Amarieth: El despertar

Capitulo 38

AHMED

—por el altísimo, ¡Ahmed! —su grito fue un gran regaño.

Me volví a colocar las manos en los oídos porque el pitido que emitió fue tan fuerte que mis tímpanos están por explotar.

—calma, Jessiel —ella esta roja, pero de la rabia, parece un tomate de ojos azules brillantes y cabello rubio.

—tengo el apoyo de nuestros hermanos en lo que sea que venga y esta… esta —sus manos se extendieron y casi me agarra si no fuera por Leo que la tomo de la cintura alejándola, yo por instinto me oculte detrás de Sam quien está aguantando las ganas de reír.

—así que el tal Frank… nos está ayudando… ¿porque? —todos se giraron a mirarme, pero mi cerebro no recuerda nada más, me desmaye y eso fue todo.

—van a venir a buscarla, eso es seguro —Jessiel está caminando de un lado a otro y Leo está pendiente que no se acerque.

—pero si no he hecho nada —me queje y ella me miro con sus ojos ahora más brillantes, quiere matarme.

No es mi culpa, no pensé que esto sucedería.

—eres un serafín, animal, se supone que no debes estar en la tierra —parpadee varias veces, ¿acaba de usar un insulto de mi madre terrenal?

—tiene la energía de uno, es mejor hablar con su tío —todo el salón quedo en silencio unos minutos.

Intentaron llamar a Zachariel pero al parecer están llamando a todos a pelear y mantener el orden con los demonios, las líneas parecen cerradas pero eso no evita que salte.

—¿y si voy? —Jessiel me apunto con su dedo y de nuevo avanzo.

—ya estás en muchos problemas, si te atrapan será demasiado fácil que te corten las alas —sé que está preocupada por la cantidad de “transgresiones” que he hecho, pero no es mi culpa y sé que eso es admisible.

—iré con tío, él sabrá que hacer —aunque trato de verme convencía no sé si el tío pueda hacer algo.

Y antes de que pueda pensarlo un mareo me gana junto a la presión en todo mi cuerpo, abro demasiado los ojos y trato de volver a respirar, Sam me toma de los hombros siento que las alas que aún me abrazan están calientes a mi alrededor, levanto un poco el escote de mi camisa para verlas.

—¿Qué paso? —pregunta Damián que ahora está a mi lado y no sentado detrás del escritorio.

—creo… creo que morí —murmuro sintiendo mi corazón acelerarse y apretarse.

Mi cuerpo humano no está soportando esto.

—¿Cómo aun lo soporto? —es una pregunta que se escapa de mis labios y en un parpadeo estoy en esa zona donde el universo se acaba y solo queda esa presión.

Una capa rodea mis hombros y por el bordado se de quien se trata.

—¿Cómo?

—pensaste en venir aquí… viniste —como lo explica es fácil, pero mi cerebro trata de procesarlo.

Miro la cicatriz de mi mano y ya solo es una mancha, una brillante; no solo era la mancha, es mi cuerpo entero y mis alas están expuestas.

Mi tío me rodea con una sonrisa de orgullo en sus labios.

—¿mi hermana? —la pregunta ni podía formularla.

—ella seguirá siendo un querubín, tranquila —coloco su mano sobre mis cabellos despeinándolos.

—¿pudo sentir esto? —recuerdo que la fiebre era tan fuerte de aquel lado que no podía ni moverme.

—lo dudo, cuando me paso, tu madre solo sintió mi angustia —suspiro más aliviada y solo con pensar en cerrar las alas estas lo hicieron, pero no se desvanecieron del todo.

Estaban allí, fuera de la tela que cubría mis hombros.

—Jessiel dijo que vendrían a buscarme para juzgarme por lo que hice. —tome los bordes del abrigo abrazándolo a mi cuerpo y caminando lejos de la cárcel.

—no es algo de lo que preocuparse —su bastón sonaba con cada golpe, hasta llegar a lo que parecía unas escaleras que dan directo a un jardín rodeado de pilares, jamás había visto algo así, las joyas que lo rodean brillan conforme el cielo bajo ellas.

—¿de qué entonces?

—debes devolver tu conciencia humana —deje de respirar por un momento.

—¿tengo que hacerlo? —el nudo en mi garganta es demasiado fuerte.

—la humanidad que llevas… debe ser devuelta, tiene que vivir su momento, su tiempo —los recuerdos de las clases sobre ello vienen a mi mente.

Sé que tiene razón, la humanidad es algo que debe estar en su habitad, lo que he hecho hasta ahora es aferrarme a ella pues mi cociente está rigiéndome; apretó los puños deseando que esto ya pase.

—si no lo haces desgarrara tu cuerpo mortal —mi corazón late con fuerza apretándose en mis costados justo donde están mis nuevas alas

—¿Por qué no lo ha hecho? —mis ojos volvieron a esos dorados que tenían un brillo de tristeza

¿Por qué?

—porque todo ello está en el vacío. —volví a parpadear varias veces seguidas.

—¿Qué?

—me topé con Frank en la última reunión, tus ojos dorados le dijeron que algo tenía que ver conmigo. —extendió una de sus alas y ellas eran exactamente iguales a las mías, incluso las nuevas que tenía eran mucho más grandes y cristalinas, como si en ella habitaran galaxias enteras.




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