Amarieth: Memorias

Capitulo 4

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—¡REGRESA AQUÍ! —El rugido como el trueno hizo que la chica saliera de la casa tan rápido que no lo pensó dos veces en adentrarse al bosque con lágrimas corriendo por sus ojos.

Había sido de nuevo víctima de su padre, mientras más restricciones tenia, más Ahmed comenzaba a volverse en contra de las reglas “absurdas” de su padre.

—padre… —susurro Adalet completamente aterrada.

—no se atrevan a buscarla, debe aprender que no todo es fácil en esta vida, menos para alguien de su clase —Jessiel solo apretó los puños en silencio.

Había advertido a ambas hermanas de no desobedecer a su padre, pero solo una siguió las reglas y la otra…

La otra hermana había escapado por la ventana.

—procura que no regrese con esa niña o habrá problemas —amenazo sin compasión a Jessiel mientras Adalet miraba con horror como su padre se veia completamente irreconocible.

—¿estas amenazando a mis hijas? —Leeziel apareció golpeando con un portazo la puerta del estudio, abrazando protectoramente a Adalet y poniendo detrás de ella a Jessiel. —no voy a permitirte otro arrebato de estos Rahael.

—mamá… —dijo en un susurro de advertencia mientras sostenía la manga del vestido de su madre.

—¿vas a defenderlas? ¿sabes lo que hizo tu adorada Ahmed? —Leeziel miro desafiante. —tu quería Ahmed sigue encaprichada con esa niña. —el trono golpeo la mesa con tanta fuerza que toda la habitación vibro, pero los brazos de Leeziel no titubearon ni un momento.

—¿Qué niña? —pregunto confundida sin dejar de acariciar el cabello de Adalet, la chica no dejaba de mirar a sus padres sintiéndose culpable.

—Hariel —dijo con desdén, sentándose en la silla.

—Haniel, Papá —murmuro Adalet, más para su madre que para su propio padre.

—¿Quién es ella? —pregunto aún más confundida la madre.

—la niña que recogieron ese trio de arcángeles —la mujer miro sin comprender. —Gabriel, Miguel y Rafael. —entonces la expresión sorpresa cruzo su rostro.

—deberías dejar de decirles así —reprocho soltando un suspiro de desgano.

—no es el punto —gruño el trono haciendo que el clima alrededor de la casa cambiara.

—¿Qué tiene que le guste ella? Ooh ya se ¿no está en tus estándares? —pregunto con todo de burla Leeziel colocando a Adalet detrás de ella.

—no, no lo está. Lo que menos quiero es que nuestra familia esté vinculada con esos arcángeles —respondió con resentimiento volviendo a levantarse de la silla.

—no te atrevas, ni por un segundo —el aura de la querubín cambio completamente sacando a ambas hermanas de la habitación.

El pasillo quedo completamente en silencio y ambas hermanas se quedaron mirando.

—ella regresara. —dijo convencida Adalet, mirando la puerta cerrada del estudio de su padre.

—eso espero. —suspiro con resignación Jessiel. —regresa a tu habitación. —con esa orden la chica camino rápidamente por el pasillo hasta llegar a su habitación, no le costó nada dormirse, necesitaba enviarle lo sucedido a su hermana mayor.

Ahmed quien se había quedado dormida en mitad del bosque por el cansancio, recibió toda la conversación que su hermana cuidadosamente le había enviado a través de su enlace haciéndola despertar sobresaltada.

—las cosas nunca cambiaran… —abrazo sus piernas hasta que el sonido de pasos la puso alerta.

—¿Quién está allí? —la voz familiar la hizo salir de su escondite y se el arcángel se sorprendió al verla. —¿Qué haces aquí?

—¿puedo quedarme? Solo… esta noche —pregunto suplicante con la mirada baja.

Quería dejar de ser tan débil y no llorar frente a los demás y la mirada del Arcángel Rafael no estaba ayudando.

—el tiempo que quieras —le extendió la mano y ella acepto.

—¿Qué encontras-te.wow. —El Arcángel Miguel, apago el brillo de sus ojos azules cuando vio a la chica con la ropa empapada y sucia por todos lados, echa un completo desastre.

—te toca convencer a Gabriel —dijo sin más Rafael abrazando por los hombros a la chica mientras caminaban de regreso a la casa.

—no quiero causar problemas. —murmuro la chica sin atreverse a cruzar el marco de la puerta.

—se nota que necesitas ayuda, niña. Entra. Seguro que Hani estará feliz de verte —Ahmed solo sonrió subió las escaleras de la casa rumbo a la habitación de Haniel.

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