—con los acontecimientos de hace un par de semanas… creo que será una triste graduación para todos. Extrañaremos a los que fueron unos excelentes profesores de Arte y Geografía. —Comento la directora mientras todos estábamos formados en el patio de la escuela, mi amiga y yo nos habíamos integrado a la segunda semana cuando el psicólogo nos dio el alta.
Glen no había ido más a dar clases, pero eso no eran buenas noticias, solo significaba que estaba en la calle y suelto.
Mire mi teléfono, hacía varias semanas que no lo miraba, no entraba a la computadora ni siquiera la encendía, todo lo que hacía era monótono: comer, bañarme y dormir.
La graduación seria en un par de semanas, pero hoy ya era el fin de las clases y si había personas que presentaban exámenes para lograr graduarse, aunque difícil de creer, yo estaba entre ellos, con lo más difícil del mundo; matemáticas, física y química.
Entre a la aplicación de la red social y miré los más de doscientos mensajes de Lyz, no tenía ánimos de leerlo y con la nueva actualización de la aplicación le envié un audio.
—Lyz, han pasado suficientes cosas como para leer todos los mensajes, me temo que tengo que dejar las cosas hasta aquí. —Fue entonces que le conté todo lo sucedido las últimas semanas brevemente, conteniendo las ganas de llorar al recordar al profesor ensangrentado en el patio de aquella casa. Envié el audio y me puse a caminar por los pasillos, el celular sonó con una llamada entrante.
—¿es enserio? —Pregunto mi amiga con voz preocupada del otro lado del teléfono.
—sí... Al igual que si no paso esas materias, en este último examen tendré que repetir el año. —Dije mientras me pasaba los dedos por el cabello desordenado por la brisa. Omití los detalles, tenía que hacerle caso al señor Gales, no confiar en absolutamente nadie.
—entonces, estaré al pendiente, cuando termines los exámenes me escribes.
—claro, yo te estaré escribiendo. —Y así lo hice, pasaron las siguientes semanas donde solo le escribía para bromear con ella, pero algo andaba mal en mi habitación.
Ahmed: Porque Adam está aquí?
Lyz: no sé, pregúntale tú.
—manda a decir Lyz que porque estás aquí. —Silencio, lo repetí en voz más alta, sabía que estaba en la casa, fue cuando escuché su respuesta.
—Me dijeron que te vigilara. —Lo vi recostarse en el marco de la puerta de mi habitación.
—¿por? —Me gire bruscamente, mirándolo con expresión incrédula.
—Has estado donde no debes. —Apareció sentado a mis espaldas en la orilla de la cama mirando la pantalla de la computadora. Me gire mirando la pantalla releyendo la conversación de Lyz.
—Échale la culpa a Sam…—mire por inercia la puerta y luego donde estaba Adam— ¿dónde está?
—Alguna misión supongo —Dijo con tranquilidad mirando curioso la pantalla, le hice un favor y coloqué el perfil de Lyz ampliando su foto.
—sí, porque si supiera que está aquí literalmente te fulminaría. —Dije sin mirarlo, pero me sorprendí ante mi afirmación, tal vez eran esos viejos recuerdos de los que hablaba Gales.
—Supongo que es muy sobreprotector.
Ahmed: dice que solo está de paso.
—¿Le mientes? —Pregunto con incredulidad levantándose de la silla y colocarse detrás de mí.
—solo protejo a los que me rodean, ella es un blanco fácil o ¿no? —Me pase las manos con frustración por la cara y eche todo mi cabello arriba para amarrarlo en un moño alto
—Si… —Lo escuche dudar, pero más dudaría yo de él y de todos, mis sueños siempre eran dirigidos a algún lugar cercano a mi casa y todos parecían querer matarme por alguna extraña razón, pero siempre había alguien que me ayudaba a salir de la zona roja. Esta vez era diferente.
Estaba en el fondo de la casa, mire a mi alrededor buscando algún peligro, pero me encontraba sola, comencé a gritar, buscando ayuda, me examine de pies a cabeza, vestido corto color marfil, cabello extremadamente largo perdiéndose debajo de mi cintura hasta mi trasero, pies descalzos, todo me daba vueltas, intente caminar, pero no lograba avanzar de mi sitio, entre en pánico total. Grite buscando a mi hermana, pero ¿desde cuándo tengo hermanas?