Amarrada al Árabe

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Capitulo con escenas +18

 

Un beso dominante que solo él podía darle y hacérselo sentir. Nadie más podía hacer que su cuerpo reaccionara, así como Keren lo provocaba. Sentía ser una persona masoquista e incluso sentirse enferma de solo pensar en lo gustosa que se sentía ante los toques del árabe en su cuerpo, en sus palabras dominantes y firmes, haciéndola doblegarse ante el encanto del árabe millonario. ¿Qué hacía? No lo sabía, solo dejaba que su cuerpo tomara el control de sus actos y para nada se lo impedía.

 

—Solo dime que sí, Dafne. Porque luego no parare y no habrá vuelta atrás, mas que solo te aferres a mi —protesto, Keren, mordiendo el labio inferior de la fémina.

 

Dafne ahogo un gemido cuando sintió una de las manos de Keren bajar hasta sus nalgas y apretarla más a él.

—¿Y si digo que no? —susurró contra sus labios.

—No me va importar, porque sé que tu cuerpo si lo quiere.

 

El árabe volvió a besarla, esta vez bajando ambas manos hasta su trasero, ambos se besaban profundo, de una forma húmeda, jugando con sus lenguas. Un beso que Dafne nunca espero dar, pero Keren lo estaba haciendo, y era lo mas placentero que su cuerpo había sentido. Automáticamente, Dafne sintió como se excito, como el miembro se le ponía dura. La mano de Keren comenzó a recorrerle el cuerpo, acariciando sus pechos resbalados por el agua, casi sin darse cuenta, la mano del árabe bajo rápidamente hasta su entrepierna, uno de sus dedos toco su clítoris, el cual ya estaba mas que excitado y deseoso por ser tocado, y bastante sensible al tacto, Keren no paro de masturbarla, al momento que metió su dedo de forma brusca adentro de ella, provocando que largara un sonoro gemido, excitándolo aún más, sin contenerse aún más—Keren retiro sus dedos y la dio vuelta, apoyando sus pechos y cara contra las frías baldosas para luego penetrarla, Dafne largo un grito del placer que volvió a sentir al tenerlo dentro.

 

Keren la sostuvo bien por su cintura, para comenzar a embestirla sin ningún pudor, dándole embestidas tremendas y profundas. En un acto de dominación, cogió su cabello, tirándola hacia él.

—Solo por mi gemirás así, gemirás tan alto y dirás mi nombre, de nadie mas que el mío, habibi —susurro, sin dejar de penetrarla, haciendo que la rubia se corriera sin darle tregua. A ese punto, Dafne aun sentía deseos de él, así como el árabe de ella.

Keren comenzó a tocar su columna con lentitud, hasta llegar a sus nalgas, donde se entretuvo masajeándolas, un gemido mas alto sonó por parte de Dafne al sentir uno de los dedos de su esposo tocar su ano, adentrándose y de forma lenta saliendo. Keren saco su miembro de dentro de ella, al momento que ingresaba un segundo dedo hasta llegar a un tercero, los gemidos que salían de la garganta de su esposa, podía jurar que toda la mansión ya los había escuchado, sin embargo, no le importo. No le importo que su padre o quien estuviera en la mansión los escuchara, esa seria la prueba que Dafne era pro fin suya, aunque nunca dejo de serlo.

 

El árabe bajo su mano hasta sus muslos y la ínsito a abrir sus piernas, saco sus tres dedos y poso su miembro en su ano haciendo presión, y que Dafne gimiera de dolor al sentir el miembro clavarse profundo en ella.

—Keren…—se obligo a protestar, una de las grandes manos del nombrado toco su clítoris, tratando de ayudarla a aliviar su dolor.

—Pronto pasara… por fin todo tu cuerpo es mío, Dafne. Solo mío. —susurró, pasando su lengua por su oreja.

Solo unos minutos bastaron para que Dafne instintivamente comenzar a mover sus caderas, Keren gruño al sentirla moverse, no impidió su vaivén. Adoraba tener a Dafne de esa forma, adoraba verla desnuda para él, sin dejar que la timidez fuera un impedimento a la hora de la intimidad, su pequeña esposa tenia muchas cosas ocultas y que le gustaba descubrir. Saber que era el primero en enseñarle todas esas cosas y que aun faltaban. Retiro su mano del clítoris de la rubia y sostuvo su cadera de ambas partes, comenzando a moverse rápido, dándole fuertes estocadas, volvió su mano hacia adelante y comenzó a masturbarla, adentrando tres dedos en ella. A ese punto, el gustoso placer invadía con rapidez el pequeño cuerpo, estaba a punto de correrse otra vez y él lo sabía, ya que también estaba a punto de hacerlo, en un gemido fuerte, Keren se vino en ella, corriéndose de una forma increíble, como nunca lo había hecho con otra mujer.

 

Keren salió de ella y la sostuvo de su cintura, tocando la grifería y dándole vuelta, para cortar el agua, para luego tomar de forma nupcial a una agotada Dafne y acostarla en la cama.

—Estoy mojada —susurro, tratando de contenerse despierta, observando a Keren caminar hacia el baño y luego volver dos toallas blancas y acercase a ella. —Keren…

—¿Qué? —pregunto con una sonrisa en sus labios, secando su cuerpo —. No me dirás que te avergüenzas que toque tu cuerpo, porque hace un momento podía jurar que toda la mansión escucho tus gritos a causa de mis manos y otra parte de mi cuerpo.

 

Las mejillas de Dafne se encendieron al imaginar las caras de todos al escuchar sus gritos. No hizo el intento de levantarse ni de impedir a Keren secarle sus partes íntimas. Una preocupación la invadió, provocando que frunciera el ceño.

 

—¿Te iras? —se vio preguntar, parando las manos de Keren y acercarse hasta su cara, aun desnudo.

—¿Quieres que me vaya?

—No, quiero que te quedes conmigo esta noche—Articulo. Keren sonrió y beso sus labios.

—No solo esta noche me quedare, habibi. Puedes estar segura que después de esta noche, muchas otras vendrán. Te has vuelto parte de mi vida para vivir, Dafne. —Keren se aparto de ella y seco su cuerpo, para luego acostarse con ella y taparla con el edredón. El cuerpo de ambos estaba cálido, de pronto, algo dentro de Dafne quiso que aquello nunca terminara, que Keren estuviera de esa forma con ella siempre, no le importo la amenaza ni que mintiera sobre Maggie y Wilson. Ya no le importo. No valía la pena importarle después de entregarse tres veces a su despiadado marido.




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