Corín, mamá en crecimiento
“Descubriendo su fuerza”
Convertirme en mamá de trillizas fue un torbellino de emociones y desafíos que jamás imaginé.
Los días se mezclaban entre el cansancio extremo, las preocupaciones constantes y la alegría inmensa de tener a mis pequeñas en mis brazos.
Al principio, me sentí abrumada.
¿Cómo podría cuidar de tres bebés a la vez? ¿Sería suficiente para ellas? ¿Y para Noah y para mí como pareja?
Pero poco a poco, con paciencia y mucho amor, fui encontrando mi ritmo.
Aprendí a escuchar mis propias necesidades, a pedir ayuda cuando la necesitaba y a confiar en mi intuición de madre.
Noah fue mi roca, siempre a mi lado, apoyándome sin condiciones.
Sus palabras me levantaban cuando me sentía débil, y su presencia me recordaba que no estaba sola en esta aventura.
Hubo noches sin dormir, días en los que sentía que no avanzaba, pero también momentos llenos de ternura: la primera sonrisa de una de ellas, sus manitas aferrándose a mis dedos, sus suaves respiraciones al dormir.
Me descubrí más fuerte de lo que creía, capaz de amar con un corazón inmenso y de enfrentar cualquier dificultad.
Nuestra casa se transformó en un hogar lleno de vida, risas y a veces lágrimas, pero, sobre todo, un lugar donde el amor crecía sin medida.
Ser mamá de trillizas no era fácil, pero era el regalo más hermoso que la vida me había dado.
Y con Noah, juntos, estábamos aprendiendo a ser esa familia que siempre soñamos.