Amarieth: El despertar

Capitulo 2

Dos semanas pasaron desde la última vez que supe de ellos dos, duraron tres días peleando, Sam sin dejar que Adam pudiera siquiera acercarse tres metros y ahora estoy atrapada de pesadilla en pesadilla, huyendo de personas que me consideran un peligro.

 

—habla con ellos decía, te ayudaran decía. —Me quejaba entre murmullos mientras me quitaba mis zapatillas completamente empapadas de agua, mire el clima detrás de mí, seguía lloviendo como si quisiera el cielo revivir el diluvio.

 

—¿problemas? señorita James

Me giro sorprendida mirando a mi profesor de Arte con una sonrisa ladina en los labios, una de las preguntas frecuentes por parte de nuestra clase era ¿Cómo alguien tan joven acabo dándonos clase? Pues parecía un universitario, además de que podría ser fácilmente el tipo de chico que enamora estudiantes, no estaba para lidiar con ese tipo de problemas, no ahora.

 

—aparte de estar mojada, no veo que otro problema tenga, profesor. —Respondí casi de manera altanera, no pude controlarme, estaba irritada por absolutamente todo.

 

—supongo que llegar con retraso no está entre sus problemas de adolescente. —Respondió con extrema diversión en su rostro.

 

Por primera vez en dos semanas le vuelvo a sostener la mirada y puedo observar su color de ojos, azules, intensos como el mar más profundo esa misma intensidad de la chica que acosa mis pesadillas, comprendí que esos eran recuerdos, recuerdos de mi otra vida como dice Lyz, pero ¿Quién era esa chica rubia de ojos azules?

 

 

Luego de ese incidente en la entrada de la escuela con mi profesor de arte, camine por los pasillos esperando que nadie me interrumpiera, era hora de hablar con Lyz como lo hacía desde hace ya dos semanas, lo que no me esperaba era encontrar en un aula a mi profesor de arte.

 

—te digo que es ella. Sí. La chica que hemos buscado. No. Aún no sabe quién soy, pero tiene sus sospechas. No. No. Y No.  —Me quede pegada a la pared intentando oír con más claridad la conversación que tenía por teléfono ¿de quién hablaría?

 

—Sí, sus recuerdos están intentando llegar, pero algo no la deja avanzar y ese debe ser Sam. —Y allí estaba yo, petrificada ante ese nombre, Sam, ¿estaría hablando de mí? Hay muchos Sam en este mundo.

 

—Samuel Crowb… —Me tape la boca ante el descubrimiento del nombre completo de aquel chico, luego deje de escuchar la voz de mi profesor, así que hui, esperando que nadie me hubiera visto, pero estaba mal, tendría que usar los datos de mi teléfono para comunicarme con Lyz, rápido.

 

Pero en mí huida mi celular comenzó fallar, sentí algo muy malo, todo el bello de mi nuca comenzó a erizarse.

 

—sabes… es malo espiar las conversaciones ajenas. —La voz de mi profesor de arte era inconfundible, pero tenía un tono malicioso en ella.

 

—yo… yo no sé de lo que está hablando. —Lo escuche reírse y fue cuando decidí girarme para observarlo y jamás me espere encontrarlo con una sonrisa que no inspiraba confianza, sus ojos azules comenzaban a brillar en un tono peligroso, antinatural. El dolor de mi cabeza comenzó a agudizarse, tanto que casi pierdo el equilibrio, los gritos, el horror de nuevo nublando mi memoria.

 

—¿se puede saber qué hace por estos pasillos jovencita?. —Levante la vista a mi derecha encontrando a otro peculiar profesor, el delegado Jackson, casi me caigo de la impresión, pero él me sostuvo entre sus brazos antes de que cayera, regrese mi vista a donde se encontraba mi peligroso profesor de Arte, pero ya no estaba.

 

 

Esa tarde me la pase en casa encerrada mirando mi celular el cual estaba intacto, ya no parecía tener la falla que presento cuando estaba el profesor de Arte, Guun. Esperaba respuesta de Lyz, pero esta solo me respondió con unas extrañas instrucciones.

 

Lyz: intenta cerrar los ojos y decirme que vez.

 

Hice lo que ella me pidió, cerré los ojos, todo era oscuro, pero entonces mi cuerpo comenzó a relajarse, relajarse tanto al punto de que sentí descender y estar en otro sitio, mis ojos apenas se acostumbraban a la oscuridad del lugar, un castillo.

 

No podía escuchar bien y el olor solo era el de mi cuarto, todo parecía tan rápido que mis movimientos parecían los de un fantasma merodeando por aquel sitio, estaban azotando a alguien, un chico corpulento de cabello negro, Adam, intente acercarme, pero unos perros sin pelo y con la piel quemada me saltaron encima, abrí mis ojos y yo solo seguía sentada en la silla frente a mi computadora.

 

Ahmed: el lugar era espantoso, y tenían a Adam atado a una especie de mazmorra antigua.

 




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