Damián
Respire hondo masajeando mi cien, hace meses que Ahmed está en su casa y no podemos comunicarnos entre nosotros, cerraron toda conexión para poder enfrentarse a los demonios que escapan de las líneas de tiempo y con respecto al portal oscuro no se ha mencionado nada, hable con Jessiel pero incluso ella no quiso decirme al respecto, pero sus ojos decía que algo malo ha pasado.
Elliot así como el resto están con sus respectivos grupos encargándose de ayudar, Samuel sigue desaparecido y por más que intento llamarle no hay ni una señal, de su gemelo Sathiel tampoco se ha sabido nada, excepto que lo castigaron dejándolo arriba.
La única que esta es Chloe y se la ha pasado intentando ocupar su mente en practicar magia de defensa, su nivel ha subido mucho más desde entonces, su determinación la tiene concentrada.
Esos mechones de cabello dorados ahora están más largos, solo me mantengo observando desde lejos.
Ella no ha dicho nada sobre lo que paso, ni en la cabaña; se la paso todo el tiempo cuidando a Ahmed dormida e intentando entrar en su mente.
Ahora aquí, completamente solos, estoy más que nervioso y ansioso.
Me levanto solo por ocio, tomo un vaso con whisky tomándolo de un sorbo, ni este sabor siendo lo peor quema mis ansias.
Unos golpes en la puerta me hacen por instinto decir que entren, los cabellos rubios se asoman dejándome ver a una preocupada Chloe quien entra con un libro en sus brazos, lo conozco apenas lo veo, es un viejo libro que ella escribió una vez hace dos vidas.
—¿pasa algo? —dejo el libro en una página en específico y me sorprendió lo que veo en él.
Soy yo… es un dibujo de mí.
—¿cuando planeabas decírmelo? —su voz es calmada, pero sé que esta cabreada.
—no es fácil… —bebo de un solo golpe el contenido dejando el vaso sobre la mesa, ese dibujo, lo recuerdo, recuerdo bien ese día.
—¿Cómo es posible? —sé que en su mente ya debe tener todas las respuestas, no ha recordado los momentos conmigo porque yo no he querido que lo haga.
—pues… nunca te he buscado, siempre nos encontramos. El mundo es pequeño Chloe —susurré y solo vi como esos grandes ojos cafés me miran esperando que diga algo.
Tengo miedo, pero este día llegaría en cualquier momento.
—estamos destinados, Chloe —no tengo el valor de mirarla a los ojos, solo veo ese dibujo y dejo que mis dedos acaricien la hoja vieja.
—¿destinados? —levando la mirada solo para encontrar esos profundos ojos azules con el ceño fruncido.
—sí, Chloe nuestras almas están destinadas —mi corazón latía con fuerza, podía verla y escuchar sus latidos que están mas que acelerados que los míos.
—¿Cómo? ¿Por qué no lo recuerdo? —solté una sonrisa, es tan digno de ella; me senté sobre la mesa inclinándome tomando sus manos.
—¿quieres recordarme? —sus ojos decían un gran “¿Por qué no?”, sé que pueda estar pasando por su mente en estos momentos, pero debo aclararle esto. —yo… la última vez que nos vimos… corrías peligro y … egoístamente los tome conmigo—sus grandes ojos curiosos mirando directo a mis labios me hizo recordar de nuevo nuestro beso.
—así como Samuel tomo los de Ahmed? —asentí levemente y ella bajo la mirada a nuestras manos.
—quiero… quiero recordarlo —sus ojos de nuevo volvieron a los míos y la acerque con un pequeño tirón a mi cuerpo dejando sus manos en mi pecho, acercado mis labios a su mejilla dejando un suave beso allí.
Como todo en los humanos, solo hay un interruptor y este es el nuestro, sus memorias volvieron poco a poco con esa suave caricia en su mejilla.
Me aleje para verla a los ojos y podía ver como aún seguía con ellos cerrados durante unos minutos. Soltó un jadeo mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos; abrace su frágil cuerpo y ella se acurruco en mi pecho.
Siempre tuvo sus dones místicos con ella, siempre fue la mejor en todo con respecto a la magia y conmigo a su lado sus poderes no tenían limites, yo tenía que cuidarla protegerla pero la línea era tan delgada que no pude evitar sentir otra clase de amor por ella.
Una de esas vidas fui humano solo para sentir de verdad lo que era estar en su vida y no detrás del velo celestial.