El milagro en su vientre
“Tres latidos, un solo amor”
La barriga de Corín ya era grande, hermosa, llena de vida.
Los días habían pasado rápido, entre emociones, miedos y mucha esperanza.
Una noche, después de la cena, nos sentamos juntos en el sofá.
Noah tomó mi mano y la apoyó suavemente sobre mi vientre.
—¿Los sientes? —me preguntó con una sonrisa dulce.
Cerré los ojos y, con asombro, noté los movimientos de los tres pequeños, cada uno con su ritmo, sus pataditas tímidas y llenas de energía.
—Sí —susurré—. Son tan fuertes… están creciendo dentro de mí, y yo siento que nos están preparando para algo maravilloso.
Noah acercó su oído y escuchó, casi en silencio, el latido de esas pequeñas vidas.
Luego me abrazó con cuidado, como si protegiera un tesoro.
—Corín, eres increíble. La fuerza que tienes me inspira todos los días.
Sentí sus lágrimas caer suavemente sobre mi cabello, y las mías no tardaron en aparecer.
En ese instante, comprendimos que ya no éramos solo dos, sino cinco.
Cinco almas unidas por el amor, la esperanza y la promesa de un futuro lleno de sueños.
Nos quedamos así, en silencio, conectados por ese milagro que crecía dentro de mí y por el amor que nos sostenía.
Sabíamos que el momento de conocer a nuestros pequeños estaba cerca, y que juntos, como familia, enfrentaríamos lo que viniera con valentía y alegría.