El vínculo indestructible
“Nuestro aniversario, nuestra historia”
Cinco años habían pasado desde que dimos el “sí, acepto”, y parecía mentira cómo el tiempo había volado entre pañales, risas, desvelos y abrazos.
Ese día, Noah y yo nos tomamos un momento para nosotros.
Después de acostar a las niñas —tras convencerlas de que no podían asistir a una “cena romántica de adultos”—, bajamos al jardín trasero de la casa, donde Noah había preparado una pequeña cena bajo las luces cálidas de una guirnalda.
—¿Recuerdas cuando todo esto empezó? —me dijo, tomándome la mano.
Asentí, con una sonrisa suave.
—Pensé que no lograría sobrevivir ni al primer año de maternidad.
—Y ahora eres madre de tres… y el amor de mi vida.
Nos miramos por unos segundos que parecieron eternos.
El aire estaba lleno de recuerdos: el primer día que nos vimos en la oficina, las miradas furtivas, la confesión de nuestro amor, los días difíciles, los triunfos, el nacimiento de nuestras hijas.
—¿Te arrepientes de algo? —le pregunté con sinceridad.
Él negó con la cabeza.
—Solo de no haberte besado antes.
Reímos juntos, como en esos primeros días.
Luego me abrazó por la cintura, y bailamos sin música, con nuestras risas y el murmullo de la noche como fondo.
—Somos un equipo —le susurré—. Nada de esto hubiera sido posible sin ti.
—Y sin ti, yo no sabría lo que es realmente amar.
Esa noche, entre recuerdos y promesas renovadas, reafirmamos algo que ya sabíamos:
El amor que construimos era más fuerte que cualquier tormenta.
Las niñas eran el lazo más visible, pero el verdadero hilo que nos unía era el que tejimos con respeto, sacrificio, confianza… y una inmensa gratitud por habernos encontrado.