—uuuh, despedida —dijo para sí misma mientras se llevaba otro bocado de gelatina roja a la boca sonriendo.
No se había atrevido en años a renunciar a ese trabajo y ahora su madre tomaba la decisión de que ella no volvería a ese lugar, no al menos para ir a recoger sus cosas de la computadora, como las novelas que tenía allí.
—tenías que llegar a este punto para que por fin te alejaras de esa vieja toxica —la mujer intento no ahogarse con el líquido en su garganta dejándola en la bandeja, ya toda la comida estaba fría además de insípida, sabía que tenía que comérsela de todos modos, pero se tomaría su tiempo, el aire acondicionado la tenía completamente entumecida.
—es sorprendente que el servicio médico haya servido y no haya muerto —respondió con la mirada perdida en la vista de las montañas y el mar a la distancia.
—los doctores dijeron que no podían hacer nada, estaba tan asustada —la joven mujer bajo la cabeza al escuchar el tono triste de su madre.
¿Cuánto le había costado mantenerla conectada? ¿pensaría aun en comprarle el ataúd? O tal vez… ¿si la quería? Le resultaba difícil, tal vez el deber de haberle dado a luz era algo que sobresalía, así como su instinto propio de deberle algo a Haniel por haberla hecho venir a la tierra.
¿eso le impedía estar junto a Samuel?
O incluso….
¿sus recuerdos con Haniel alejarían a Samuel?
¿Cómo podía hacer para hacer feliz a ambas personas?
Un trio estaría bien, pero ninguno de los dos se llevaba bien, una misión estaba bien pero ¿la eternidad? Eso para ninguno era algo tolerable.
La mente de Ahmed estaba dividida en dos pedazos, dos pedazos que con su lógica le decía que necesitaba la otra cara de la historia.
—hierba mala nunca muere, y si muero, no creo que sea por esto —hablo con calma señalando la intravenosa en su mano.
Intento sonreír, pero su rostro se mantuvo con una mueca que pudo ver a través del espejo.
—por ahora vas a quedarte en la casa —hablo con autoridad su madre y ella solo asintió.
—ya luego buscare trabajo en otro lado. —tomo la pechuga de pollo pálido y frio con sus dedos y la desmenuzo con lentitud, sus manos estaban demasiado entumecidas y su cuerpo no generaba calor por mas edredones gruesos le colocaran en la cintura.
Con el paso de los días se levantó de la cama y fue al baño sola, escuchando a las personas a su alrededor hablando entre sollozos sobre sus familiares. No fue hasta que llego al baño que alguien la empujo desde la espalda hacia uno de los cubículos cubriéndole la boca.
Intento gritar, con su cuerpo ahora completamente alerta, una mano cubrió su boca y otra comenzó a bajar la ropa interior y pantalones de pijama. Su cuerpo entumecido apenas podía oponer resistencia, el olor a gasolina de la mano contra su boca le revolvió el estómago haciéndola querer gritar, cerró los ojos con fuerza sabiendo el precio que tenía que pagar por estar en la tierra sin poderes ilimitados.
—tienes tres segundos para soltarla —la clara voz enojada de Samuel se escuchó desde su espalda haciendo que el atacante se sobresaltara y la mujer entonces abrió los ojos dándose cuenta que el baño se encontraba oscuro y entre ella y su atacante había una sombra alta completamente negra y con ojos rojos como el rubí.
Un golpe sordo contra una pared la hizo quedarse completamente quita en la oscuridad, el grito desgarrador de su atacante dentro del baño tal vez tuvo que haberlo escuchado todo el hospital.
Cuando las luces se reestablecieron, muchas personas entraron a ver que sucedía en el baño de mujeres encontrando a un hombre hecho un ovillo con los pantalones abiertos, algunas mujeres que entraron vieron a la chica con asombro dándose cuenta de lo que sucedía.
—el diablo, el diablo —señalo a la mujer apenas estuvo en su campo de visión y una enfermera se encargó de ayudarla a subirse los pantalones.
—¿de que estas hablando? ¡¿Qué intentaste hacerle a esa pobre niña?! —grito enojada una de las mujeres viendo como el hombre miraba hacia todos lados con horror.
—¡vi al diablo! —se movió comenzando a buscar cualquier cosa en su alrededor.
Policías entraron al baño levantando al hombre dándose cuenta de que no solo los pantalones estaban abajo, sino que su miembro estaba sangrando como si algo con garras lo hubiera tomado.
—¡hija! ¡¿hija!? —la madre de la escritora llego solo para encontrar a la chica en estado de shock afuera del baño mientras las personas daban espacio para que los policías sacaran cargado al hombre que comenzó a gritar cuando volvió a ver a la chica, pues detrás de ella había una gran sombra negra que el hombre solo pudo ver.
—¡allí! ¡allí esta! ¡es el diablo! —gritaba de forma histérica haciendo que las personas de otras habitaciones se asomaran para ver que sucedía.
—¿estás bien? ¿te toco? —la escritora apenas movió la cabeza para negar, sin darse cuenta que estaba temblando de pies a cabeza.
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La puerta se entre abrió con cuidado y una pequeña niña bajo las sabanas ni se había inmutado en absoluto, la sombra del hombre entro a la habitación con cuidado dispuesto a meter su mano bajo la sabana de la pequeña como otras veces lo había echo, pero la mirada atenta de unos ojos aqua en la oscuridad se tornó poco a poco en rojo vivo.
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Editado: 17.10.2025