Amargura

Crisis (Capitulo 20)

Ambos estaban sentados en la mesa del comedor, Sonash tenía su vista pérdida, y Narel la tenía pérdida observándola a ella.

Él aclaro su garganta para llamar su atención.

– ¿Que hiciste hoy?.

Ella parpadeo, lo miro y dudó en decirle lo ocurrido con Gisselle.

– Fui hacer las compras, y, olvide los productos del aseo.

– Podemos ir ahora sí así lo deseas.

Ella rasco su frente y deslizó sus dedos entre su cabello.

– Está bien. Sonrió forzada.

Las palabras de Giselle sembraron dudas en ella después de lo que había ocurrido hace un rato.

– Tu padre, me preguntó por ti, ¿Porque no le has llamado?

– Lo olvide, lo llamaré más tarde.

– Mañana iré hacerme los estudios para Zayiova, ¿Quieres acompañarme?

– No sé. Dudó

– Eres mi mujer, Evelyn solo es la madre de mi hija, ¿Estamos?

Sonash sonrió

– Estamos, ¿Como esta la niña?

– Bastante ansiosa, delgada, de mal color.

Sonash estiró su mano y apretó la mano de él

– Todo saldrá bien, y serás el donante que ella necesita, la medicina en Estados Unidos es buena.

Narel correspondió a su apretón y tomo la mano de ella y la besó.

– Gracias, eres hermosa.

Sonash sonrió cambiando la mirada triste que tenía.

– Vallamos a comprar.

Narel se puso de pie y la ayudo a recoger la mesa...

Roshan corría por toda la casa evitando ser atrapada por Kerim. Sus gritos y su risa lo llenaban de felicidad.

Cuando ella intento subir la escaleras el la tomó del brazo.

La jalo para acercarla a él, la rodeó con sus brazos y la besó...

– Me estoy enamorando como un loco de ti.

El móvil de Roshan corto el beso entre ellos.

Ella camino hacia el pequeño comedor de cuatro puestos.

Al ver la pantalla abrió los ojos.

– Es mi hermano. Susurró – Hola hermanito precioso

– Ingrata, ¿Cuando coño pensabas llamar?. Repicó su hermano

– Pero qué manera de saludar a tu princesa

– ¿Como estas?. Preguntó él

– Estoy bien, iba hablar con una amiga para viajar a Venezuela y...

– No, no hace falta, salió un negocio y no podemos negarnos ante tal oportunidad, viajaremos a Estados Unidos dentro de tres días.

– ¿Enserio Jorge?, ¿Vienen a este país?

– Si.

Un gritó de emoción espanto a Kerim

– ¡Ya no voy a estar sola!, de verdad los extrañe, ya pensaba en volver hermano.

– Tranquila niña, controlate.

– Nos vemos hermano, saludos y besos para todos.

Kerim la miraba con el ceño fruncido

– ¿¡Así que te sientes sola?!. Gruñó

– En sentido figurado. Respondió burlona.

– Me vas a volver loco. Abrió sus brazos – Ven acá. Roshan corrió a él y este la cargo – Me toca compartirte con tus hermanos, eso no me agrada.

– Tu tendrás de mi algo que ellos no.

– Lo sé, amo ese triángulo.

Roshan se acercó a su rostro y lo lleno de besos.

– Estoy enamorada.

– Estamos mi amor, estamos. Le recalcó dándole a entender que el sentía lo mismo...

Narel caminaba detrás de Sonash mientras ella buscaba los productos que necesitaba.

Narel observó a un hombre que al igual que ellos hacia compras, este tenía su carrito lleno, el error que este hombre estaba cometiendo era mirar cada vez que podía a Sonash. Eso era lo que Narel pensaba entre sí.

El hombre de buen porte, buen vestir y un buen físico le atraía el cuerpo y el rostro de Sonash, para él caminar por el mismo carril era inevitable no mirar a esa hermosa joven.

Sonash tomo un paquete de jabón y este se le resbaló de las manos, el hombre al tiempo que ella se agachó para tomarlo y sus manos se rozaron, Narel a ver esa escena enloqueció.

Tomo al hombre del cuello de la camisa y lo lanzó al piso.

– No, toques, a mi, mujer. Dijo cada palabra seguido con un golpe.

Sonash intentaba apartar a Narel para evitar que siguiera golpeando al hombre, las personas observaban la pelea, dos policías atendieron el llamado de uno de los cajeros y estos corrieron hacia ellos y los apartaron.

– Calmados o los llevo a los separos. Dijo uno de los policías advirtiendo.

Sonash miraba con horror a Narel.

Tenia sangre en una esquina de su boca, su rostro estaba rojo, sus cejas y su ceño fruncido de la ira que sentía. El hombre tenía su rostro todo golpeado uno de los policías le preguntó si iba a poner una demanda, la mirada de Sonash al escuchar esas palabras la hicieron tensarse. El desconocido al notar su mirada negó.

Sonash sintió una sensación de alivio y dio una expresión de agradecimiento, expresión que Narel noto y lo hizo molestarse aún más.

Después de haber llegado a una conciliación los policías los soltaron.

Narel tomo la mano de Sonash y caminaron a prisa, ella lo miraba horrorizada, subieron al auto.

Narel golpeó el volante varias veces.

– ¡Le sonreía te maldita sea!, ¡Sonreiste a ese hijo de perra!.

Ella abrió los ojos sorprendida.

– Narel, yo no.

– ¡No lo niegues!. La tomo del cuello – Te vi como lo miraste – Yo te ví.

Ella negaba horrorizada y con lágrimas en sus ojos intentaba explicarle.

– Por favor Narel, escúchame, yo no...

– ¡Cállate!. Gritó haciéndola espantarse.

Sonash guardo silencio, las lágrimas corrían por sus mejillas.

Narel encendió el auto y condujo hasta llegar al edificio donde vivían.

No hablaron en todo el camino, entraron al apartamento en absoluto silencio.

La joven entró a la habitación con la esperanza de que Narel la siguiera y pudieran hablar sobre lo sucedido pero no. Sonash rendida ante eso no tuvo otra más que entrar a la ducha, abrió la llave de la regadera y se sentó en el piso llorando...

Narel caminaba de un lado a otro con las manos empuñadas. Se hacía imágenes en su cabeza de cosas y de hechos que Sonash no había hecho.

Apenas empezaba su mente a jugarle una mala jugada.

Cerro los ojos y recordó un hecho en su adolescencia.




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