Corín
“Y si sí me mira como yo lo miro a él”
Hoy fue uno de esos días en los que no tienes ganas de levantarte, pero igual lo haces, porque sabes que nadie lo hará por ti. Me miré al espejo como cada mañana, intentando convencerme de que estoy bien, de que soy suficiente, aunque por dentro me sienta hecha pedazos.
A veces me esfuerzo tanto por parecer fuerte que olvido que aún tengo grietas que no han sanado del todo.
Llegué a la oficina unos minutos antes de la hora. Me gusta estar sola antes de que lleguen todos, tomar un café, repasar lo pendiente y respirar profundo.
Poco a poco el equipo fue entrando, con ese bullicio habitual que me distrae de mis pensamientos. Me sumergí en un diseño que debía entregar hoy cuando sin darme cuenta, alguien se acercó detrás de mí.
—Buenos días, Corín —dijo esa voz grave que conozco tan bien.
—Buenos días, señor Noah —respondí, sin atreverme a girarme del todo.
No quería que notara cómo me aceleraba el corazón cuando lo escuchaba tan cerca.
—He estado viendo tu trabajo en la campaña de VisionTech… está increíble —comentó. Su tono fue más suave de lo usual, casi como si no hablara como jefe, sino como hombre.
—Gracias, trato de dar lo mejor —murmuré, con la voz algo temblorosa.
Él se inclinó levemente hacia la pantalla, revisó unos segundos el diseño, y luego… se detuvo.
—Tienes talento. Mucho más de lo que tú misma crees.
Me quedé paralizada. No supe qué decir. ¿Él había notado eso? ¿Que yo misma no creo en mí?
—Lo intento —contesté bajito, sintiéndome pequeña ante su mirada que ahora sí encontré… directa, profunda.
Por un segundo creí ver algo distinto en sus ojos. Algo cálido, casi… ¿ternura? Pero quizá solo fue una ilusión. A veces quiero creer tanto que me invento cosas.
Más tarde, en la sala de reuniones, él se sentó justo frente a mí. Mientras otros hablaban, lo descubrí mirándome. Y cuando nuestras miradas se cruzaron, no apartó la suya. Tampoco lo hice yo.
¿Y si sí me mira como yo lo miro a él?
¿Y si todo este tiempo, no he estado tan sola como pensaba?