Amarieth: El despertar

Capitulo 32

DAMIAN

—¿Qué tanto piensas? —me recargo de la pared, este sitio parece no ser una cárcel; está demasiado tranquilo, organizado y la cantidad de libros es sorprendente, los pasillos son amplios para un ángel que necesite usar sus alas para volar pues el techo es incluso más alto que las bibliotecas en la academia en la ciudad celestial.

—los cuentos, nos contaban sobre esto como rumores, influyendo el miedo sobre otros ángeles como lo hacen los humanos con los niños antes de ir a dormir. —el ceño fruncido de Samuel me llama la atención, si es cierto que se ha escuchado como un rumor, un mito, pues no estamos creados para ese tipo de cosas, muchos fuimos creados para un trabajo en específico, pero las generaciones como Samuel y Ahmed están destinadas a cosas un tanto políticas, sus familias deciden para que sirven.

Nadie sabe cuándo las trompetas suenen y la guerra y el fin sea inevitable.

Ahora ese día se retorció demasiado ¿Cuándo llegara? Ahora se ve tan confuso que estoy dudando lo que suceda en realidad ese día del juicio final.

—sabía que veníamos… ¿Cómo? ¿instintos? —Samuel parecía más hablar consigo mismo que conmigo, se dedicó a tomar un libro ojeando sus páginas y frunciendo el ceño. —mira —me lanza el libro y cuando lo abro en este se muestra nuestro idioma angelical pero la historia en ella parece más un libro de visitas y en ellas solo está un visitante, cada una de las paginas hasta las últimas, el mismo nombre.

—¿este nombre? —murmure y levante la vista y el solo asintió mirando otros libros rápidamente.

—solo encontraras ese nombre escrito en el trono de Dios, escrito por el mismo coro de querubines que lo escoltaban— lo que la gente suele pensar en un hombre sentado en una silla mientras legiones de querubines cubren sus ojos y sus pies con sus alas ante su presencia, y cantan alabanzas hacia él.

No es del todo cierto, no después de eones, solo cada cierto tiempo lo hacían.

—Dios venia aquí muy seguido. —volvimos a mirarnos y luego la puerta donde estaba Ahmed desde hace mucho tiempo, no se escuchaba absolutamente nada detrás y estoy comenzando a preocuparme.

—ella estará bien. —lo miro con una ceja levantada.

—¿Por qué tan seguro? —mis ojos se clavan de nuevo en la puerta.

—ella tiene su propio mecanismo de defensa, aunque sea un familiar… sabrá defenderse —lo veo irse dentro de una habitación y me quedo resignado mirando la puerta.

—¿será contagioso? —dejo el libro donde Sam lo encontró viendo que todos tienen el mismo modelo y exactamente lo mismo.

—lo dudo —reaparece Sam y su voz es como un eco en las paredes, igual que como Azmed lo había hecho cuando llegamos.

—no hay guardias y nuestros dones fueron reducidos a nada ¿estás seguro? —elevo una ceja intentando que entre en razón, me siento como si esto fuera mi primer rodeo y aunque no lo es si es preocupante.

—mira. Cuando Ahmed va sola a misiones lo único que debía preocuparme es que improvisara y asesinara a todos sin preguntar —lo mire con el ceño fruncido, sé que ella es impulsiva, pero ¿hasta ese extremo?

—recuerdo… esa vez —Samuel miro a un punto fijo en la nada y luego esa mirada regreso, sentía culpa, tristeza. —encontrarla cubierta de sangre, parecía tan despreocupada de todo, intentamos acercarnos su hermana y yo, pero nos atacó a ambos, sus ojos estaban apagados, tuvimos que atacarla como si ella fuera enemigo hasta que se desmayó.

—¿ella lo recuerda? —lo mire, tenía una sonrisa triste y comenzó a negar metiendo sus manos en sus bolsillos.

—no, es uno de los tantos recuerdos que le quitaron. —se pasó la mano a su nuca rascándose esta con fastidio.

—¿Por qué? —fruncí el ceño cruzándome de brazos y el solo hizo una mueca.

—porque ella estaba a un paso de ser un caído y si no fuera por su estatus ella… —elevo sus hombros y ahora entiendo un poco porque Jessiel se arriesga tanto por su hermana.

—ellos la necesitan de este lado ¿no? —volvió a asentir dejando escapar un largo suspiro.

—¿Por qué me lo dices?

—porque ella lo ha hecho, más de una vez y cuando está por llegar a ese límite, su bloqueo no se lo permite— se acercó a mi sacando una de sus manos de sus bolsillos —es una de las razones por las que la aleje de Maddy.

Ahora sí que estoy confundido.

—su obsesión con ella la llevo al límite —levanta las cejas y ahora me doy cuenta.

—¿tu como …

—¿lo tomo? Pues se mi limite sobre ella, sobre mí y es difícil no llegar a el mismo limite que ella llegaría por Maddy… —su mirada fue fugaz hacia la puerta. —pero ella es mi propio bloqueo andante.

Le dedico una sonrisa cómplice y él se vuelve a alejar, desapareciendo por uno de los pasillos.

Regreso mi oído a la puerta esperando que esta se abra, pero nada.

—Ahmed, Ahmed… —siento un poco de pena por ella, el pobre ángel está en una lucha en busca de algo imposible, independencia.

Eso solo la llevara por el mismo camino que todos intentan que no siga.




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