Amarrada al Árabe

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Capitulo con contenido adulto +18. Puedes saltearlo.

 

La amenaza de Keren fue en un audible mascullo que erizo la piel de Dafne con su ultima amenaza.

—Keren…

—Cállate y camina —respondió, tirando de su mano y saliendo del salón bajo la mirada de todos los hombres, incluyendo la de la exótica mujer. —A la mansión, ahora.

 

Le ordeno al conductor, este al notar el enfado de su jefe, no dudo y comenzó a manejar hacia la mansión. En todo el camino ambos iban en silencio. Dafne con temor a decir algo y desatar a un mas la furia de Keren. Su corazón latía del temor que sintió, y la vergüenza al ver todos aquellos rostros mirándolos, sin entender que sucedía, pero por la expresión de algunos, podía imaginar que ya lo sabían.

 

(…)

 

Keren tiro de ella hacia la habitación y cerro la puerta con fuerza, paralizándola del miedo.

—Keren…

—¿Ahora me llamas? —pregunto con sarcasmo—. ¿Qué mas quieres, Dafne? ¿¡Que, maldita sea!? ¿No pensaste un segundo en mí, allí dentro? ¿No pensaste en la humillación que me estabas haciendo pasar cuando te dejaste agarrar las manos por él? No me veas como tu esposo si no quieres, no me veas con amor como yo lo hago, por que, cada segundo que te veo, lo hago con ese sentimiento que quiero que desaparezca para dejarte libre, no quiero sentir esto que está prohibido en mí. —Bramo, con tono de voz desgarradora, las lagrimas de los ojos de Dafne comenzaron a caer, nunca había tenido la idea que Keren sentía amor por ella, ni cuanto daño le estaba causando con sus actos. No solo nadie pensaba en ella como lo creía, ella era tanto o peor que sus padres, no pensaba en nadie mas que ella misma —. No aguanto esto, no aguanto ver el desprecio en tus ojos mientras trato de que me veas, de que me notes. ¿Por qué lo haces?

 

¿Por qué lo hacía? No lo entendía, ella no sabía porque lo hacía.

 

—¿Y tú? ¿No pensaste en la humillación que también me hiciste pasar? O, mejor dicho, me has hecho pasar millones de ellas. —Protesto, secando sus lágrimas.

—¿Qué? —dijo con incredulidad, acercándose a ella—. Si lo dices por el hecho de traerte aquí en contra de tu voluntad, lo acepto.

—¡No! ¿Crees que no te vi? Me llevaste a ese lugar y tu te la pasaste lejos de mí, para luego aparecer una mujer y sonreírle como si fuera lo mas especial del mundo, ¿Quieres que hablemos de humillación? Entonces ambos nos humillamos en una noche. —Exclamo, sacando todo lo que quería decirle a Keren ese momento, sentía la necesidad de sacar toda esa carga que había cargado cuando los vio a ambos sonriendo, no entendía la razón del porque su enfado al verlo con otra mujer, pero allí estaba, protestándole como él lo había hecho, y viendo una sonrisa en los labios de Keren, ver como mordía su labio inferior para contener su risa. ¿Por qué ese simple acto le encanto y le produjo algo en su vientre?

—Dafne, habibi (mi amor) ella es mi hermana menor, Jara. —informo, tomándola con sus dos manos a ambos costados de su rostro, observando como sus mejillas se teñían de rojo—. Todo en ti es difícil, quisiera decir ¿Qué quieres? Pero se cual será la respuesta, te alejaras de mi y no quiero eso. No me hagas esto, habibi.

 

Keren se encorvó y beso sus labios con delicadeza, al ver que Dafne no lo apartaba, volvió a besarla e introducir su lengua en su cavidad bucal, con timidez, Dafne sostuvo su cintura y comenzó a besarlo. Los brazos fuertes y varoniles de Keren la rodeador por completo en su cintura, dejándola totalmente indefensa ante él, sin salida, el corazón de la fémina comenzó a latir desbocado, su mundo se derrumbo en un instante ante sus brazos, sus pensamientos no encontraban una respuesta a sus preguntas, estaba derrotada, vencida ante el beso de su esposo.

 Los besos comenzaron a ser más intensos, Dafne subió con lentitud sus manos hasta enredarlas en su cuello, siguiéndole con la misma intensidad el beso. Un gruñido ridículamente sexi retumbo en el pecho de Keren mientras su lengua jugaba con la suya; Dafne no pudo contener sus manos quietas y las deslizo hacia arriba, quitándole el turbante y acariciando su cabello, acariciando la curva de su garganta y mandíbula, alisando su pecho, corriendo a lo largo de su costado, sobre el suriyah blanco, algo dentro de ella solo le daba la intención de querer tocar la miel caliente de su esposo.

Keren bajo sus manos hacia los costados del caftán, no había ninguna queja por parte de su esposa al seguir bajando sus manos para subir el caftán y tocar los desnudos muslos de Dafne, Keren apretó sus muslos para empujarla a enredar sus piernas alrededor de su cintura, Keren camino con ella hasta chocar contra la pared, sin romper el beso. Dafne jadeo al sentir las caderas de Keren mecerse contra su sexo húmedo, puro placer estallaba en la entrepierna de Dafne, extendiéndose el calor por todo su cuerpo.

—Keren…—jadeo.

El árabe mordisqueó y chupo el cuello de su esposa, dejándole pequeñas marcas moradas en ambos lados de su cuello, a ese punto, Dafne no se preocupaba por alguna marca en ella, mas que complacer su deseo carnal con Keren.

Keren con una mano desbrocho el caftán, Dafne al ver la dificultad de Keren, con ambas manos se desbrochó los botones de arriba, dejando caer el caftán en su cintura, el pulgar de árabe bajo por su clavícula hasta su pecho derecho, comenzando a jugar con su pezón, pellizcándolo, causándole dolor y placer a su esposa ante la caricia tan brusca y placentera. Dafne comenzó a desbrochar el suriyah de Keren con desespero, provocando que sus manos se enredaran, el pecho libre de vellocidad se dejó ver, Dafne enterró sus uñas en el cuello de Keren al sentirlo nuevamente moverse contra ella, provocando fricción. Sin quedarse atrás, Dafne comenzó a menear sus caderas, provocando un gemido audible en Keren, sus dejar de tocarla, Keren la apretó mas a ella y a tambaleadas camino hasta la cama, el aire abandono los pulmones de Dafne al sentir la caricia del edredón en su desnuda espalda, Keren se incorporo y termino de retirar el caftán de Dafne, tirándolo hacia algún lugar de la habitación. Ambas manos de Keren comenzaron a acariciar toda la piel expuesta de Dafne hasta subir a sus pechos y agarrándolos en sus manos, nunca había sentido tanto placer como aquel, no podía imaginar cuanto le gustaba ser tocada de esa forma, brusca, sin delicadeza al apretar sus pechos.




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