Amargura

Primera vista (Capitulo 5)

Los empleados de la empresa miraban a Narel pero no le decían nada, era obvio que sufria por la gran pérdida, se reflejaba en su delgadez, su rostro y en su mirada. 

Entró a la oficina y su jefe sonrió al verlo 

– Me alegro de verte, toma asiento, antes de irnos a la reunión quiero hacerte una pregunta. 

Narel se sentó. 

– Dígame ¿Ah pasado algo?. Pregunto preocupado por su trabajo. 

– No es referente a tu desempeño en mi empresa Narel. Respondió 

– ¿Y entonces? No entiendo. Pregunto extrañado. 

– Narel, ¿Estás apto para seguir en tu puesto?, tienes un cargo bastante responsable y no quiero verte indispuesto, tienes un dolor muy grande que se ve en tu rostro. 

– Señor Lorenzo, se que tiene un gran afecto hacia a mí, no lo defraudaré en lo laboral, estando aquí no pensaré tanto en mi situación. 

Lorenzo dio pasos hacia  él

– Levántate muchacho, quiero darte un abrazo. 

Narel se levantó y sintió ese abrazo tan sincero que por primera vez desde la partida de sus hijas y esposa sonrió. 

– Usted ah hecho tanto por mí, le agradezco sinceramente no haberme dejado solo. 

Lorenzo le dio dos palmadas en modo de apoyo, se aparto de él y apretó sus hombros. 

– Te quiero como a un hijo, el hijo que nunca tuve, de hecho quisiera presentarte a mi única hija, salió a una reunión, estamos investigando sobre una nueva inversión, se ve buena la empresa. 

– Estoy de acuerdo con saber todo sobre esta nueva empresa. 

– Pues bien hijo, vallamos a esa reunión de ella depende la nueva sede 

Ambos salieron hacia la sala de reuniones, al entrar, un hombre de edad estaba acompañado de tres jóvenes y una bella mujer. 

– Buenas tardes. Dijo Lorenzo – Bienvenidos. 

La mujer al ver a Narel sonrió, pero él ignoro la hermosa sonrisa, pasó por su lado y tomo asiento, seguido de eso la puerta se abrió y apareció Silvana, ya había estado con ellos por lo tanto no saludo solo sonrió, su sonrisa se borro al ver que la mujer miraba a Narel, Silvana se  sento al lado de él haciendo que este la mirara. 

– ¿Me acosas?. Le pregunto en un tono de voz muy bajo. 

Algo que Silvana tomo como coqueteo haciendo que la mujer parpadeara sorprendida pensando en sí, que ellos  eran pareja por la forma en la que Silvana respondió y le guiño un ojo a Narel. 

– Es un placer tenerlos aquí. Dijo Lorenzo

– Igual para nosotros. Respondió el señor 

– Las carpetas que tienen cada uno en sus lugares son nuestras propuestas. Dijo Silvana – Pueden revisarla. 

Los invitados procedieron a mirarla, y entre ellos mismo hablaban... 

La mujer hablaba con el joven que tenía a su lado, un hombre de unos 24 años quien era el hijo mayor del señor interesado en hacer negocios con esta empresa. 

La mujer asintió antes las palabras que este le decía. 

– Que le parece un 40 y 60% para nosotros 

Silvana, Narel y Lorenzo se miraron. 

Silvana se acercó al señor Lorenzo y dijo unas palabras al oído. 

– No se puede, el 100% está divido en tres inversionistas. Dijo él señor Lorenzo 

Los invitados se miraron con extrañes. 

– ¿Acaso hay otro inversionista?. Pregunto el señor 

– Señor Rodrigo, si revisa en la primera hoja ahí se detalla claramente. Dijo Silvana 

Las 5 personas se pusieron en la tarea de revisar lo antes dicho. 

– Sonash?, ¿Está es la segunda inversionista?. Pregunto el joven que estaba al lado de la mujer. 

– Exactamente. Respondió el señor Lorenzo

– ¿Pero dónde está?, se supone que debería estar aquí. 

– Señor... Silvana no sabía cómo llamarle, no sabía su nombre. 

– Paúl. Respondió

– Disculpe, señor Paúl la segunda inversionista tuvo un imprevisto de emergencia a última, ella estuvo aquí pero tuvo que irse. 

– Entiendo. Respondió el joven 

Se miraron entre ellos. 

– Si hay un tercer inversionista no saldremos con un mayor porcentaje. Dijo Paúl entre susurros a la mujer 

– Pienso que deberíamos de tener otra reunión para hablar de esto. Respondió 

– Señora Renata no creo que deberíamos de buscar otra reunión, papá yo creo que con un 40 es bueno. Dijo Paúl en voz baja 

– También estuve pensando en eso. Respondió el señor – ¿Y ustedes están de acuerdo?. Le pregunto a sus otros dos hijos

– Creo que sí, pidamos ese 40%, si no aceptan no hay trato. Respondió el más chico 

– Tienen el 50, no van a decir que no. Respondió el otro joven. 

 – Entonces todos estamos de acuerdo con cerrar el trato. Pregunto Renata. 

– Estoy de acuerdo. Dijo el señor Rodrigo. 

– En vista de que hay un tercer inversionista, queremos el 40. Dijo Renata.

Lorenzo asintió en respuesta

– Estoy de acuerdo. Respondió, se puso de pie y se dirigió hacia el señor Rodrigo – Un placer haber hecho tratos contigo

– Por la vieja amistad. Respondió estrechando su mano. 

– Por la vieja amistad. Apoyó... 

 

Después de despedirse Narel Silvana y Lorenso se miraron los rostros. 

– Esto hay que celebrarlo, llamaré a mi hija, le diré que su estrategia funcionó. 

Silvana sonrió, miraba como se alejaba su jefe con su movil pegado en su oreja. 

– ¿No piensas decir nada? 

– No tengo nada que decir Silvana 

Ella se acercó rápidamente a él para evitar que se fuera. Lo tomo de la mano. 

– Narel, me lástima que me ignores, ¿Porque me haces esto? 

– Silvana, no me toques. Dijo grotesco – Lo nuestro fue algo fugaz,  no es nada para mí entiéndelo. Sacudió su mano para zafarse de ella. 

Silvana volvió agarrar su mano 

– Me enamore de tí

– Y yo, no quiero saber nada de amor. Volvió a sacudir su mano 

– No me daré por vencida. Dijo 

Narel dio la espalda y salió de la sala de reuniones. 

Se sintió algo afectado por las palabras de Silvana, entró al ascensor, estando ahí dentro solo se derrumbó, golpeó varias veces uno de los metales para liberar la sensación de culpa que sentía. 




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