Amarrada al Árabe

30

Respiro hondo, y la hablo.

—Dafne…Dafne —toco su hombro, provocando que los verdosos ojos cansados de su esposa lo miraran.

—¿Qué sucede?

—Levántate, volverás a Liverpool.

Dafne frunció el ceño y respondió:

—Pero… ¿Por qué? ¿Qué hice?  —un malestar se instalo en la boca de su estomago al observar los azules ojos de Keren, mirándola fijamente.

—No hiciste nada, y esa es la razón, Dafne. Debes volver a Reino Unido. —Keren hizo una pausa —. Aun no estoy preparado para esto.

 

Los ojos de la rubia picaron al escuchar sus palabras, ella no lo amaba ¿Por qué sentía que de pronto el aire le faltaba? Como si estuviera a punto de perder algo valioso y no había vuelta atrás. ¿Qué dirían sus padres cuando se hayan enterado de su embarazo? Y aun, pero, que su esposo la había abandonado con un niño en camino, el cual dudaba de su paternidad. ¿Qué dirían de ella?

Fue el matrimonio mas corto de la historia.

De pronto, recordó sus palabras, quería reír y llorar al mismo tiempo, cuando Keren hablaba, era como si un tipo de hechizo tenia en el con sus palabras, cada palabra luego se convertía en verdad, y eso hacia que lo odiara por tener la razón.

—Me dices…—Dafne carraspeo su garganta, tratando de aliviar sus ganas de llorar —, me dices que ¿Me dejaras? No aceptaras que tienes un hijo, ¿Es eso verdad?

 

Keren aparto la mirada y apretó sus labios en una fina línea recta.

—Aún no lo sé, y es por eso que es mejor que te vayas, no puedo mirarte y ver que en unos meses tu vientre crecerá, sin saber si el niño...

—Es tuyo —interrumpió, levantándose de la cama y caminando hasta el balcón, conteniéndose.

—No es eso, Dafne. Lo que quise decir, es que no se si ese niño provocara un efecto en mí, si podre amarlo, compartir algo por lo que esperé un maldito año para tener. —Exclamo, detrás de ella. Dafne no resistió y comenzó a llorar, al momento que sentía los brazos fuertes de Keren rodearla.

—¡Suéltame! —grito, histérica, adentrándose a la habitación y dándose cuenta que su maleta ya estaba lista, y arriba sus documentos y pasaporte. Tal parecía que Keren no había perdido un mínimo detalle en su secuestro. —No soy un objeto para que crear que puedes tomarme, manipularme, gritarme y decirme cosas que solo me confunden, para luego venir y decir; “No estoy listo para esto, y que esperaste un año para tenerme”

—Dafne…

—¡Dafne nada! Si buscabas que sintiera algo por ti, lo conseguiste, conseguiste hacerme vulnerable ante un hombre despiadado, que solo se burló de mí. Conseguiste que esto me doliera al punto de querer perdonar tus palabras con tal de quedarme a tu lado, Eso querías, ¿Verdad? —articulo, dejando que los brazos de Keren la abrazaron, no hizo nada por batallar algo que estaba perdido. Solo podía llorar, llorar porque todo el tiempo se había cuidado de hombres como Keren, para luego casarse con uno y llegar al punto de perder su dignidad para implorarle quedarse con ella, agradecía que no lo había hecho, podía marcharse con la cabeza en alto, embarazada y sola.

Una vez tranquila, se obligo a decir.

—¿Qué hay del documento que me hiciste firmar? —susurro contra su pecho, sin querer levantar la vista.

—Solo fue una mentira, era un acta de divorcio falsa. Nunca podría mantenerte cautiva como una esclava.

 

Otra vez, esa pequeña bola de fuego subió hasta lo mas profundo de ella, ¡Había sufrido pensando que le había vendido su alma al diablo! Noches se había desvelado pensando lo ingenua que había sido al no leer algo y firmar. ¿Otra cosa podía ocultar Keren?

Por impulso, se separo de el y el sonido agudo de su palma siendo estrellada contra el varonil rostro, se escuchó en la habitación, provocando que la mejilla comenzara a tornearse roja.

—Tu fuiste y siempre serás mi maldita perdición, el causante de mis lágrimas, soslayos de mis noches, el hombre que perturbo cada célula de mi cuerpo—enumero con repudio. —Pero también fuiste el que en un momento difícil me dio la espalda. Espero que después de este día, busques en una mujer lo que tanto quieres.

 

Dafne toco su hiyab y luego sus maletas con sus documentos, observando a Keren, pregunto:

—¿Dónde debo ir? —dijo, en tono seco. Keren se recompuso y articulo;

—Te llevare a la pista.

—¡No! No es necesario que tu lo hagas, otra persona puede hacerlo. Esperare abajo.

—No puedes bajar la maleta sola, estas embarazada.

Dafne rio con sarcasmo, y camino hasta la puerta, parándose en el umbral de esta.

—¿Ahora te preocupa lo que es bueno para mi embarazo? No te necesito, Keren.

—Dafne…lo siento.

 

Dafne bajo la vista a su vientre para no compadecerse de el y caer en sus encantos.

—Ahórrate las disculpas y los convencimientos. Tu decidiste que así fuera —susurró con dolor—. Decidiste por mi como ellos lo hicieron, este acto hizo que te viera igual a ellos y nada lo borrara, me trataron como una mercancía y tu te encargaste de desechar.

—Habibi, lo siento, no miento al decirlo. Pero no puedes compararme con alguien que si te vio como una garantía a los fracasos. —Se acerco a ella, aun cuando le daba la espalda.

—Te enviare un acta de divorcio de verdad —respondió, causando que el rostro de Keren, palideciera. —Estoy siendo sensata, no podemos estar juntos. Este bebé es mi hijo, no necesito un hombre a mi lado para criarlo, no necesito a mis padres para saber como educarlo; necesito de mi misma, y tu te estas encargando de desplomarme.

Keren tenia motivos para sospechar que no era su hijo, debido a que sabia de sobra que ella quería a Wilson y siempre había estado enamorada de él, Keren no era tonto, pero esa era la verdad. Había mentido, jurándose que luego tomaría la pastilla que él personalmente le había llevado. Quería castigarse por sentir algo por un hombre como él.




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