Amarrada al Árabe

27

La suave risa que escucho salir del elevador llamo su atención, todo su cuerpo se tenso al verlos bajar juntos, ¿De eso se trataba la dichosa reunión? No pudo pasar desapercibido la forma en que ella lo miraba y el aún seguía hablando, como si recibir una mirada descarada no fuera la primera vez. Un sentimiento que ya había vivido se comparó en el momento; celos

Lo mismo que había sentido cuando Wilson coqueteaba con otras mujeres frente a ella, como si nada pasara, aunque ambos sabían que ninguno de los dos declaraba lo que sentían. Ese mismo sentimiento se instalo en su pecho, Dafne expiro hondo y aparto la mirada de ambos.

Aquello era imposible de aceptar. Debía terminar a tiempo lo que sentía, si no quería seguir sufriendo con aquel sentimiento, de lo contrario, seria tarde para su lamento. ¿Cuántas veces debían herirse para que entendieran? No se podía forzar a nadie amar y Dafne sentía que Keren provocaba que ella se enamorara de él, a cuesta de cualquier cosa. Ella lo quería, no lo amaba, y eso debía meterse en la cabeza Keren.

 

Asqueada por la hipocresía y verlos juntos, camino hasta donde podía creer que era el baño, por los dibujos de una mujer.

Observo su reflejo y dejo que las lagrimas comenzaran a correr por sus mejillas, tratando de ocultar sus sollozos con su mano.

—No quiero sentir esto, no puedo —hablo entre lágrimas, respirando hondo, limpiando sus lagrimas negras a causa de su delineado corrido.

 

No podía creer que estaba sintiendo celos de aquel arabillo de cuartilla, quien detestaba o eso creía.

—Habibi —farfullo, Keren detrás de ella. Haciendo que respingara del susto.

—Keren—llamo, ahogando sus sollozos. Keren se acerco a ella y le dio vuelta, envolviéndola en un cálido abrazo.

—¿Qué sucede, habibi? ¿Alguien te dijo algo? ¿Te sientes mal? —tanteo, acariciando su espalda.

 

Lloro porque te vi con una mujer mucho mas hermosa y glamurosa, a tu altura. Lloro porque nadie me dijo nada ni me tomaste en cuenta cuando estabas con ella, siento cosas que no debo sentir por ti. ¿Eso cuenta? —dictamino, tratando de calmar su llanto.

—¿Dafne?

Dafne levanto la mirada, entonces se aferró a él y pego sus labios con los de él, dejando que sus lagrimas se mezclara con el beso que la hizo temblar de deseo, pero no espero que Keren se apartara y luego la alejara de su lado.

—Perdóname —gruño, Keren, tenso—. Quiero que me digas que te sucede.

 

Dafne quedo en silencio, el ambiente estaba tenso, Keren en espera de una respuesta. Pero Dafne solo podía recordar el rechazo y verlo sonreír con la mujer.

—Me di cuenta de algo…—la voz le tembló, al momento que levanto la mirada —. No quiero seguir aquí, no estoy bien aquí—nuevamente las lagrimas se acumularon en sus ojos —. Nunca podre amarte como esperas que lo haga, no podre ser esa mujer que esperas que sea, ni entenderé nada de ti y de lo que te rodea. Perdóname, Keren. Yo…yo

—Dafne —manifestó, Keren, tenso. Tomándola por los hombros —. No eres lo que piensas, no se a que se debe este cambio, pero no quiero que estes a la altura de otra mujer, te quiero por lo que tú eres….

Dafne aparto la mirada de sus azules ojos y la fijo en las puertas de los retretes, el cuerpo de Keren se lleno de imponencia, no podía dejarla ir, no cuando todo se había calmado y el intentaba que ella lo amara.

—No te obligare a seguir aquí, si volver a Liverpool es lo que quieres. Entonces volverás, habibi. —Se obligo a decir cada palabra con pesar.

—Perdón —susurro, enterrando su cara en su pecho. Sintiéndose mareada. Las manos de Keren subieron por su espalda y la apretó hacia sí.

—No te disculpes por algo así, fue mi culpa—de pronto, la voz de Keren se comenzó a sentir lejana ante Dafne. —¿Dafne?

 

Todo se oscureció, los parpados se le cerraron, cayendo desmaya en los brazos de Keren. Este con desespero la comenzó a llamar, intentando que reaccionara, bajo una de sus manos hacia sus muslos y la cargo, apretándola contra su pecho y sacándola del edificio.

—Vamos al hospital mas cercano—ordeno, observando su pálido rostro, su frente tenia perlas de sudor. Aquello le pareció extraño y aterrador, había pasado un mes y medio en Arabia, nunca se había desmayado mas que solo sentirse mal. Temía que algo le estuviera ocurriendo, que sus palabras habían sido producto de la alucinación. No quería pensar que todo había sido enserio.

 

(…)

Una hora había pasado desde que Keren había dejado que Dafne ingresara a una sala sola, una hora donde su cuerpo se sentía tensionado y enfurecido por no saber que algo le sucedía a su esposa.

—¿Usted es esposo de la señora Dafne Azzar? —cuestiono una enfermera, acercándose a el con un libreto en sus manos. Keren asintió. —No debe preocuparse, su esposa no tiene nada grave, en este momento esta siendo intervenida con un plan de hidratación, esta deshidratada y…

—¿Y me dice que no es nada grave? —gruño, Keren. La enfermera se cobijó ante la potente voz del árabe.

—Ella esta embarazada, señor. Esta de dos meses y medio, apunto de ingresar a los tres; sus síntomas no son nada grave, pero deberá hidratarse más. —En ese momento, el mundo de Keren se cayo en mil pedazos, los nervios que sentía hace un momento los dejo de sentir, sentía como su sangre era drenada de su cuerpo. Dafne estaba embarazada de tres meses. Un niño estaba dentro de ella, mientras que el la cuidaba teniéndola en un pedestal.

Su habla quedo atorado en lo profundo de su garganta, no podía hablar, solo ver por donde Dafne había sido enviada, la mujer al ver que ya no tenia mas que hacer, se retiró, dejándolo solo. Una furia indescifrable se apodero de su cuerpo, Dafne estaba embarazada. Recordó a Wilson, pero luego a Will. Dafne se había convertido en muy buena amiga de aquel tipejo. A pasos largos se acercó hasta recepción.




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