Ahmed
—mmmm… es tan… difícil—me queje con los ojos cerrados, frotando mi cien.
El sonido de la cascada era insistente y suave, pero justo ahora me estaba irritando.
Volví a abrir los ojos, estábamos en el sur de la isla, había una cascada de agua dulce oculta en una cueva, el lugar daba la sensación de estar en otro mundo, era hermoso.
Theo esta vez era mi niñera, algo sucedió pues Leo no ha regresado y Samuel no es tan abierto a contarme cosas, cosas que piensa que no puedo saber, no aún.
—concéntrate… en algo que quieras, piénsalo mientras nadas —se lanzó al agua, no me pareció mala su idea, por lo que deje que mis pies tocaran el agua y si, estaba helada.
Apenas y podía pararme en la piedra que estaba bajo el agua, dejando el agua hasta mis tobillos, vi a Theo del otro lado, cerca del agua que caía y solo me hacía señas bastante claras de que debía acompañarle.
¿Cómo le digo que no soy una experta nadadora?
Y peor aún.
¿Cómo le digo que le tengo miedo a la profundidad?
El agua era tan cristalina que podía ver lo que había de fondo pero seguro que si estaba profundo.
Respire hondo tomando algo de valor para intentarlo, pero sé que soy demasiado cobarde.
él era un ángel ¿no?
Seguro que podía rescatarme de morir ahogada.
Con el mío a flor de piel y el agua congelándome los huesos me agache un poco cómica sentándome en la roca para luego entrar al agua poco a poco.
—vamos… si se puede… si puedo—murmure tratando de no temblar por el frio, me deslice por el agua sumergiéndome completamente.
Pero rápidamente mi cuerpo fue llevado arriba y tome una bocanada de aire dejando salir un grito.
—es-esta friooo!! —trate de no reírme mientras movía mis piernas y manos intentando ser coordinada y no esforzarme demasiado.
Mire como Theo gritaba algo, pero el sonido del agua no me dejaba escuchar.
Por alguna razón sentía que mi cuerpo estaba por flotar mucho más ya que mi trasero estaba sintiendo la leve brisa fría.
—lo haces bien! —esta vez sí lo entendí y no pude evitar reírme, mi cuerpo estaba luchando con la hipotermia, era muy bonito todo hasta que entrabas al agua.
Iba por mitad de camino y mi cerebro el cual siempre piensa en tragedias le dio por pensar “ya estás en medio del lago ¿sabes que más puede haber debajo?”, mi cuerpo se congelo y por más que lo intente no sentía que avanzaba, el sol no entraba directamente por la hora así que allí estaba yo, en medio del lago y pataleando para moverme.
Los dedos de mi pie derecho se comenzaron a contraer y el tendón se estiro logrando que se me congelara y me sumergiera con poco oxígeno en mis pulmones.
Theo estaba viendo y en cuestión de segundo escuche algo que cayó al agua, intente sostener mi pie y estirar mis dedos con una mano y con la otra intentar subir, pero solo me hundía mas, eso sin mencionar que mis ojos ni podía abrirlos.
Los segundos parecían minutos eternos, minutos en los cuales no sabría explicar si lo que veía era mis vidas pasadas pasar frente a mis ojos o si esas eran las puertas al cielo lo que estaba viendo.
Unas manos tomaron mi torso haciéndome subir rápido y cuando quise decir algo o patalear estábamos en la tierra.
Al parecer voló o yo disocie.
—vamos Ahmed, vamos respira —paso su mano tibia por mi espalda, estaba tosiendo como loca por una poca cantidad de agua.
Me costó unos cuantos minutos calmarme y en todo ese tiempo solo mantenía mis dedos flexionados hacia arriba, ya dolía pero no quería arriesgarme a que se me volvieran a torcer.
—dioses… como odio esto! —me dije mirando mi pie y Theo se movió y vi como extendía su mano hacia mi pie.
—no haces mucho ejercicio ¿verdad? —su semblante es serio, no se está burlando de mí.
—me di cuenta de esto cuando dormía, simplemente una noche comencé a tener esto. —explico intentando estirar mi pierna con miedo de que vuelvan a contraerse mis dedos.