Amarrada al Árabe

24

El silencio los rodeo, ninguno de los dos quería decir algo por temor, temor a que Dafne dijera que se arrepentía de hacerlo, de comportarse como una niña y, sobre todo; volver al mismo punto de partida.

 

El silencio era envolvente para la pareja, sin embargo, fue Dafne quien decidió romper el silencio.

—¿De verdad me amas? —indago, recordando el momento que le pronuncio te amo.

Keren suspiro y luego beso su coronilla, apretándola aun mas contra su fuerte pecho.

—Lo hago, Dafne.

—¿Cómo…? Tu no me conocías, y resulta poco tiempo para decir una palabra tan fuerte.

Tu no me conocías. Yo sí, mi hermano en ese momento tenia problemas, y estaba en la obligación de casarse, entonces yo me ofrecí para hablar con tu padre, fue allí cuando te vi…con Wilson —se obligó a decir entre dientes, su nombre —. Estabas en el momento incorrecto, pero aun así me gustaste, tu padre te tenia de garantía, mi padre nunca lo acepto, y yo tampoco. Pero desde ese día lo hice. Fuiste la garantía de tu padre, pero mi obsesión por tenerte.

 

Dafne escucho todo con total asombro, recordaba ese día. La secretaria de su padre le había informado que estaba con una persona importante y estaba prohibido interrumpirlo. Nunca espero que esa persona hoy fuera su esposo.

—Nunca me imagine que fueras tu. —Keren sonrió, ni el se imagino que se casaría con aquella joven de diecinueve años.

 

Nuevamente el silencio los envolvió, Keren no dejaba de acaricias la cabellera rubia, temía que en algún momento ella se decidiera a solo verlo como una vez más, su temor fue acertado al ver como la fémina se apartaba de el y con la sabana envuelta en su cuerpo camino hasta el cuarto del aseo. Keren solo la miró en silencio, el pequeño rostro se mantenía sereno y serio, mientras que el, su cuerpo temblaba de un sentimiento indescifrable.

Dafne cerró la puerta detrás de ella y se apoyo en esta, dejándose caer al igual que dejar caer sus lágrimas. No se arrepentía, pero si temía que Keren la dejara sola en la cama, que la hiciera sentir como una muñeca de juegos sexuales, no quería eso, ella no quería sentirse así. Antes de que Keren hiciera algo, prefirió ella misma dar la iniciativa de lo que sucedería luego. Dejo caer la blanca sabana y se adentro a la ducha, mezclando sus lagrimas saladas con el agua. Muchas cosas temían, una de ellas era saber que después de saber que Keren había sido participe de un noviazgo de mentira y amenazar a Wilson de muerte, aun así, ella se había acostado con ese hombre, no había podido resistirse, había dejado que su cuerpo tomara el control. No se arrepentía, no lo hacía, pero dolía saber que difícil podía ser todo.

No amaba a Keren, pero su cuerpo reaccionaba a cada toque que el daba en ella, encendía lo bueno hasta lo malo en su cuerpo, y se odiaba por sentirse así con él. Unos fuertes brazos rodearon su cintura desde atrás, atrayéndola sobre dicho cuerpo. Su cuerpo se estremeció al sentir los labios de Keren en su lóbulo, como también al sentir su miembro restregarse con sus nalgas.

—¿Qué sucede, habibi? —indago, cerca de su oreja.

—Na…nada —titubeo.

—No digas nada cuando algo te sucede. Si nada es salir de la cama de esa forma, entonces no es nada para ti, pero mucho para mí, ¿Qué sucede? —volvió a preguntar, de forma autoritaria.

—Nada, no me puedes obligar a decir algo que no quiero —articulo, separándose de sus brazos y dándose vuelta para mirarlo.

La mandíbula de Keren se endureció ante sus palabras. Dafne dispuesta a salir de la dicha, Keren tomo su ante brazo y volvió a atraerla sobre sí.

—¿Te arrepientes, no es así? Eso te sucede y no quieres decirme. Te puedes arrepentir, pero nada cambia lo que acabamos de hacer. —Espetó, con los dientes apretados, conteniéndose.

 

Dafne intento tirar su brazo y liberarse del agarre, sin éxitos.

—Si me arrepiento o no, es mi problema. Lo único que hice y que te debe interesar es que me entregué a ti sabiendo de lo que eres capaz de hacer. No te debería interesar que pienso o dejo de pensar. —Exclamo, Dafne.

 

—¿De que hablas? Siempre buscas enredarme mas de lo que ya estoy contigo, Dafne. No esperes que te pregunte que quieres porque se cual es la respuesta.

—Entonces no preguntes —dijo, retirándose el cabello húmedo que se adhería a su frente.

—¿No preguntes? —repitió, riéndose con ironía —. Por Allah, tu solo buscas hacerme enfurecer y querer llevarte a esa cama para castigarte.

Fue el turno de Dafne reír. ¿Castigarla? Suficiente lo había hecho.

—No puedes hacerlo cuando ya lo has hecho muchas veces. Y ninguna de forma placentera —acuso, apuntando su pecho con su dedo anular —. Solo buscas hacerme daño, o que ambos nos lo hagamos, ¿Eso quieres? ¿Quieres que diga lo que siento después de acostarme contigo? Porque no lo sé, amenazaste a una persona a muerte y luego me acuesto con ese ser narcista, ¿Eso quieres que diga?

 

Ambos se miraron en silencio, el único sonido que podía escucharse entre ambos era el agua golpear las frías baldosas.

—¿Es así como me ves? Como un narcista por cuidar lo mío. ¿Tu no harías lo mismo con Wilson, Dafne? Responde, porque si dices que lo amenace, podría cumplir mi palabra y no seria una amenaza.

—¿Escuchas lo que dices? Estamos hablando de una vida, no de lo que yo quiera decir.

—Lo sé, pero yo hablo de mi esposa. —Keren libero su brazo y salió de la ducha.

—Si querías saber si me arrepentía, no lo hice. No me arrepiento de estar contigo, ¿Tu sí? —pregunto, con temor ante la respuesta. Le estaba diciendo que no se arrepentía, pero ¿Qué había de el? ¿Lo hacía? No quería saber la respuesta, pero otra parte de ella si, y ya era tarde para decirle olvídalo, cuando Keren ingreso de nuevo a la ducha y la tomo de su cintura, provocando que gimiera al sentir su miembro contra su vientre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.