Corín y Noah
“El primer beso”
La celebración había terminado, pero Noah y yo decidimos dar un paseo para despejarnos y disfrutar un poco de la noche.
Las luces de la ciudad brillaban a nuestro alrededor y el aire fresco parecía cómplice de ese momento especial.
Caminamos en silencio, tomados de la mano, sin prisa, dejando que cada paso fuera una promesa silenciosa.
Nos detuvimos frente a un parque pequeño, bajo un árbol iluminado tenuemente por una farola.
Noah me miró a los ojos, con una mezcla de nervios y ternura que me hizo latir el corazón con fuerza.
—Corín —dijo en voz baja—, hace tiempo que quería hacer esto.
Antes de que pudiera responder, sus labios se posaron suavemente sobre los míos.
Fue un beso dulce, cálido, lleno de todas las palabras que habíamos guardado en miradas y silencios.
Me aferré a él, sintiendo que en ese instante todo encajaba.
Cuando nos separamos, Noah sonrió.
—No voy a pedirte que apures nada —susurró—, solo quiero que sepas que estoy aquí.
Y yo, con el corazón en la mano, supe que por fin había encontrado a alguien con quien podía ser realmente yo.