Amarrada al Árabe

17

Keren apretó sus puños y volvió hacia ella.

Tomándola con fuerza de su mandíbula nuevamente, sin un ápice de delicadeza.

—¿Ahora te dedicas a golpear mujeres? ¿Eso también lo firme? —se burló, tragándose su miedo—. Hazlo, ¡Hazlo!

—¡Cállate! —bramo, Keren, soltándola con brusquedad. —¿Crees que tus palabras me afectan? ¿O como tu me veas? Eres mía, Dafne, eso no se te debe olvidar nunca, si debo mantenerte encerrada aquí hasta que entiendas y aceptes tu destino, lo hare. Pero también estas paredes te volverán tan loca que olvidaras su nombre, y solo recordaras uno; Keren.

 

Detallo, complacido al verla muda y pálida. Solo quería algo de su terca mujer, algo que solo ella podía dárselo y no descansaría hasta hacerlo.  Quería escucharla decir Keren, llamarlo solo a él y a ningún otro hombre, quería que en su despertar solo se fijara y pensara en su esposo, que solo los te amo fueran de él y de ningún hombre. Dafne era suya y así lo seguiría siendo hasta que el decidiera. Nunca debió aparecer en aquella oficina.

Ella nunca debió estar en el lugar incorrecto ni en la hora justa, aquella pequeña mujer de diecinueve se había convertido en su mayor obsesión y ahora esposa.

No podía permitirse dejarla ir, aunque supiera que su objetivo estaba tan lejos como sus sentimientos hacia él.

—Estas enfermo.

—Lo sé, pero de habun (Amor) —respondió, en un susurró. Saliendo de la habitación y cerrando con llave.

—¡Déjame salir! —la escucho gritar, caminando lejos del lugar.

En el momento que Emir caminaba hacia él.

—¿Qué harás con ella? Es claro que no pretende callarse —articulo, caminando al lado de su hermano y bajando a la siguiente planta.

—La dejare que grite todo lo que quiera. Se que pronto se cansara y dejara de gritar. Anoche estuvo en una fiesta.

—¿Y eso que tiene? Cala esta de igual o peor forma.

—Dafne bebió demasiado y pude ver que esta mal. Y sobre Cala… no es lo mismo, lo que hiciste fue tan bajo como en lo que pisas, Emir.

—Debía hacerla regresar.

—No de esa forma. —ataco, llegando hasta la primera planta—. Debo hablar con papá.

 

Emir asintió y camino hacia el jardín trasero de la mansión. Mientras que Emir emprendió camino hacia el despacho de su padre.

 

(…)

 

Podía ser mentira, pero no lo era. Seis días habían pasado desde que Dafne se mantenía encerrada en aquella habitación, las palabras de Keren fueron tan cierta que solo quería decir que era mentira. Su tiempo solo se basaba en maldecir y despreciar a Keren.  Su cuerpo se sentía tan frágil y enfermo en esos seis días encerrada. Cada tarde, Keren llegaba y por su cálculo, podía creer que estaba una hora allí dentro, intentando hablar con ella, decirle lo bueno que había en arabia y lo malo para una mujer como ella. Pero que eso no debía ser una preocupación para ella, dentro de la mansión no estaba obligada a usar su hiyab, ni vestir todo el tiempo con Caftán negro. Algo que no le intereso en lo mas mínimo, pero si al saber que los Caftanes no todas las mujeres se permitían utilizarlos, uno de ellos era tan o mas caro que una abaya, como también, Keren le explico que Dhahran era un pueblo donde los trabajadores de su petrolera trabajan, Dafne de inmediato supo entonces que ese pueblo era manejado por ellos. Un pueblo que, a diferencia de las demás ciudades, las mujeres podían vestir como querían, no había nada de restricciones. Pero al viajar fuera de Dhahran, debían utilizar abaya y burka. Algo que le aterro a Dafne escucharlo decir, se sentía como si al salir de aquí, debías convertirte en la mascota paseadora y oculta.

 

Su mente no paro de pensar en cada palabra de Keren y como describía todo fuera de aquellas cuatro paredes. Un tormento se había apoderado de ella, su rutina en seis días se había decidido de desayunar, almorzar, la vista de Keren y la cena. Las únicas visitas eran de Keren y la misma mujer que le llevaba los alimentos. ¿Esa era la vida de una mujer árabe? ¿A eso se refería Keren cuando dijo que solo debía velar por el bien de su esposo?

 

El aire caliente golpeo en su rostro al abrir la ventana, quería salir, recorrer y descubrir todo lo que Keren describía. Como en ese tiempo, vio el autobús pasar por frente de la mansión, debía ser el autobús de los niños, se dijo. Pero también algo llamo su atención, las rejas se habían comenzado a abrir y de ella, un Rolls Royce blanco ingresaba; Keren había llegado.

Su corazón comenzó a latir desbocado, el llegaría a la habitación y ella no podía hacer nada mas que darle la espalda y contar los minutos para que se fuera, quería volver a casa, dejaría reprocharle a su padre el porque tanto sufrimiento, los ojos de Keren subieron hasta ella, como si supiera que un par de orbes verdes lo miraran, de inmediato Dafne aparto la vista y se volvió por completo hacia la habitación.




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