Amarieth: Memorias

Capitulo 24

Muchos años atrás…

—voy a ser tu guardián, quieras o no. Estaremos juntos hasta que esto acabe. No puedes seguir negando eso, madura un poco Ahmed —el tono enojado de Samuel delataba lo frustrante que era la situación.

Volvió a soltar un suspiro mirando el rostro de Ahmed con las mejillas infladas en protesta.

Había perdido la cuenta de cuantas veces había tenido esa clase de discusiones con su “prometida”, sabiendo que era un desafío cada vez más grande tenerles paciencia a la mujer y a la familia de esta. Todos unos locos, unos más que otros. Lo que había comenzado como una broma ahora se volvía su día a día.

¿Quería escapar?

Claro que sí.

Pero también muy dentro de él estaba la culpa; había partes de ella, con el paso del tiempo que aprendió a apreciar, ignorando las burlas de su hermano gemelo.

—¿crees que no lo es? Aunque quieras huir de mi… estamos en esto hasta el final —por primera vez Samuel miro con sorpresa a Ahmed, se había vuelto hábil, también más inestable.

De vuelta al presente viendo a la mujer en sus brazos no pudo evitar apretar los puños.

Ahmed en su egoísmo y altruismo desmedido ahora estaba en medio de lo que él había querido evitar todo el tiempo.

—debemos hacer algo —murmuro alguien a lo lejos y solo en ese momento se atrevió a mirar hacia la barrera.

Una gran grieta como el cristal se extendía poco a poco. Todos los recién llegados comenzaron a emitir una luz dejando ver un gran campo de contención.

—no hay tiempo, supongo —la particular voz de Lucifer atrajo la mirada de Damián, ver al príncipe del infierno allí a su lado ya no parecía sorprenderlo.

—¡Bien señores, a lo que vinimos! —grito Mazda comenzando a crear una barrera lineal que pronto fue seguido de Zeus, invocando rayos haciendo que la barrera emitiera chispas mientras se extendía a la vez que la grieta crecía.

—¡tienes que cerrarlo! —grito Samuel viendo hacia la puerta de la prisión, viendo como poco a poco llegaban más y más seres tanto celestiales como infernales, la barrera fue tornándose cada vez más grande, como un domo.

—yo… yo no… —Azmed intento volver a salir pero de nuevo su mano volvió a prenderse en fuego.

Entonces Samuel comprendió, su vista fue a todas direcciones, buscando al único que podría abrirla y lo vio, contemplando el paisaje que se desarrollaba.

—Luziel… debes ser tu… debes abrir la cárcel —le grito Samuel y Leonard se acercó a este esperando algo, pero solo vio a su tío perdiendo el control, sujetando con fuerza su báculo.

El lugar se volvía un caos a cada segundo y entonces algo cayó a los pies de Samuel, este vio el contenido, un pequeño frasco con el contenido carmesí, sus ojos fueron a la puerta de la prisión.

—Dáselo —murmuro aquella figura afligida quien apretaba las manos con pecho.

Samuel lo dudo un momento hasta que su mirada regreso a una inconciente Ahmed en sus brazos y lo destapo sin miramientos, lo coloco sobre los labios pálidos de Ahmed hasta que estos se volvieron rosas muy rápido.

Las heridas que cubrían su cuerpo se tornaron azules con destellos amarillos saliendo de ellas mientras comenzaban a cerrarse con rapidez.

Ahmed emitió un sonido de dolor y asombro cuando abrió sus ojos, su mirada choco con la verde aqua de Samuel.

—¿Qué… qué paso? —pregunto pero su mirada rápidamente se fue directamente hacia el caos detrás de ellos y con dificultad se incorporó.

—ya se abrió… apenas pueden detenerlo —murmuro Samuel sujetando a Ahmed con fuerza de los hombros temiendo que esta se terminara de alejar de él.

Los ojos bicolor de Ahmed miraron directamente la barrera encontrando a una figura de luz saliendo de la grieta haciendo que todos contuvieran el aliento.

—prométeme… prométeme que la cuidaras —murmuro sujetando la mano de Samuel en su brazo, para cuando le quito la mirada a Leah, vio el dolor y pánico en los ojos aqua.

—Ahmed yo —esta lo silencio con un beso sobre los labios tan repentino que apenas pudo procesar cuando la vio levantarse y caminar de espaldas hacia la barrera, quiso sostener su mano, pero sus ojos no dejaron en ningún momento los de Ahmed quien poco a poco comenzó a entrar en la barrera.

Quiso entrar pero la barrera solo la absorbió, como si fuera parte del problema.

—Ahmed ¡NO! —grito un voz dulce haciendo que Samuel se volviera alerta tomando de los hombro a Adalet quien solo miraba con horror como su hermana gemela le daba la espalda. —no… no… ¡suéltame! ¡NO! —por más que grito, Samuel cerro los ojos. Mientras detrás de ellos Jessiel se quedaba de piedra mirando la escena sin saber qué hacer.

La hermana rebelde había hecho su último acto de rebeldía y ella como hermana mayor no había podido hacer nada.




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