EPÍLOGO - LIBERTAD
LIBERTAD
Abro los ojos y miro al techo gris que hay sobre mi cabeza. ¿Dónde…? ¿Dónde estoy? Miro confusa todo lo que tengo alrededor. Me duele todo el cuerpo como si un camión me hubiese pasado por encima. Observo la vía que tengo en mi brazo y me la arranco. La mueca por el dolor se instala en mi cara pero no me importa. Me incorporo como puedo y busco algo que me resulte familiar.
Justo a mi lado encuentro tendido a Beetee. Me acerco a él y compruebo su pulso en el cuello. Está vivo. Sigo inspeccionando y me doy cuenta de que hay dos camastros vacios junto al mío. Pero hay otro ocupado. Katniss.
Me acerco como puedo, ya que me tambaleo y mis piernas flaquean. Caigo de rodillas junto a ella y veo como su cuerpo sube y baja. También está viva. La zarandeo y veo como se revuelve hasta que abre por fin los ojos.
- Katniss – susurro porque no quiero llamar la atención de quienes nos han capturado.
- ¿Clove? – murmura medio adormilada.
- Soy yo. ¿Cómo te encuentras?
- Algo aturdida. ¿Dónde estamos?
- No lo sé. Beetee está ahí – señalo con la cabeza – pero creo que hay más gente. Tendremos que averiguarlo, así que es mejor que te levantes.
La ayudo a incorporarse y Katniss coge una jeringuilla de una de las mesas que hay, para tenerla como arma. Aunque seguramente no le sirva de mucho.
- Parece que estamos en un aerodeslizador – le comento en voz baja.
- Sí – afirma – Vamos por allí – señala al fondo donde hay una puerta.
Al acercarnos más comenzamos a escuchar voces. ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que quieren de nosotras? Y lo más importante, ¿dónde está Cato? Si le ha pasado algo después del desprendimiento de la arena me muero. Necesito que esté vivo, lo necesito como el respirar.
Me fijo en el brazo de Katniss, está vendado, justo donde nos pusieron el implante del localizador. Miro mi brazo, ahí donde Johanna me lo abrió en canal y también veo que lo han curado. ¿Por qué nos quitaría los localizadores? No entiendo nada.
- Verás cuando sepa lo del chico – resuena una voz y miro interrogante a Katniss, pues juraría que se parece a la voz de Haymitch.
- Pero seguirá cooperando – suena otra voz. ¿Plutarch? ¿Qué cojones hace el vigilante jefe con Haymitch?
- ¿Sin Peeta? No estoy seguro.
Katniss se ha ido acercando tanto a la puerta que esta se abre, revelándonos a las personas que hay al otro lado.
Mis ojos se abren de la impresión cuando seis pares de ojos nos observan directamente.
Plutarch, Haymitch, Brutus, Enobaria, Finnick y Cato.
- ¿Qué? – solo consigo decir mientras los miro sin entender nada.
Jamás me los habría imaginado a todos ellos juntos en un mismo sitio. ¿Qué cojones está pasando aquí?
Pero mis ojos se detienen de nuevo en los azules de mi chico. Cato se acerca preocupado hasta mí, con los brazos a ambos lados del cuerpo y acercándose lentamente, como si esperase que me fuese a alejar o a tener miedo de él.
Pero me da igual, en mi cabeza ahora mismo solo está él. Vivo. Respirando el mismo aire que yo. Me acerco rápidamente a él y paso mis brazos por su cuerpo para pegarlo a mí. Cato me estrecha entre sus brazos y yo puedo respirar de nuevo.
- Pensé que… - susurro y mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas.
- Tranquila, pequeña. Estoy bien – se separa de mí y me alza la mirada posando sus manos en mi mejilla - ¿Estás bien?
- Sí, creo que sí. Aturdida y algo abrumada No entiendo qué está pasando.
- Ya te lo explicaré más tarde, lo importante es que estamos juntos.
Junta su frente con la mía y ambos respiramos, aliviados por tenernos el uno al otro, por seguir vivos.
- Buenos días preciosa – oigo como Haymitch se dirige a mi amiga y los dos nos separamos para observarlos. Creo que esta conversación no va a ir por buen camino.
Katniss cambia su cara y la furia la invade. Se acerca rabiosa hacia su mentor y Cato me arrastra tras su espalda, protegiéndome de lo que pueda llegar a pasar.
Ambos forcejean, Katniss con la jeringa en la mano y Haymitch intentando aplacarla pero sin hacerla daño.
- ¿Qué haces con ellos? – le recrimina cuando consigue atraparla contra una de las paredes del aerodeslizador.
- Tú y una jeringuilla contra el Capitolio – se medio burla de ella mientras se la quita de la mano – Por eso nadie te deja planear nada.
Los ojos de Katniss se posan en los de Finnick, que la mira directamente a ella. ¿En que está pensando? ¿Por qué lo mira así? Finnick resultó leal a nosotros, sé que lo era. No sé porqué, pero lo sentía así.
- ¿Qué hace ese aquí? – lo mira como si quisiese matarlo.
- Para – le reprocha su mentor.
- Ya está bien – es ahora Finnick quien habla cuando ve que los dos siguen forcejeando – Escucha.
- No podíamos contártelo, a ninguna de las dos – me da un leve vistazo Haymitch – con Snow observándoos. Era demasiado arriesgado. Era mejor que ninguno de vosotros supiera nada.
- ¿Dónde está Peeta? – pregunta separándose y mirándonos a todos. Yo hago lo mismo. ¿Por qué él no está aquí con nosotros?
- Katniss – interviene Plutarch con pena – Vosotras habéis sido nuestra misión desde el principio – miro a Cato sin entender nada y él me coge de la mano entrelazando nuestros dedos – El plan siempre ha sido sacaros. La mitad de los tributos estaba al tanto. Esta es la revolución. Vosotras sois el Sinsajo y ahora nos dirigimos al Distrito 13.
- ¿Distrito 13? – hablo en un susurro intentando retener todo lo que nos acaba de decir.
¿Por eso los tributos se comportaban así con nosotros? ¿Y cómo es posible que vayamos al Distrito 13? El Distrito 13 ya no existe.
- ¿Dónde está Peeta? – vuelve a preguntar mi amiga empezando a desesperarse.
- Aún tiene el dispositivo de seguimiento. Johanna os quito el vuestro y Finnick consiguió quitárselo a Cato – comienza a hablar de nuevo Haymitch.
- ¿Dónde está?
- En el Capitolio – no, no, no. No puede ser. No puede ser verdad. Mis ojos comienzan a empañarse y las rodillas comienzan a temblarme de la impotencia – Los han cogido a él y a Johanna.
- ¡Hijo de puta! – grita Katniss acercándose hacía él para pegarle y consigue asestarle una bofetada - ¡Hijo de…! – Haymitch consigue parar otra arremetida – ¡Me lo prometiste que lo salvarías a él antes que a mí! – mis lágrimas comienzan a surcar mi cara, porque no puede ser que haya caído en sus manos. Peeta es un ser de luz, no se lo merece – Me lo prometiste – sus lágrimas me destrozan el corazón y veo como Plutarch le inyecta algo que la deja sin fuerzas – Me lo prometiste. Eres un mentiroso. Eres un mentiroso.