Amarse a Destiempo

Capítulo 2

En esos días, las invitaciones no dejaban de llegar. Se acercaba el baile de graduación, y todos esos chicos parecían ansiosos por llevarme. Vanessa y yo habíamos planeado ir juntas desde hacía un año, aunque nunca estuve completamente segura de que fuera una buena idea. Mi madre, por su parte, no dejaba de preguntarme con quién iría, y yo siempre encontré la forma de evadir la respuesta. Si hubiera descubierto mi secreto… no sé qué habría hecho. A veces podía ser demasiado conservadora, incluso exagerada.

Desde hace algún tiempo Vanessa viene frecuentando mi casa muy de seguido. Creo que mi padre ha comenzado a sospechar, pero su reacción fue tan diferente a la que esperaba. Solía ser tan amable. Incluso muchas de las veces que Vanessa durmió en mi casa. En mi cama. Fue por invitación suya. Incluso le insistía a mi madre en salir, para dejarnos a solas.

- Como siempre tu padre tan amable -Me susurro Vanessa al oído

Me sobresalté por la sorpresa, pero enseguida me acostumbré a su cálido aliento y al roce de su piel contra la mía. Esa mujer siempre lograba ponerme nerviosa. Aunque, siendo honesta, no era solo ella la causa de mi inquietud. La culpa la tenía su cuerpo, sexy y tatuado. Nunca supe controlarme cuando estaba con ella.

En aquel momento de mi vida, creí haber encontrado a mi alma gemela. Buen sexo, risas interminables y una complicidad inquebrantable. Éramos mejores amigas y, de una u otra forma, ella era aceptada en mi casa.

Mis manos comenzaron a perder el control, al igual que mi mente. Sin darme cuenta, Vanessa se había deslizado una de sus manos bajo mi sujetador, mientras la otra se abría paso entre mis bragas y el short de mezclilla que llevaba puesto. Sus labios se deslizaban sobre mi cuello, dejando un rastro de besos que, con cada contacto, encendían un fuego en mi interior. Apenas había depositado un par más cuando ese extenuante cosquilleo comenzó a recorrerme.

Mi cuello se arqueaba involuntariamente ante sus caricias, y justo cuando todo empezaba a volverse más intenso… la puerta se abrió de golpe.

¡Maldición! Mi Madre nos vio.

Mi madre quedó perpleja al abrir la puerta. Su mirada neutra, pero severa, parecía atravesarme, quemándome por dentro. Vanessa se apartó de mí con una rapidez instintiva. Ninguna de las dos supo qué decir.

—¡Vamos, Jane! Ve por tu mov… —La voz de mi padre irrumpió en la habitación al entrar, cortando de golpe el tenso silencio.

Se detuvo en seco al notar el ambiente cargado de incomodidad. Frunció el ceño, confundido.

—¿Qué? ¿Qué pasó?

Nadie respondió. Mi madre salió disparada hacia su habitación, y mi padre fue tras ella.

Me tomó un par de minutos volver a la realidad. O tal vez nunca lo hice.

—¡Hey! Tara… —La voz de Vanessa me trajo de regreso.

Parpadeé varias veces, como si intentara sacudirme la sensación de lo sucedido. Sacudí la cabeza levemente y, al fin, fijé mi mirada en los ojos de Vanessa.

—¿Estás bien? —preguntó Vanessa con voz temblorosa.

—Sí… creo… creo que debes irte.

—¡No! Yo... yo quiero estar aquí. No quiero que pases por esto sola.

—Voy a estar bien. Esto es algo que debo hablar con ellos… a solas.

—Okey… entonces yo voy. Pero prométeme que llamarás.

—Lo haré. Ahora necesito que te vayas. Debo subir… habrá mucho drama

Se veía nerviosa, tal vez más asustada que yo. Caminamos hasta la puerta y, justo antes de irse, me besó y salió huyendo. En ese momento me importó un carajo que me besara o que alguien nos viera. Al final, mi madre ya lo sabía y, en ese preciso instante, debía de estar contándoselo a papá.

Cerré la puerta y respiré hondo. Nunca antes la distancia entre la entrada y las escaleras me había parecido tan inmensa. Cada paso que daba pesaba el doble. Al llegar frente a la habitación de mis padres, sentí que mi corazón dejaba de latir. Un escalofrío helado recorrió mi cuerpo justo cuando giré el picaporte y empujé la puerta.




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