo contradice.
- Ahí fuera hay unos cuantos profesionales y necesito tres escoltas, son muchos.
- Finnick puede protegerte solo perfectamente – mira a Peeta y sé que los dos están muy nerviosos. Mi mirada se posa en la de Katniss y veo que a ella no le está gustando nada de nada que nos separen.
- Sí – hablo por primera vez – Que se queden Finnick y Johanna. Cato, Peeta, Katniss y yo podemos llevar la bovina.
Johanna y Finnick se miran y no me gusta nada, están tramando algo. Lo sé.
- Acordasteis mantenerme con vida hasta media noche – se acerca Beetee a mí y yo me tenso, poniendo mi cuerpo en alerta - ¿Correcto? – me mira a los ojos.
- Es su plan. A todos nos pareció bien – interviene Johanna.
- ¿Hay algún problema? – pregunta Finnick y Cato le fulmina con la mirada. No lo soporta.
- Excelente pregunta – me sigue mirando Beetee.
- No – responde Katniss por mí mientras posa una de sus manos en mi brazo, haciéndome saber que está aquí conmigo – Ninguno.
Me acerco directamente a Cato y lo miro. Sabe lo que estoy pensando. No le gusta ni un pelo que nos hayan hecho separarnos, pero no podemos hacer nada. Podrían sospechar y se armaría una batalla campal en este preciso momento y no estamos preparados, no si al menos queremos salir los dos con vida de esa pelea.