Corín
“Cuando todos te miran… te ves a ti misma con otros ojos”
Desde nuestra conversación en la sala de reuniones, algo en mí cambió.
Y algo en la oficina también.
Ya no era solo un susurro. Ya no eran solo miradas ocasionales.
Ahora eran comentarios disfrazados de bromas, silencios cuando entraba a una sala, y sonrisas forzadas de quienes antes me ignoraban.
El lunes por la mañana, entré al ascensor y sentí cómo tres personas dejaron de hablar al verme. Una de ellas era Marla. Me miró de arriba abajo y luego sonrió con esa clase de cortesía que lastima más que una bofetada.
—Buenos días, señorita favorita del jefe —dijo bajito, pero lo suficientemente fuerte para que la otra riera.
Yo no respondí. Solo respiré hondo.
Cuando llegué a mi escritorio, noté que alguien había dejado una nota en una hoja blanca, anónima, escrita con bolígrafo:
“El talento no siempre sube... a veces solo se acuesta con el jefe.”
Sentí un puñal en el estómago. Una mezcla de rabia, vergüenza y ese viejo sentimiento de no pertenecer a ningún lugar.
Pero esta vez, no rompí a llorar.
Esta vez… tomé la hoja, la guardé en mi bolso, y seguí trabajando. Porque no iba a permitir que me quitaran la pequeña luz que había empezado a brillar dentro de mí.
Al mediodía, Noah se acercó. Ya no con café, sino con una mirada preocupada.
—¿Puedo hablar contigo un momento?
Asentí, y nos alejamos unos pasos, fuera de la vista de todos.
—He escuchado algunas cosas. Sé que están hablando, y quiero que sepas que voy a poner un límite —dijo, serio y molesto.
—No puedes controlar lo que piensen, Noah —le dije, con la voz firme, aunque me temblaban las manos—. Pero sí puedo decidir cómo reacciono yo.
Él me miró, como si no esperara que dijera eso. Como si, por primera vez, viera algo en mí que ni yo sabía que tenía.
—Estoy orgulloso de ti —murmuró.
Yo sonreí. Pequeño. Frágil. Pero era una sonrisa mía, verdadera.
Ese día entendí algo:
El juicio de los demás dice más de ellos que de mí. Y si tengo que caminar entre miradas para llegar a quien me ve de verdad… entonces vale la pena.