Ernest estaba llorando, mientras bebía en la biblioteca.
—¿Qué sucede, Ernest? Desde que llegaste, siento que algo va mal –cuestionó su esposa, sentándose a su lado. Tratando de calmarlo.
—¡Lo arruine todo, Lucia! Eso sucede –exclamó frustrado —. Firme un contrato con Reyhan, solo vi las cifras que el pondría en el proyecto. Pero me falto algo, ese contrato contaba con una última cláusula que no leí.
Lucia tapo su boca con ambas manos.
—¿Qué sucederá ahora?
—Reyhan estará a cargo de nuestra empresa hasta que pague todo lo que el invirtió. De lo contrario, podrían embargarnos la casa, ¡Quedaríamos en la calle!
Dafne, petrificada, escucho todo desde el otro lado de la puerta. ¡Ella sabía que no se debía confiar en el árabe de Reyhan!
Pronto comenzarían a pagar el precio por hacer tratos con una persona que no conocían, su padre solo se había dejado llevar por los grandes éxitos que hacían los árabes en cada año consecutivo en una empresa diferente, la ambición lo había llevado a hacer tratos que otras personas ganarían más que él. Qué curioso resultaba la vida, un día estabas arriba y al otro abajo.
—No quiero hacer esto, Maggie —susurro, Dafne. Apartando su libro, sin éxitos al leer.
Su mente estaba ocupada con su pronto futuro, el futuro que salvaría a su padre de la ruina y de no perder la casa.
—No tienes por qué hacerlo, ya sabes lo que dijo papá.
—Uso psicología, el solo buscaba psicologizarla. Yo más que ella entendí todas sus palabras. ¿Sabes que, si no aceptas, viviremos en un lugar de acogida para pobres? –Noah trató de copiar la voz de su padre, ocasionando que Maggie riera. —Ahora ya es tarde, saldrás y aceptaras todo lo que te de tu prometido. Además, es lindo, eso es un punto a tu favor.
Dafne sabía que su padre estaba en una situación desesperante. Ernest amaba la buena vida, los buenos vinos y comidas. Pero el mayor pesar para Dafne era ver a sus hermanas en la miseria. Se había jurado hacerlo, ella no podía permitir sentenciar a su familia a la pobreza.
¿Y porque había negarse a ayudar a su familia? Quizás en el futuro lograría divorciarse y contraer matrimonio con el hombre que ama. Pero ¿Por qué no casarse con Keren y hacer feliz a todo el mundo? De esa forma estaría dándole muchas cosas que nunca había podido darles ella como primogénita.
Pero allí estaba ese pensamiento que la paraba. El hombre que ella amaba no la amaba como ella hubiera querido. Wilson Smith solo la quería como su hermana. Como la niña frágil que había estado en problemas el primer día de kínder, nunca podría olvidarlo; el la había protegido de los niños malos que la molestaban y tiradas de sus bellas trenzas, así como el las llamada. Desde ese día se había prometido amarlo en secreto, y cuando creciera, casarse y tener cinco hijos con él.
Dafne rio entre dientes, su pensamiento le resulto tonto ahora que se casaría con otro hombre.
—Recuerda algo; si no quieres seguir las reglas, no las sigas, solo sigue adelante y no te dejes vencer. Nuestro padre está un poco desequilibrado por el dinero y eso todas los sabemos, menos Eliana que aún es pequeña —argumento, Noah. Jugando con su móvil.
—De todo lo que has dicho, al fin dices algo inteligente, Noah. Tú no debes darte por vencida, Dafne.
—¿Qué se supone que haga? ¿Vivir feliz y hacer como si nada pasara?
—Yo haría eso. Viviría sin problemas —intervino, Noah.
Dafne recordó las palabras de su padre;
—Hay algo que debemos hablar, Dafne—espeto, Ernest, haciéndole señal a su hija para tomar siento. —Ya debes saber que estamos en quiebra, es cuestión de meses para que todos lo sepan, y seamos el ojo de los deudores.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo? Tu eres el que hizo mal los negocios. —Ernest miró a su esposa, Lucia. Y luego volvió su mirada hacia su primogénita.
—Si tienes que ver en esto, ya eres mayor y debes estar al tanto de lo que pasa y en donde tu participaras—Ernest hizo una pausa —. Hemos decidido que te casaras con el dueño del banco, de esa forma, nuestra deuda quedara saldada y podremos conservar la empresa.
Dafne escuchó todo atentamente, sin dar crédito lo que sus oídos escuchaban, sin poder contenerse, comenzó a reír como si de una broma se tratara.
—¿De qué ríes? —cuestiono, Lucia.
Dafne dejo de reír y miró a su madre con una sonrisa.
—Porque ya soy mayor, y no tengo la responsabilidad de casarme para salvar el negocio mal tratado de mi padre, ¿No es así? ¿Por qué debería hacer algo que no quiero?
De pronto su madre comenzó a llorar, Dafne no entendía por qué su llanto repentino.
—¡Eres una malagradecida! Toda nuestra vida dimos todo por ti, ¿Qué será de la vida de tus hermanas? ¿No piensas en ellas? En Eliana que aún es pequeña—bramo, Lucia. Siendo consolada por su padre.
El cuerpo de la fémina se tensó al oír nombrar a sus hermanas, se había olvidado por completo de ellas, como ser eso posible.
Llena de impotencia, apretó sus puños y exclamo.
—¿Cuándo vendrá el señor Rehyan?
—No te casaras con Rehyan —afirmo, Ernest —. Será con su hijo mayor, Keren Azzar.
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Editado: 15.02.2022