Amarieth: El despertar

Capitulo 8

Ahmed

 

—tiene.que.ser.una.broma. —me quería reír, no podía ser posible que ahora, justo ahora las cosas se pusieran de este color.

 

Habíamos ido a la ciudad que quedaba a una hora de casa para ir a la playa muy temprano, pero aun así el sol me tostó tanto la piel que comenzaron a aparecerme moretones como si hubiera sido golpeada con violencia.

 

Estaban tan morado.

 

Maddy solo pudo echarme agua y hiero para ver si se quitaba, solo sentía la piel caliente por el sol, pero nada más.

 

Con el paso de los minutos fue bajando y considere quedarme bajo una palmera, de todas maneras, no era buena nadadora y menos con esas olas tan gigantes.

 

Median menos de un metro si tuviera que meter la mitad de mi cuerpo bajo agua y la corriente.. No, no me iba a arriesgar.

 

Así que camine un poco recogiendo conchas de mar por todo el lugar mientras era la única persona que tenía suéter y pantalón largo caminando por la playa, era tan incómodo todo que estaba empezando a creer que era mejor el sol que este calor y arena caliente.

 

Pasamos las horas de esa manera, solo me atreví a meterme un poco al agua y porque Maddy me suplico.

 

Cuando llegue a casa me quede dormida casi como si fuera magia, estaba en otro lugar, uno muy similar a casa…

 

A decir verdad, conocía la ciudad bastante bien como para saber que donde debía haber una carretera y más edificios, ahora solo había un bosque que no daba muchos ánimos adentrarse, había visto tráiler de terror y esto tenia pinta de uno, pero estaba rodeada de personas que eran familiares, camine hasta lo que parecía un cafetín, según mi mente debía ir allí porque iba a ver a una amiga pero al entrar el lugar estaba lleno de algunos hombres y no estaba ella por ese lugar, tome asiento en la barra y espere, no tardo mucho pues al sentarme ella entro al lugar y me saludo.

 

—hey!!! —A pesar del saludo eufórico, las cosas se pusieron feas en cuestión de segundos.

 

Varios hombres rodearon a mi amiga y aun que estaba intentando que nos dejaran en paz un hombre con traje blanco y piel morena muy alto se nos acercó.

—tu… no deberías estar aquí… tampoco meterte en algo que no te incumbe. —Me quede de piedra en mi sitio al verlo, sentía que ya lo había visto, su nombre estaba en mi lengua igual que cuando conocí a Samuel, y a este hombre lo conocía, y no, no era un hombre

 

—lo siento, pero ella es mi amiga y no puedo dejarla. —Hice una leve reverencia y el solo sonrió con burla, pero había cierto aire de superioridad en él, la energía que emanaba me estaba mareando además de su olor a azufre.

 

—sabes quién soy ¿verdad? —su pregunta me hizo tragar grueso pues sí, muy dentro de mi gritaba que sí.

 

—azazel?... —El sonrió de nuevo y eso me confirmo que debíamos salir de allí.

 

—bien. Inténtalo, pero no creo que puedas salir de aquí. —Mi amiga en un momento estaba con esos hombres y ellos la estaban acosando y las cosas estaban subiendo de tono.

 

—tienes que darme algo de ventaja. —murmure haciendo puchero como si fuéramos viejos amigos a lo que él solo bebió de lo que tenía allí y se acercó demasiado a mi rostro.

 

—no intervendré. —dijo tan simple que me asusto, pero tenía que tragarme ese miedo en este momento.

 

Se quedó allí y camine de reversa sin dejar de verlo haciendo otra reverencia y yendo a donde estaba mi amiga, intente alejarla de ellos, aunque ya estaba casi sin ropa, el miedo en su rostro me hizo entrar en pánico, pero aun así lo hice.

 

¿de dónde salió la daga? Ni idea, pero me dio ventaja de llevarla más dentro del local, salir por donde entramos no estaba en discusión menos como Azazel me estaba mirando.

 

Todo estaba cerrado como por secciones, cada una con cortinas tan gruesas que no se que les puse, pero tenia que implementar lo que había medio aprendido, usar un portal, intenté gritar por ayuda pero al parecer nadie me escuchaba, íbamos demasiado rápido incluso para mi amiga.

 

—tu! —grito un chico que parecía vestido de mesonero, sabía que no era un demonio.

 

—sácala de aquí, ellos no me quieren a mí. —el tomo de la mano a mi amiga mirándome como si estuviera loca.

 

—no me iré de aquí sin ti, estás loca. —ambos miramos a lo lejos como se escuchaban algunas maldiciones.




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