Corín y Noah
“El momento de la verdad”
La sala de juntas estaba impecable, con la luz justa y las pantallas listas para mostrar la propuesta que había consumido tantas noches de trabajo.
El equipo estaba reunido, y el cliente internacional esperaba con atención.
Yo sentía cómo mi corazón latía con fuerza, mezcla de nervios y emoción.
Noah me miró desde su lugar, con una sonrisa de aliento que me dio la fuerza que necesitaba.
—Cuando estés lista —susurró.
Tomé aire y comencé a hablar.
Cada diapositiva, cada detalle, cada estrategia, fue explicada con la pasión y el conocimiento que había adquirido.
Mostré cómo habíamos adaptado el mensaje para cada cultura, cómo habíamos integrado las últimas tendencias y cómo la campaña no solo vendería, sino que crearía conexiones reales.
Hubo preguntas, sí, algunas difíciles, pero respondí con seguridad, apoyada en datos y en la confianza del equipo.
Al terminar, hubo un silencio que pareció eterno.
Y entonces, el cliente sonrió.
—Esto es más de lo que esperábamos —dijo—. Estamos listos para avanzar con ustedes.
Sentí que se me aflojaban las piernas, pero Noah me sostuvo la mano con firmeza.
—Lo hiciste increíble, Corín —me dijo en voz baja.
La sala estalló en aplausos.
Los colegas me miraban con respeto renovado, y Noah con orgullo.
En ese instante, supe que no solo había demostrado mi valor profesional, sino que había abierto una puerta para creer en mí misma.
Y, al lado de Noah, sentí que cualquier desafío era posible.