Amarte a ti

Realidad 3: Sol de hielo

Mi mente se sentía sumergida en un sueño constante, un letargo del que era muy difícil salir.

Pasaba mucho tiempo pensando y escribiendo poesía, poesía para ella, tantas palabras que quería decirle, pero ninguna de ellas podía llegar a su destino.

A menudo le escribía  mismo :

"Y si no te vuelvo a ver... Que me dirás, que no te podré decir

Nunca lograba terminar aquel verso, antes de sentirme miserable.

-¿Se encuentra bien supervisor?

Me encontré con los ojos juguetones de Pam sobre mi, eran grandes, de un color café algo naranjas como los de un gato.

-Si todo está bien

Sonreí, aunque me cansaba de solo hacerlo.


-Bueno... Esto

Parecía quererme entregar nuevamente un informe para que lo revisara, pero se detuvo antes de hacerlo. Estaba sonrojada como un tomate, creí que podía estar enferma.

-Pensándolo bien volveré luego

Se dio la vuelta velozmente

Parecía que solo mujeres raras me rodeaban, eso me hacía tal vez el más extraño entre ellas.

-SEÑOR

De pronto Pam se giro repentinamente, aunque a unos centímetros de mi, me tendió el informe para que lo tomara, tuve que estirarme para alcanzarlo. Parecía que ella no estaba dispuesta a acercarse más..


-Adios

Tan solo lo tome, ella salio corriendo sin mirar atrás de una manera escandalosa.

No leí el informe, apenas y trabaje aquel día. Tenía una sola cosa en mente, saqué el polvo rojo, lo observe, reuní coraje y me decidí a intentar encontrar nuevamente a Stella. En donde quiera que estuviera, algo me decía que me necesitaba.

Me formaba una idea cada vez más grande de que Stella estaba en problemas, de que necesitaba que la salvará, no sabia de que, pero estaba seguro que había algo.

La anciana me había indicado que consumiera el polvo en lugar seguro, pero también me especificó después, que el viaje entre dimensiones se vería afectado por los deseos de mi alma. Mi deseo por ver a Stella debía ser lo suficiente fuerte como para crear una pasaje a su dimensión.


Era seguro que en caso de volver a la dimensión de la gente enmascarada, que ese lugar fuera donde ella estaba.


Por eso a pesar de el riesgo, tome la droga nuevamente en el puente, sentía que ese sitio nos enlazaba en cierta forma. Quería aumentar las probabilidades de encontrarla lo más que pudiera.


Ocurrió lo mismo que la vez pasada, me sentí mareado y como si mi cuerpo cayera de una gran altura, esta vez más profunda. Sentía que aquella experiencia duraba más y que me despojada de algo. Abrí lo ojos, esta vez no caí, estaba de cuclillas. Empezaba a tomarle el truco.

Un frío me llego por todo el cuerpo, la temperatura parecía a ver caído abruptamente. Al mirar el cielo fui cegado por una luz fosforescente azulada, que me causó malestar. Esta luz llegaba a todas las calles, encerraba la ciudad como una cúpula, era la luz del sol, un sol azulado.

Este sol no desprendía suficiente calor, pese a que no debía ser muy tarde, y estaba en lo más alto, el sol apenas y daba luz y calor. Parecía como si muriera.

El frío me hacía difícil avanzar, además que era poco lo que alumbraba la luz del sol. Las farolas de alumbrado estaban cambiadas, eran más como paneles que trataban de emitir algo de calor aunque con poco éxito.

En algunos lados se veían antorchas encendidas, fogatas hechas en botes de basura. Era una situación extraña, como regresar a la edad antigua pero en una ciudad moderna.

Como dije los postes había sido reemplazados por paneles, estos parecían requerir mucha energía eléctrica, por lo que en las casas y negocios apenas y se veían tenues luces encendidas.

Por el momento todo estaba solitario, aunque a lo lejos podía escuchar un fuerte griterío. Provenía del centro de la ciudad donde se encontraba ubicado un parque,  junto a una iglesia. De ahí vi salir sombras sobre una luz anaranjada que debía ser producida por fuego.

Me acerque y logre divisar a mucha gente apiñada en el patio de la iglesia, rodeando un fuego que se elevaba con furia, como la lengua de un dragón.

En todo el parque se encontraban personas ocultas en cada rincón mirando con recelo hacia el fuego. Algunos parecían orar, otros estaban incluso de rodillas.

Avance sin ser notado, entre más me acercaba al fuego más difícil me era pasar entre la gente que cada vez estaba más junta.

Con grandes esfuerzos llegue a un punto donde podía ver lo que pasaba en medio de aquellas llamas.

Un hombre estaba ahí portaba una capucha del color del sol, no del sol azulado de este mundo, sino del sol que yo recordaba, ese que era siempre cálido.

Este tipo elevo sus manos al cielo como en ruego, mientras toda las demás personas lo copiaban.

Quizás fue por el efecto de las sombras, pero me pareció que al encapuchado le faltaban dedos. De hecho toda la gente se veía así, pero no los observe demasiado.

Una atmósfera de inquietud se expandió por toda la iglesia y el parque.

-¡Oh Santos dioses escuchen, vean la plegaria de estos imperfectos hombres-Exclamó el encapuchado

La gente genero un coro en voz baja

-Dioses vean, Dioses vean

Todos se postraban, uno por uno

Fue cuando pude ver la imagen completa de lo que pasaba en aquellas llamas, vi, a parte del encapuchado a una mujer desnuda de rodillas sobre una superficie metálica.

Me llegó un olor de carne quemada, supe con horror que aquella mujer estaba encima de lo que parecía una plancha ardiente. Se quemaba pero no emitía grito alguno, pese a que su cuerpo temblaba.

Sentí escalofríos, vi humo salí que debajo de ella, sentí náuseas.

Todo me daba vueltas, pero seguí observando a la mujer. Su suave figura se me hizo familiar, era hermosa y elegante como pocas mujer lo son ante ojos enamorados.

-Stella-Masculle

¿Era ella acaso?

Con gran inquietud me acerque cada vez más, intentado llegar a ella.




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