Amarrada al Árabe

Extra

Keren camino impaciente por todo el pequeño salón que tenía en la habitación. Le había prometido estar cuerdo para aquel momento, sin embargo, no pudo acompañarla por temor a defraudarla y sufrir un desmayo.

—Papá –la voz inocente de su pequeño hijo hizo que dejara de pensar en calumnias no llamadas y prestar toda su atención al pequeño Ali Nejat.

— ¿Qué sucede pequeño? –Keren se acuclillo frente a su hijo, mirando sus pequeños ojos azules.

— ¿Por qué mamá grita mucho? ¿La están matando? Debes imponer un castigo para quien lastima a mamá, papá –La voz de Ali reflejo el disgusto al escuchar a su madre gritar desgarradoramente.

¿Pero cómo Keren podía explicarle que en ese momento era su hermana quien hacia llorar a su madre? No podía mentirle, pero tampoco podía decirle que su madre estaba trayendo al mundo a su hermana. Eso provocaría que el problemático de su hijo odiara a Cemre por hacer llorar a Dafne.

Ali Nejat era un niño muy astuto a pesar e solo ser un renacuajo que aún no ingresaba a un jardín de infantes. Su carácter indomable y lo vengativo que podía ser, en un futuro le traería problemas. ¿Qué más podía hacer? Había sacado lo testarudo e indomable a su madre.

—No podemos castigar a alguien que amamos hijo –Explico Keren con tacto –. Tu madre grita porque están trayendo a tu hermana…. Y ella grita de alegría –añadió. No podía decirle que gritaba de dolor, eso traería aún más problemas y no estaba preparado para que su hijo y madre lo pusieran contra la espada y la pared.

—Oh… ¿Y dónde la compraron?

— ¿A qué? –pregunto sin tacto, inmediatamente Ali Nejat cambio su semblante a uno más serio.

—Pues a mi hermana papá. ¿Dónde la compraron?

Keren no sabía si reír o llorar. Su hijo podía ser todo un hombrecito, pero no quitaba lo inocente que era.

—Fue un regalo de Allah y tú debes cuidarla, protegerla y nunca dejar que nadie la lastime. ¿Me entiendes? Pronto mamá estará contigo y podrás ver a Cemre.

—Si papá. Yo amo a mi hemana y la protegeré. –aseguro con una sonrisa pintada en sus labios.

Keren beso su cabeza y lo subió a su regazo. Ali había sido un milagro, una luz en su camino. Amaba demasiado a su familia y nunca dejaría que nadie los dañara. Después de todo, debía vivir la segunda oportunidad que la vida le dio. Despertar al lado de su esposa, complacerla, llenarle de lujos y flores todos los santos días. Pero lo más importante: ser su compañero.

La puerta victoriana se abrió de par en par, dejando ver a una sonriente médica. Keren bajo a su hijo camino hasta dentro de la habitación seguido de Ali Nejat quien no perdió la oportunidad y con ayuda de un banquillo subió en la alta cama.

—Por Allah –murmuró agachándose a la altura de los brazos de Dafne. Un pequeño y frágil cuerpo era envuelto por una pequeña sabana de seda rosa.

Por fin su hija había nacido, en brazos de su esposa Dafne, estaba Cemre Azzar. Una belleza de niña que en su edad robaría más de una mirada junto a sus traviesas primas. Safira y Yasira.

Una agotaba, pero feliz Dafne, miro a los ojos de Keren.

—Nuestra hija… -sonrió complacida, luego miro a su costado donde Ali estaba tocando con su mano la frágil cara de la niña.

— ¡Es un bebé de Yasira! –Exclamo enfadado –. Ella no es mi hemana.

Sus padres rieron. Amaban a su primogénito, aunque causara dolor de cabeza.

—Ella es real. Puede llorar e incluso crecerá como tú y tus primas –Dafne hablo suavemente mientras tocaba su cara.

Keren tomo a la niña en sus brazos con la aprobación de Dafne y salió al pasillo. Donde toda la familia estaba esperando. Cala junto a cuatro niñeras, Jara y su padre. 

—Ella es Cemre –los presento –Cemre, ellos son tu familia.

Todos se levantaron para felicitar al padre.

—Creo que en un futuro esta niña te traerá problemas –argumento Emir sin dejar de sonreírle a la niña, con una sonrisa fingida prosiguió –No me creerás cuando te dijo que debo apartar a los niñatos de mis hijas. 

Keren sonrió alegre.

—No quiero martillarme pensando en eso. Ali Nejat sabrá manejarlo.

Ambos hermanos rieron complacidos.

Una vez que todos felicitaron a la pareja por su segundo hijo, los dejaron a solas junto a la recién nacida.

—Es tan hermosa –susurro Keren, recostando a la niña en la cuna. Sonriendo miro a Dafne que estaba en la cama –. Tiene mí mismo cabello. Pero la delicadeza de su madre.

—Nuestra hija… -sonrió mirando a su marido –. Es tan hermosa. 

Keren se acercó a ella tomándola de su nuca la beso. Un beso que sería uno entre miles más, que solo demostraba sus sentimientos, sentimientos que tenía por su mujer.

—No dudaría una vida más en volver a Liverpool por esa mujer que me cautivo –aseguro –. Pero no permitiría darme por vencido y dejarte, habibi. Te amo demasiado y tú solo puedes ser mía.

—Entonces quiero ser tuya en esta vida y la que seguirá. Amarrarme a un árabe no estaba en mis planes –rieron complacidos –. Pero quiero que sepas que te amo demasiado Keren y no dudes de eso.




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