Ahmed
Me levante como si tuviera resaca, realmente no recuerdo nada de lo que “soñé”.
Han pasado semanas en lo mismo, aunque estoy intentando las runas nada parece funcionar, ni sacarlo de lo más profundo, es como si no hubiera quedado nada dentro, esto es desesperante y deprimente.
—dioses… esto es malo… —murmure una vez llegue al trabajo sintiendo que ya no podía más, demasiado estrés.
El día paso lento y tan lleno de personas que no puedo soportar más, me voy apenas el reloj cambia saliendo a prisa de este lugar, detesto atender al público.
Arrastro los pies respirando hondo cuando ya la calle está completamente desierta soltando todo ese estrés que tengo, la familiar sensación de libertad me hace sentir bien, escuchare algo de música cuando este en mi habitación.
Al menos mi madre no me molesta más con cualquier cosa, ya soy un adulto, pero esta pandemia nos está consumiendo a todos.
Quiero olvidarlo, pero no puedo.
Aun quiero intentar recordar que soñé y como si alguien respondiera a mi plegaria silenciosa el recuerdo llega de golpe.
La espada chocando con la mía me hace retroceder para saber quién es este imbécil.
Japón no es un buen lugar para ser ángel, está lleno de demonios, pero esta encomienda es para ambas, necesitamos la información y atrapar a este cretino, pero no esperaba encontrarme con el cretino mayor.
Lo miro con enojo, detesto tener que desenfundar mi katana, tenemos que ser muy cautelosas.
—¿tú quién eres? —su mirada altiva me da asco, pero mantengo la calma.
—depende de quién pregunte —una sonrisa de medio lado salió de sus labios.
—son viajeras, pero hablan muy bien —le hare un nuevo corte de cabello, lo juro.
Pero el mensaje en mi mente de Adalet es claro, necesito calmarme.
Ella llega a los segundos desconcertando a nuestro amigo, quien, al vernos baja su espada y la guarda, como precaución hago lo mismo.
Regreso al presente cuando mis pies por si solos a están en casa, me coloco los audífonos una vez en la habitación quedándome sumida en la música a volumen bajo y de nuevo estoy dormida.
Despierto un par de horas después exaltada y mareada, la habitación esta muy clara a pesar de no tener luz, unas letras doradas brillan en el techo de la habitación.
Esa caligrafía, no es hasta que intento leer mejor que sé que es Jessie.
En pocas palabras me está pidiendo que regrese al castillo, con la misma sutileza que tiene para darme órdenes.
Tengo una vida mediocre aquí cualquiera intentaría volver a la aventura, pero sin mi energía como antes, esto es algo sin sentido, incluso Samuel desapareció.
Intento no llorar, me siento extraña, cansada.
Noa: no estaras embarazada?
Ahmed: si claro, del espíritu santo.
Volvemos a bromear y enviarnos emojis pero no siento mucha gracia sobre ello.
Noa: es que por los síntomas, puede ser.
Suspire no voy a caer en esas dudas, no porque crea que es posible, no puede ser, así de simple.
Ha pasado ya un año de esto y Maddy dejo de escribirme simplemente por paz personal y no se lo recriminaría, cualquiera en su posición no quisiera saber nada de estos seres.
Padre ha dejado de “molestarme” pero mis hermanos creo que siguen allí, muy a su pesar.
He estado viendo una serie donde agentes del FBI donde le hacen perfiles a criminales seriales y uno de los personajes es un chico de cabellos alborotados delgado y alto de ojos tan avellana que endulzan; he estado viendo diez capítulos al día para distraer mi cerebro en los días libres por la pandemia.