Amarieth: El despertar

Capitulo 45

AHMED

—¡¡SAM!! —grite tan alto que en la habitación solo se escuchó la fuerte bofetada, mi trasero ardía, así que me tire a un lado en la cama sin nada de fuerzas en las rodillas, vi por el rabillo del ojo como se levanta colocándose encima de mí con una sonrisa sádica en sus labios y esos ojos verdes brillando tan intensos que estoy por tener un segundo orgasmo con solo verlo.

—mala idea, amor —tomo mis muslos jalándome hacia él a pesar de que estoy justo allí, entra dentro de mi interior sin aviso y solo puedo sujetarme de las sabanas levantando mis caderas mientras él las aprieta embistiéndome tan duro que cada vez me es más difícil mantener la calma, mi orgasmo quiere explotar y lo consigo cuando Sam me sujeta de las manos sobre mi cabeza; puedo sentir como algo en mi interior se agita y calienta tan rápido que soy consciente de que él también se ha venido, mi sangre se sentía explotar y apenas podía abrir los ojos.

Una presión en el lado derecho de mi cuello se hizo dolorosamente intenso, pero ya fuerzas no tenia, simplemente deje que mordiera, escuchando un gruñido tan profundo que toda mi piel se erizo y un pensamiento llego a mi mente tan hondo como un golpe psíquico.

Eres mía

Todo se volvió negro nuevamente y no logro recordar más de allí.

—entonces… ¿todo está bien? —sonreí tomando la taza entre mis dedos intentando memorizar que paso, pero apenas recuerdo flashes y lo detesto.

Subo los pies al sofá enfocándome en el calor en la taza entre los dedos de las manos, escucho a las chicas murmurar sobre algo, pero nadie se atreve a sacarme de este trance.

Las lagunas en mi mente son otra cosa que no he querido compartir con nadie, es difícil decir eso cuando tienes una restricción que tienes que cumplir. Azmed creo que lo sabe, pero no me ha dicho nada al respecto, Luziel lo sospecha, pero tampoco me ha dicho nada.

Sé que Leah está muy lejos de mi mente ahora y a veces siento como si quisiera volver y si es así va a ser mucho más difícil sacarla.

Lo único que sé es que no está en mi sangre, pero si compartimos el mismo recipiente humano, es como vivir en un piso de cuatro por cuatro con tu peor enemigo.

Murmure unas palabras viendo como mi café se mantenía caliente dando un sorbo corto quemándome la punta de la lengua, es lo único que me saca de mi trance y noto que en la sala están todos mirándome como si fuera la pintura más cara en la pared.

—¿Qué? —parpadeo varias veces mirando a todos en la habitación, los únicos que faltan son Leonard, Samuel y Damián.

—nada, solo… por un momento …—Elliot se lo piensa un momento entrecerrando los ojos.

—por un momento ¿Qué? —cuestione aspirando el olor del café bajo mi nariz.

—te viste más humana —termino por decir Chloe con una sonrisa amable y le respondí de la misma manera.

—¿en qué piensas? —pregunto Theo tomando asiento en el suelo a mi lado.

—Samuel y tú en la habitación —me sobresalto un poco al darme cuenta de que Louise está justo sentada en el descansa brazos atrás de mí.

—¿es-escucharon? —los colores subieron a mis mejillas y espero que la tierra me trague cuando veo sus rostros, están disimulando.

—bueno, escuchar no, pero… tampoco son muy calladitos —Leire lo dijo tan casual como el hecho de que se rasco el cuello y es cuando caigo en cuenta de que ellos miraron mi marca.

Samuel se cree vampiro, no solo por dejarme sus dientes marcados en la piel, sino también chupetones por todo el cuerpo.

Mi piel tiene más puntos rojos en la entrepierna que en mis hombros y pechos, sus dientes también están en mis nalgas y entrepierna.

Aprieto más las piernas por dos razones, las marcas parecen tener vida propia, pues las puedo sentir palpitar y la otra es porque siento un líquido querer abandonar mi cuerpo, semen. Si. Semen de Samuel.

Suelto un suspiro tomando otro trago de café sintiendo este un poco menos caliente, pero aun así pica en la punta de mi lengua quemada.

—no deberías avergonzarte —Louise agarro un mechón de mi cabello acariciándolo y enrollándolo en sus dedos.

—no lo hago —mentí descaradamente y Elliot sonrió, eso es un milagro.

—bueno, lo importante es que este bien

—en una pieza —bromeo Leire y todos incluyéndome reímos

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—Leslie… calm —el viento fuerte en mi cara no me dejo, solo cerré los ojos y esperé a que pasara, cuando lo hizo comencé a caminar, Damián confió lo suficiente como para dejarme salir de la isla, aunque no sola, tengo a Leonard que esta aun enojado con Samuel y este último está casi pegado a mi brazo.

Me ayudaron a subir al bote como si fuera una niña pequeña, nos prohibieron usar magia o portales, así que aquí vamos.

Leonard es bueno guiando el yate mientras salimos a “mar abierto”.

Se siente el cambio de brisa cálida a fría cuando salimos de la barrera de la isla, no sabría cómo explicarlo, es mucho más frio aquí sin barrera que con ella, miro detrás de mí solo para ver que la isla ni esta, hace unos segundos estaba allí.




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