Amarrada al Árabe

12

 A la mañana siguiente, Dafne despertó en la misma habitación del lujoso hotel que se habían hospedado con Keren, a diferencia que aquella mañana, Keren no estaba por ningún lado de la habitación y había una bandeja con alimentos y bolsas de grandes diseñadores sobre el sofá.

 

Gateo hasta salir de la cama y entro al cuarto de baño, mirando el reflejo de su apariencia demacrada, su cabello estaba desordenado, bajo sus ojos adornaban negras bolsas y sus labios secos. No parecía la misma mujer de clase que siempre había sido. Esa no era ella, pero por fin en esa mañana volvería a ser ella, volvería a ver a Wilson.

Un fuerte mareo hizo que dejara caer su cabeza hacia atrás, se sentía tan débil como un pequeño gatito recién nacido. No solo aquella mañana debía festejar su divorcio, pero tampoco podía seguir esforzándose como si nada le pasara a su cuerpo tan débil.

Cuando la puerta se abrió, Dafne volteo hacia ella y miro la figura impasible de Keren acercándose hacia el borde de la cama. Si hubiera tenido la fuerza suficiente, tal vez se hubiera levantando y comenzado a discutir con él, pero no, eso estaba tan lejos como la bandeja de alimentos. Keren solo se dedicó a mirarla sombrío;

—¿Acaso no comerás? Debes cuidar tu salud, estas con bajo peso.

 

Dafne bajo la cabeza hacia el edredón, podía sentir su rostro con mal aspecto, ¿Cómo la estaría viendo Keren? ¿Y porque le importaba como la viera? Lo que más ansiaba era que dejara de verla y ella olvidarse que una vez estuvo casada.

—Sí, pero no tengo la fuerza suficiente para levantarme.

Keren frunció el cejo y saco sus manos de sus bolsillos, para luego posar una mano sobre su frente.

—No tienes fiebre, el medico digo que estas desnutrida, tal vez sus defensas están bajas y es por eso que estas mal. Debes alimentarte y cuidarte por ti misma.

—No te pedí que me cuidaras –protesto como una niña pequeña.

—No lo pediste, pero eso parece. Aun no sales por tu cuenta, puedo jurar que siempre tus padres se dieron cuenta de cosas que tu no. ¿Acaso te parezco un hombre que deja a su esposa moribunda? No soy un hombre así, Dafne.

 

Sin esperar reclamos de su esposa, se acercó hasta ella y con fuerza la obligo a sentarse, apoyando su espalda contra el respaldar de la cama y luego acercarse con la bandeja de alimentos.

—¿Qué harás? –pregunto al verlo tomar las frutas con el tenedor, Keren levanto la mirada y la miró con obviedad.

—Comer mientras me miras, ¿Qué más puedo hacer, Dafne?

 

Keren acerco el tenedor hacia sus labios, inconscientemente Dafne abrió los labios.

—Me siento que acabo de cometer una violación contigo.

—¿Por qué lo dices? Yo lo quise hacer.

—Hace unas horas antes te desmayaste, el medico digo que podías estar débil y aun así continúe, deberías descansar un momento.

 

¿Descansar? Ella no quería descansar, ella quería su divorcio. Pero al decir su respuesta, rápidamente se arrepintió al ver la actitud de su aun esposo.

—No puedo descansar, prometiste firmar el divorcio….

 

Al oír esa confesión, rápidamente Keren alzo la cabeza y dejo el tenedor sobre el plato.

—No puedes ser tan insensible como para poner un papel primero ante tu salud, si te preocupa el divorcio, te lo daré. –Afirmo tenso —Deja de ser tan inmadura, si tu salud está mal, morirás casada ¿Eso es lo que quieres? Deja de ser tonta.

—Lo siento…

—No lo sientas, porque no lo haces. Solo lo dices para estar bien contigo misma, cuando no vez en la situación que estas. –Keren suspiro y dejo la bandeja sobre el regazo femenino—. Termina de comer, luego vístete y baja al salón del hotel.

 

Era obvio que Dafne no se sentía en sus cinco sentidos, miró la ancha espalda de su esposo quien caminaba hacia la puerta de la salida, sin decir nada. Dafne reprimió una sonrisa, la cual no sabía porque tenía ganas de sonreír. Keren estaba tan serio y prefería lo que en sus términos era una lección de moral que prefiero dejarlo así y no protestar por el momento. Quizá ahora comprendía lo mucho que ambos se ofendieron la noche anterior.

Dafne reposo por unos minutos más, hasta estar mejor y luego vestirse con lo que eran vestidos de su talla. ¿Cómo sabia Keren su talla? Eso era un poco raro para ella, un hombre que apenas conocía de un día, sabia muchas cosas de ella. Cosas que podía jurar que ella nunca se había puesto a pensar ni analizar.

Tomo uno en especial por el color y se lo coloco, si Keren quería verla abajo, podía significar una cosa; los abogados habían llegado para firmar  y eso  la mantenía ansiosa.

 

 

(….)

 

—¿Terminaste? –cuestionó Keren, impaciente. Dafne levanto la mirada hacia él y asintió.

—Me parece bien.

—¿Bien? Allí dice que no obtendrás nada de mis propiedades ni dinero. Te quedaras sin nada, más que tus dos millones de dólares. –exclamo, apoyando sus manos sobre la mesa.

—Y me parece bien, Keren. No quiero tu dinero.

 

Keren a penas sonrió.

—Me pareció el matrimonio más corto de la historia. –Keren levanto el maletín que tenía a su lado y  lo abrió frente a ella. —Dos millones, como querías. Cumplo mi palabra, Habibi (Mi amor)

 

Dafne se sonrojo ante ver aquel dineral frente a ella.

—Tengo dos preguntas que hacerte –susurró, no podía sonrojarse más de lo que ya estaba. Keren carraspeo la garganta y asintió —¿Por qué no hay abogados? En los documentos no hay una firma de bufete de abogados…. Y que significa Habibi.

 

Keren tambaleo sus dedos contra la madera y la miro fijo.

—Tengo mi abogado, no necesito otros abogados…. Habibi, un día entenderás lo que significa. Ahora firma, debo volver a Arabia cuanto antes.

—¿Y que dirá tu padre de esto? –preguntó, mientras firmaba. —No le gustara saber que te divorciaste.




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