Amarieth: El despertar

Capitulo 44

SAMUEL

—no puedo creerlo —intenta esconderlo, pero su sonrisa es un auto reflejo, dos segundos más tarde y está riéndose abiertamente. Una pequeña tos lo comienza a ahogar y estoy satisfecho con eso.

—¿ya? —pregunto y el solo asiente acomodándose en la silla.

Hace días que regrese o más bien que deje que notara que estoy aquí.

Jeremiel se llevó a Ahmed y a Leonard, según los rumores en Grecia hubo una tormenta inesperada que como llego se fue.

Y por algunos de los chicos que cuida de Ahmed supe que la fiesta fue interrumpida por alguien con más poder que mi futuro suegro, decirle “suegro” a secas aun no me llena de orgullo, creo que ni a Ahmed le llena de gusto.

Pero todos tenemos diferencias con nuestra familia, siempre me lleve bien con esta familia de locos porque puedo entender perfectamente ese sentimiento de querer huir y no volver a mirar atrás.

Ahmed lo noto, ella vio que estuve allí, su instinto se lo decía, sé que rompí mi palabra de no devolverle sus recuerdos hasta que ella los pidiera, pero no pude soportarlo, su plan, pude verlo en su mente, está dispuesta a dejarnos a todos atrás si eso implica detener a Leah, pero creo que un mundo sin ella seria aburrido.

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—¡de nuevo! —grito golpeando de nuevo el suelo con ese bastón de madera que tan bien reconocía a esta distancia.

Este salón es tan grande como lo recuerdo, los colores solidos del marfil blanco pulido reflejando con luz propia, los jardines infinitos en diversos colores tan alejados de la casa principal dándole un toque más misterioso cuando cae la noche.

El pobre chico me recordó a mí.

Había bloqueado esos recuerdos, pero Ahmed de nuevo me hizo recordar esas épocas.

—¿te recuerda algo? —ese tono de voz presumido.

—cuando te pateaba el trasero, si, lo recuerdo —apenas me gire para mirarlo, intento mirarme por encima del hombro, pero no está lográndolo, tenemos la misma altura, una complexión ligeramente diferente pero el mismo rostro.

De eso se trata ser gemelos idénticos.

Y eso es lo gracioso de Sathiel. Quiere intentar ser diferente (físicamente) a mí, pero lo no está logrando, su cabello largo esta vez esta suelto contra el viento dejando ver su rostro al aire.

No creo poder dejar mi rostro tanto tiempo sin mi fleco cubriendo mi cara, a veces olvido lo largo que puede estar y Ahmed es la que me recuerda que debo dejar de ocultar mis ojos, aunque cuando la mire sus ojos revelan lo nerviosa que puedo dejarla.

—¿estás seguro? Yo tengo otra clase de recuerdo —mantuve mi sonrisa y las manos dentro de los bolsillos de mi abrigo el intento acercarse de manera amenazante, pero sé que solo es una prueba y no pienso darle el gusto.

—niños… ¿de nuevo peleando? —una pequeña mano toco la parte baja de mi espalda y de mi lado derecho estaba esa figura delgada de la mujer que nos trajo a la vida. Nuestra madre; sus cabellos negros recogidos perfectamente en un moño y sus ojos verdes para nada comparados con los humanos sumado sus rasgos finos la hacían lucir mucho más joven de lo que es.

—claro que no madre ¿Cómo podría? —su tono irónico no pasó desapercibido para ninguno de los dos y menos cuando su nariz sangro ligeramente. Contuve mi risa con mi mano libre.

—por hoy… espero por su bien comportarse, su padre los quiere unidos —ella extendió su mano sacando de mi bolsillo mi pañuelo y limpiando la nariz de mi hermano, su rostro es poético, no esperaba que nuestra madre sin tocarlo le rompiera la nariz, sentí una pequeña victoria por ahora.

Eso no cambiaba el favoritismo entre nosotros.

Sathiel se cree el mejor, solo porque le he dejado que así sea.

Luego de haber casi matado a Ahmed con mis celos, acabe descargando mi enojo con el océano; apenas regrese no quise que lo notara, pero era obvio que aun así lo hacía.

¿lo peor? No me odiaba.

Eso solo hacía que empeorara mi culpa.

¿Cuándo desarrolle esto? Es ...

—Samuel ¿en qué piensas? —las manos de mi madre frotando mi brazo mientras nos dirigíamos al jardín norte.

Un recuerdo extraño de cuando era más joven fue de mi madre quien nos avisó primero sobre lo que sucedería a partir de ese día; Satheil se lo tomo demasiado bien, interpretando su papel de hermano mayor a la perfección, solo nuestra madre conocía nuestro carácter y sabía que el mío era más volátil que el de él.

Se me escapo una sonrisa de los labios apenas vi nuevamente el jardín, permanecía igual que esa vez.

—¿esa chica aun?

—ha sido ella desde hace mucho ¿porque sería diferente ahora? —y es una pregunta que me hago cada vez que intento dormir.

¿Por qué sigue siendo ella?

—oh mi Samuel… sabes que tu padre aún espera con ansias esa unión, luego de lo de Adalet —mi madre usa ese tono afligido solo para conseguir su objetivo; tomo su mano entre las mías para luego dejar un beso en ellas.




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