Amarieth: El despertar

Capitulo 40

AHMED

—no sabía que lloviera en los ángeles en esta época del año —llegamos con la ropa mojada por un portal, estamos tratando de salir del callejón, pero un mareo me gana, había olvidado lo tedioso de esto.

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—¡AAAH! —grite mirando mi mano marcada, la agito un poco para pasar el ardor.

—inténtalo de nuevo… —sane la cicatriz que hubiera quedado. Este es el primero intento y al parecer la diosa se resiste, eso que fue solo un vistazo y solo con eso le vasto.

—esto es absurdo —murmuré no lo dije porque no quisiera seguir intentándolo, pero es absurdo mantener retenido a un dios de la oscuridad con luz, si bien funciono con Lucifer durante un tiempo, creo que no es lo que necesitamos aquí.

Me recogí el cabello y volví a intentarlo, varios ancianos me están mirando y esto se siente peor. Detesto que me miren tanto.

Aprieto con fuerza los dientes logrando apenas tocar mi propio cuerpo, entrar en la mente es como forzar a Samuel a que baje sus barreras, solo si él quiere él puede, todos lo intentaron colectivamente pero solo lograron dormirla, mi cuerpo resistió muy bien una invasión de ese tamaño, al parecer sigue mutando, adaptándose.

Al parecer ella misma sabe las leyes con las que Dios creo a los humanos.

Los rumores afirman que ella no solo estuvo allí…

Los siguientes tiempos los pase aplicando mi nueva jerarquía en la frontera sur, directamente entre gigantes y demonios que parecían huir de lo que sea que fuera.

En vez de atacarlos descuidé a mi legión y seguí avanzando solo para toparme con uno de los príncipes del infierno, lo sé porque su corona y su mirada desdeñosa cuando me vio me lo dijo.

—vaya… pero miren que tenemos aquí… una.niña —rodé los ojos e hice una reverencia, el me miro con extrañeza.

—¿te burlas de mí? —su enojo es claro y cuando intento levantarse alguien lo tomo del hombro y lo obligo a sentarse. —¿Quién te dejo llegar hasta aquí?

—yo lo hice —miro sorprendida al hombre de piel oscura y traje impecablemente blanco de tres piezas.

—¿puedo saber por qué? —el príncipe pregunto con fastidio pero Azazel lo ignoro, se acercó imitando mi reverencia.

—puedo ver algo diferente en ti…. Querida —mire mi armadura que seguía siendo igual, mi capa solo cambio a blanco.

—solo tengo una pregunta… — y antes de que pudiera seguir un bufido salió del hombre sentado.

—¿en serio vamos a tolerar a un ángel en nuestro territorio? —estaba por lanzarme una lanza, pero Azazel solo estiro su mano y la detuvo clavando la punta de esta en el suelo.

—perdónalo, esta intolerable. —ni me inmute cuando paso solo asentí y el me guio a otro extremo lejos de allí.

—estas comportándote muy tolerante —confesé cuando nos quedamos cerca de un acantilado donde se podía apreciar el caos.

—creo que sé que vas a preguntar y la respuesta es no lo sé —suspire perdiendo mi mirada en el campo de batalla sin fin, una línea delgada entre ambos bandos, aspire el aire, los olores y la podredumbre me invadieron al mismo tiempo, no me había permitido olfatear desde que entre.

—¿ves eso? —extendí mi mano al centro de un frente entre otro de las legiones de Luziel y Azazel solo enfoco la vista y se encogió de hombros.

—¿Qué ves, pequeña? —para mí fue aún más claro, una línea entre los cadáveres, los gigantes y las serpientes.

Abrí mis ojos en asombro ante el descubrimiento, una grieta casi oculta en color plateada destellando. Le hice una seña a Azazel atravesando el campo de batalla hasta la luz.

Ambos llegamos ante la mirada incrédula de varios demonios y generales, escuche a Azazel susurrar algo, pero cuando mi mano la intento tocar de nuevo el destello de esos ojos plateados vino a mí, enseguida intente cerrarla y algunos demonios se agitaron, entonces lo entendí…

la grieta está tragándose la energía de todos.

—¡ayúdame a cerrarla! —ante la mirada incrédula de Azazel, este me ayudo a la cerrarla con facilidad, ambos nos miramos y algunos intentaron atacarme, pero desplegué mis alas creando un escudo.

—¿Qué fue eso? —pegunto donde antes estaba la grieta.

—es por eso… la diosa quiere la energía de todos… por igual —el no entendió y me saco con facilidad de en medio de los ojos incrédulos incluso de mi tío.

Cuando llegamos a un medio neutral ambos tenemos polvo en la ropa y quemaduras leves.

—ahora explícame ¿qué está sucediendo? —me tomo de la mano y sus ojos se volvieron rojos, pero no me causo miedo, solo solté el aire contenido y señalé el campo de batalla con mi mano libre y con los ojos cerrarlos en el viento a mi alrededor comenzó a susurrar y mi mano comenzó a capturar tanto la energía oscura como de luz.

El soltó mi mano, no entendía porque hasta que la dejo libre y marco una gran línea entre ambos bandos, a mi lado descendió Luziel, vi mis manos y estas no dejaban de brillar en un color plateado.

—tu cabello —señalo Azazel y toque mi cabello para ver como una línea plateada llegaba hasta el final de mi cabello.




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