Amarieth: El despertar

Capitulo 35

AHMED

—carajo.

—¿no han intentado cerrarla?

—eso fue todo lo que mi magia logro hacer —mi otra yo se ve frustrada, mirando con recelo lo que quedaba de la grieta, parecía un fino hilo en el aire, reflectando la luz de algún lado.

Por lo poco que ella me ha dicho de camino aquí, es que este mundo es mas como una descripción fantástica del mío, solo puede ser comparado con lo leído en libros o mitos e historias de fantasía. Mi versión de aquí es una especie de bruja que no puede decir que lo es pues se verá en apuros, al parecer en este lado también queman a mujeres que practiquen magia.

—y no es la única —mire al hombre parecido a Samuel y corrió una cortina dejando ver un gran mapa pintado en la pared. —hemos dejado estos pequeños residuos en varias partes de la ciudad y los ataques se han vuelto peores.

—¿ataques? —preguntamos al mismo tiempo y ellos sacaron lo que parecía un arma del infierno, incluso sin tocarla se sentía la energía saliendo de él y por la cara de Leire no soy la única que lo siente.

—los ángeles de aquí … ¿Dónde están? —ella me miro como si estuviera loca.

—¿ángeles?

—Ahmed, sabes que no podemos llamar la atención. —me recordó bajito con un jalón en mi brazo.

—lo sé, solo quiero saber si ellos han hecho algo

—ellos no han llegado hasta aquí, no le importamos —ahora es nuestro turno de mirarla.

¿en serio ellos no han hecho nada?

Leire podría subir si no fuera porque ambas estamos de incognito.

—¿en qué piensas? —elevo mis cejas levantando la vista lentamente hacia ellos dándome cuenta que me he quedado mirando un punto fijo en la nada.

—Azmed me dijo que viniera por algo —murmure y mi otra versión miro de nuevo el papel y soltó un suspiro elevando el papel.

—esto… es para transmutar poderes —no quería que lo dijera tan alto pues por un tiempo lo pensé, no quise decirlo.

—¿eso no es malo? —este humano parecía preocupado por ella y lo podía saber por como miraba los ojos de ella, sabia porque Azmed nos mandó, al menos tenia las sospechas igual que yo.

—no si es prestado —dije haciendo una línea recta con mis labios.

—¿seguro que lo devolverías? —mi otra yo me miro conteniendo su enojo, se porque, si en mi realidad era igual aquí no variaba mucho los elementos para ello.

—una de las dos tiene que hacerlo —nos miramos a los ojos y un escalofrió me recorrió mi espalda.

Esto no terminara bien.

Leire me tomo de la mano y me halo lejos de ellos por su cara se veía que me regañaría.

—¿lo sabias? —me volvió para mirar a ellos quienes también nos estaban dando la espalda.

—si… más o menos… tenia mis dudas —susurre mordiendo mi labio inferior y de alguna manera esta tela está picándome.

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Respiramos hondo, ella había ido por lo que faltaba para hacer la transmutación de nuestra energía, vertí en la olla una cantidad considerablemente baja de lo que necesitábamos, repase esto muchas veces en mi habitación para estar lista, mi mente tal vez siga ocultándome cosas que al parecer ya sabe, pero como dice mi Sam; necesito tener mi cuerpo preparado tal como lo estaba mi mente escurridiza.

—es… fascinante… —murmuro el chico mirando desde el otro lado de la mesa en mi dirección. —bueno, sabía que mi lady sabia estas cosas de alquimia, pero no estoy tan seguro.

—¿no tienes miedo? —no despegue mi vista de lo que hacía, pero podía sentir la burla en Leire cuando hizo esa pregunta.

—siempre he apoyado en todo lo que ella necesite… esto no es lo menos —sonreí, incluso aquí él es considerado, el olor amargo de la olla llego incluso a mi corazón.

¿Qué me pasa?

Sentir culpa es normal pero…

—¡lo tengo! —grito mi otra versión entrando al lugar hasta mí y con cuidado deposito lo último que faltaba.

—bien… creo que ahora… necesitamos lo básico —ahora Leire estaba al lado del Samuel humano mirándonos con curiosidad.

—¿Qué les falta? —Leire fue la que se atrevió a hablar.

—sangre —cuando ella lo dijo le extendí mi daga y ella me paso la suya, ambas cortamos levemente la palma de nuestra mano reuniendo la sangre en la hoja sin dejarla caer, nos miramos y al mismo tiempo la echamos dentro. Recitando al mismo tiempo las palabras y viendo como entre ambas un circulo dorado se formaba y el mismo símbolo que estaba en el papel ahora nos rodeaba flotando en nuestro alrededor; luego de mezclar tomamos con la mano sana el contenido de la olla untándola en la reciente herida en la mano izquierda para luego unirlas, ella me tomo con fuerza y solo pude apretar la mandíbula por el dolor.

Ardía demasiado mientras el circulo comenzó a brillar y girar rápido a nuestro alrededor, la escuche recitar el hechizo, la quería asesinar.

Intente que me soltara, pero ambas estamos inclinadas por el dolor, siento el sudor frio recorriendo mi cuerpo, tanto frio que comenzó a helar.




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