Amarrada al Árabe

22

Un pequeño ardor la detuvo cerca de su comisura, dándole una idea de lo que podía estar sucediendo con ella y se negaba a sentirlo, ella no podía sentir nada por aquel hombre.

 

Todo cambio sus planes ya no eran los mismos, ¿Qué tenía aquel árabe para que con un beso la dejara así? Tal vez no solo fueron sus besos lo que la dejaron en total insignia de duda, su cuerpo había comenzado a reaccionar desde aquella noche, no solo había sido una noche de vender su virginidad. Ella había fracasado cuando después de esa noche comenzó a recordar en las caricias de Keren y aquel beso solo había sido la gota del vaso para rebalsar.

 

Ella se estaba buscando al árabe, y su parte insaciable no quería dejarlo ir, él había sido el primero, el primero que había arrebatado su virginidad y hasta su aliento después de esa noche, la noche donde el la trato y le hizo recordar la humillación de venderse.

Con un ultimo suspiro, trato de dispensar sus pensamientos pecaminosos y camino hacia el salón, no quería mirar en otro punto mas que las puertas de la entrada, resultándole imposible no hacerlo. Quería buscar a Keren, decirle cuanto lo sentía.

Su cuerpo de pronto se tensó, un malestar se instalo en su estomago al ver una mujer rodeada de hombres, adulándola, y lo peor, allí estaba Keren sonriendo por algo que ella decía, mirándola con un brillo especial en sus ojos.

¿El la veía así a ella? Se pregunto, no podía compararse con la mujer, de curvas marcadas. A pesar de llevar caftán, podía notar los grandes bultos en su pecho y su trasero. Todo lo que ella no tenía. Su belleza exótica podía cautivar hasta a una mujer, aun mas siendo adornada por sus joyerías de oro. Una piel que podía confundirla con las mismas muñecas de porcelanas, de cabello negro y largo hasta la cintura. Su sonrisa era encantadora, como si nada le preocupara, ni las miradas que le dedicaban.

 

Se sintió ridícula al estar allí, Keren había querido llevarla, pero en toda la noche salvo hace minutos, no le había brindado tanta atención como aquella bella mujer. ¿Tan importante era para su negocio? No, ella tenia algo que Keren la hacia ver especial y no entendía la razón. Ni el porque debía aguantar tal espectáculo.

—Dafne.

 

La rubia despejo la mirada de ellos y miro a la persona que estaba su lado, con una sonrisa en sus labios y una copa en una de sus manos. Dafne sonrió.

—¿Qué sucede? No pensé verte por aquí.

—Ni yo, mas bien si —se contradijo, causándole gracia a Dafne—. Me gusta cuando sonríes, nunca lo dejare de decir.

 

Las mejillas de Dafne se sonrojaron, y ella nunca se cansaría de sonrojarse con sus comentarios ni, aunque solo fueran de cariño entre amigos.

—Te extrañe mucho, Wilson —se vio decir, cerro los ojos con fuerza después de decirlo, el era el novio de su hermana, no podía decirle aquello. Pero también el hombre que ella amaba.

¿Amaba? Aquello sonaba en un pasado y ella aun lo seguía haciendo, pensó.

—Y yo a ti. Extraño nuestras tardes y tus regaños. Supongo que volverás a Liverpool, tengo muchas cosas que decirte y…

—No es necesario que me lo digas, no estoy enfadada por ocultármelo y que Maggie me lo diga, de hecho, estoy feliz por ambos, quiero que seas feliz, Wilson. —Articulo, sin negar el latir de su corazón, la sonrisa de Wilson se flaqueo, sin entender.

—¿De que hablas?

—Vamos—lo alentó, Dafne —. Maggie me dijo que están saliendo, no voy a negar que me dolió escucharlo de ella, hubiera preferido que tu como mi mejor amigo me lo dijeras.

 

¿Mejor amigo? Ella no quería eso, pero se conformaba con la etiqueta que había entre ambos, y no la destrozaría por palabras que tal vez flaquearían su amistad.

—No salgo con ella, no se porque lo dijo, pero es mentira, Dafne —aseguro, de pronto, su cuerpo se tenso ante la noticia, Maggie le había mentido, ¿Pero por qué? Sin entender la razón, sus ojos se desviaron hacia Keren, el cual los miraba con una expresión seria en su rostro. Arrugo el puente de su nariz al darse una idea, no quería pensar en eso, pero con Keren nada era imposible. Keren estaba metido en aquello. Keren tenía calculado que iría a casa y buscaría a Wilson, el sabia cada maldito paso de ella ese día, su hermana y su esposo se habían puesto en su contra.

Su pequeño cuerpo se invadió por un sentimiento de enojo e imponencia.

—No…—susurro, sin dejar de verlo, ni el a ella.

—¿No? ¿No me crees, Dafne? —la voz de Wilson hizo que apartara la mirada y se fijara en su amigo, forzó una sonrisa y negó.

—Lo siento, no te lo decía a ti, estaba pensando. —Dafne hizo una pausa —, tal vez me equivoque de nombre, fue mi culpa, yo escuche mal.

 

Wilson dejo la copa en la bandeja que se le ofreció con mas copas, esperando que el camarero se alejara de ellos y volvió su mirada a su amiga, tomándole ambas manos.

—Tengo algo que decirte, Dafne. Lo he querido decir en mucho tiempo, pero siempre temí que tu no sintieras lo mismo que yo y me rechazaras. —Wilson tomo una bocada de aire y continuo. Me gustas, no entiendo cuándo comenzó ni porque, cuando me dijeron que te casabas, me sentí tan insensible por nunca habértelo dicho. No se si tu sientes lo mismo que yo o solo yo lo hago, pero te quiero.

 

En ese momento, ya no era importante los invitados, era como si ellos estuvieran allí solos, ellos y las palabras de Wilson, las palabras que toda su vida había soñado escuchar. No era secreto, ella lo quería, no importaba las imperfecciones de ambos, Wilson la quería, le gustaba como mujer y eso era lo que tanto ansiaba.

—Wilson yo…—de pronto, el agarre de Wilson sobre las manos de Dafne se vio desecho con brusquedad, Dafne levanto la mirada y se encontró con los azules ojos de Keren, mirándolos a ambos con furia reflejada en sus ojos.




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