Amarieth: Memorias

Capitulo 9

—argh… estoy jodida —murmuro mientras seguía su camino hacia el bosque sin un rumbo fijo.

Abrió un portal sin usar sus brazos y al dar el siguiente paso estaba en la orilla de una gran montaña con un cielo completamente oscuro admirando las estrellas fugases y las nebulosas de color dorado y azul.

El tiempo paso lento y sin prisas haciendo que ella se quedara mirando el vacío del espacio sin enviar una señal de ayuda.

—no sé cómo… sabía que estarías aquí —su voz sonaba aliviada, como si hubiera registrado todo el cosmos buscándola, mas Ahmed no se inmuto.

—a diferencia del libro, no te he pedido las memorias con Haniel —respondió ella como si eso aclarara porque ella estaba allí, un planeta remoto, lejos de los humanos, completamente silencioso.

—¿Cómo la…

—no lo he hecho solo… fue un destello del mismo desbloqueo que me enseñaste, maestro —respondió en tono burlón, levantando la cabeza por fin, mirando a Samuel con una sonrisa de medio lado.

—esa mirada… —susurro reconociendo a mirada marrón de la mujer, no era la conciencia humana, era la misma de hace treinta años humanos atrás.

—ya lo regresé a su línea temporal. —intento ser casual jugando con sus dedos en la arena viendo como ahora Samuel se sentaba a su lado derecho.

—vaya eso es…

—un descuido, fue suerte —se encogió de hombro apoyando su cabeza en el hombro de Samuel.

—¿estás bien? —pregunto sabiendo como tal vez sentiría con tanta información de golpe.

—¿podemos quedarnos aquí un rato más? —murmuro subiendo sus rodillas a su pecho, esperando así que la culpa disminuyera de su pecho.

—el que quieras. —con un pequeño mensaje mental le respondió al escuadrón que la estuvo buscando por más tiempo del que ella podía procesarlo.

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—debemos regresar… con el resto —murmuro con la respiración entrecortada, el beso había sido demasiado intenso y sus manos se negaban a soltarla de la cintura.

—no, aun no quiero —murmuro tomándolo del cuello.

Las voces de las personas en la distancia comenzaron a volverse más fuertes haciendo que ambos se apresuraran y abrieran una ventana saltando por está atravesando un portal prohibido para una fiesta de gala.

—¿A dónde me llevas? —pregunto completamente divertida mirando a su alrededor encontrándose con un paisaje completamente diferente.

—eso debería preguntarte, yo no nos traje aquí —sonrió con malicia y comenzaron a caminar por el bosque sujetándose con ambas manos la falta larga de su vestido pomposo hasta llegar al acantilado, dándose cuenta por fin donde estaban, la cima de una montaña.

—esto es… —ella se giró inmediatamente hacia Samuel, soltó su falda sonriendo feliz al ver la hermosa vista de las nebulosas doradas y azules con un toque de verde y rosa en ellas.

—es increíble, pero insisto, yo no fui —Samuel seguía mirando al cielo sorprendido del paisaje. —habla ahora traviesa, porque acabas de romper una regla.

—tu abriste un portal, eso nos vuelve cómplices —le tomo de las mejillas apretándolas.

—bueno, está bien —la tomo de la cintura haciendo que Ahmed soltara enseguida sus mejillas envolviendo las manos en su nuca.

—lo encontré hace un tiempo… quería traerte aquí —ambos se sentaron en la orilla del acantilado mirando hacia el horizonte cubierto de nubles por la altura y con el cielo completamente despejado.

—has ido muy lejos, niña —ella se rio entre dientes como quien acaba de ser descubierto de una travesura y se mantuvieron allí durante un largo tiempo.

Explorando partes de su alma que jamás habían podido hacer antes, con la emoción a flor de piel dejando pequeños recuerdos en cada rincón de sus mentes, para jamás ser olvidados.

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—¿es egoísta no querer volver a tener esos recuerdos? —susurro contra el cuello de Samuel.

—sí, lo es. —acaricio sus cabellos dejando un beso en su frente.

—¿crees que volveré con ella apenas los tenga? —fue una pregunta honesta para Samuel, aunque cargada de miedo.

—solo tú lo sabrás. —intento mantenerse neutral, aunque con el tacto de Ahmed en sus manos entrelazadas era más que obvio su nerviosismo.

—pues… no los quiero de vuelta. —dijo por fin, mirando a los ojos color verde aqua de Samuel, este intento no sonreír a pesar de que sus labios ya se habían curvado un poco.

—¿Por qué?

—se lo que han hecho, se lo que he hecho y aun así… la culpa me come viva —volvió a cerrar los ojos esta vez escuchando de fondo, una desafinación de algun cantico que lleno de repulsión. Alguien estaba arruinando una canción ya mala de por sí, sus ojos se abrieron poco a poco descubriendo a un grupo de personas en la habitación de hospital.

—es un milagro. —grito un hombre comenzando a orar más alto lo que hizo que su dolor de cabeza comenzara a acentuarse, miro sus muñecas descubriendo las marcas en sus brazos.

Recordaba haberse puesto restricciones con sus poderes para evitar matar a los humanos ante cualquier provocación, claramente esta contaba como una.




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