Amarieth: El despertar

Capitulo 9

—di-dime que hay un barco o tierra cerca… quiero vomitar—intente sostener mi estómago y tapar mi boca, en mar abierto había olas, tenía que sujetarme fuerte de vez en cuando cada que el bote saltaba y caía muy, muy hondo.

 

El mar era demasiado azul y yo estaba en pánico, no sabía nadar; nos rodeaba la nada y el sol ya casi no estaba, él parecía tranquilo como si sabía exactamente a dónde íbamos.

 

El cielo estrellado nos cubrió y había mas estrellas de las que en la ciudad podía ver, era hermoso.

 

—Ahmed, necesito que te calmes —grito por encima del sonido de las olas, estaba temblando como loca y los nudillos ya ni los sentía, tenía las manos dormidas sosteniéndome del borde del bote.

 

—¿Cómo quieres que lo haga? — le grite de regreso viendo mi estado, demasiado patético supongo.

 

—el mar siempre es calmado, creo que está reaccionando a tu pánico, debes calmarte— lo vi acercarse luego de apagar el motor.

 

Entonces lo note, sus alas aparecieron ante mi vista solo en dos pestañeos y el también se dio cuenta.

 

—¿ves? Estas a salvo, pero necesito que te calmes— su voz sonaba tranquila cuando se quedó frente a mí, me transmitió algo de calma y poco a poco me quede dormida.

 

Me desperté con el sol entrando por una ventana y el canto de pájaros, abrí los ojos un poco solo para ver donde estaba y mi estado de alerta se activó, la habitación era demasiado familiar, era como un Déjà vu.

 

Todo era blanco, pero no un blanco limpio, era un blanco beige, un color crema muy tranquilo, las sabanas eran demasiado suaves y mi cuerpo.

 

Me quite las sabanas rápido para darme cuenta que ya no traía mi ropa, tenía un camisón de dormir, mi cabeza comenzó a pinchar en dolor, como si una aguja se inserta en mi cerebro y otra quisiera salir, lleve las manos a mi cabeza y la brisa fría entro por mi cuerpo congelándome al instante, muchas voces inundaron mi mente, como si de una caja se tratara, pude imaginar una puerta, una grande y negra de acero.

 

Las voces venían detrás de esa puerta, tenía los ojos tan fuertemente cerrados que lo veía tan claro como si los tuviera abiertos, sentí las tibias manos de alguien en mi rostro y esa puerta se volvió lejana tan rápido como llego, abrí los ojos de golpe tomando demasiado aire como si no hubiera estado respirando.

 

Unos ojos morados me recibieron, grité espantada alejándome hasta sentir el espaldar de la cama, el hombre se alejó con las manos en alto, la habitación era la misma que cuando abrí los ojos.

 

¿estaba muerta?

 

¿quede en coma?

 

Había otras personas en la habitación y entre ellas, reconocí a este chico, el que estaba conmigo en el bote.

 

—tu…—dije con cierto rencor y lo vi alejarse.

 

—Ahmed, cálmate, yo le pedí que te trajera—hablo alguien y al girarme vi al mismo chico de ojos lila mirarme.

 

El con cuidado movió sus ojos señalando mis manos, cuando los vi estas tenían unas marcas doradas, el dolor regreso, pero esta vez más soportable.

 

Era un recuerdo

 

En él estaba atando estas cosas en mis manos y unas manos enguantadas las fijaban con otra cadena y luego las imágenes subían de tono.

 

Me sonroje como tonta cerrando las piernas por inercia y abrace mis manos las cuales desprendían calor.

 

—¿todo bien? —pregunto el hombre mirándome con una ceja levantada.

 

—¿Dónde estoy? —pregunte asustada abrazándome a mí misma tratando de calmar los latidos de mi corazón y los nervios, estas personas no eran personas.

 

¿Cómo acabe aquí?

 

—esto… estas en un lugar seguro, esas cosas que viste, son cazadores, Theo dijo que ya habías visto uno antes en este plano material fue un milagro que estés ilesa— el hombre hablaba y su voz era profunda pero suave, trague grueso volviendo a mirar al chico que me trajo y este solo me dio una media sonrisa.

 

—tus… tus ojos—murmure señalando lo obvio y él dejo escapar una sonrisa.

 

—oh, ellos… no tengo cuerpo humano para ocultarlos—se excusó como si fuera la cosa más normal del mundo.

 

—Sam no estará feliz... —escuche una voz de mujer a lo que todos en la habitación giramos a verla, era una rubia de cabello corto, se veía normal, muy normal.




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